
Mari Luz Canaquiri, peruana ganadora del Premio Goldman 2025: “Las mujeres kukama …
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“Las mujeres kukama kukamiria existimos y resistimos en defensa de la naturaleza, de los ríos y del territorio”. Con estas palabras, la lideresa indígena Mari Luz Canaquiri Murayari cerró su discurso al recibir el Premio Goldman 2025, uno de los galardones ambientales más prestigiosos del mundo. “En Perú estamos viviendo una crisis política bien grande que ha sido muy duro hacer llegar nuestras voces como mujeres indígenas”, continuó ante un auditorio que la aplaudía de pie en San Francisco, Estados Unidos, el pasado lunes 21 de abril.
El premio —conocido como el “Nobel verde” y que cada año destaca a seis defensores— reconoce sus más de 30 años de lucha por el río Marañón, el segundo más largo de Perú, que recorre más de 1.700 kilómetros hasta encontrarse con el Amazonas. Con esta distinción, Canaquiri se convierte en la séptima peruana galardonada desde la creación del premio en 1990, junto a otras defensoras como Máxima Acuña, Ruth Buendía y Liz Chicaje.
Para ella, este logro es colectivo. “Es de los hermanos y las hermanas que han dado su vida por defender a la madre naturaleza, sus territorios y sus ríos. La vida misma”, señaló durante la premiación. “Tenemos una mandataria autoritaria [Dina Boluarte] que está en contra de los pueblos indígenas, de los defensores y las defensoras de nuestra naturaleza. Cuando alguien alza la voz, el Gobierno lo criminaliza, asesina, y eso no es justo”.
Para los kukama kukamiria, el Marañón no es solo un río: es un ser vivo y sagrado. En sus aguas habitan los espíritus de sus ancestros. Los kukama son, pues, gente del río. Sin embargo, por ese mismo cauce cruza el Oleoducto Norperuano, una tubería de más de mil kilómetros que transporta petróleo desde la Amazonia hasta la costa. Desde 1997, se han registrado más de 60 derrames de crudo y más de la mitad se debe a la falta de mantenimiento de esta infraestructura operada por la empresa estatal Petroperú, según el Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería de Perú, Osinergmin.
Fue tras un derrame en el año 2000 que Canaquiri fundó Huaynakana Kamatahuara Kana, una federación de mujeres de 29 comunidades indígenas a orillas del Marañón. Desde entonces, ha encabezado denuncias ante autoridades, enviado cartas a presidentes y movilizado a su pueblo. “Desde mujeres embarazadas hasta ancianos hemos salido a luchar por nuestro río”, declara a América Futura desde Estados Unidos. “Las autoridades por años nos prometían atención y hasta ahora no tenemos los derechos que nos corresponden”.
En 2021, cansadas de la indolencia y las promesas incumplidas, las kukama decidieron dar un paso inédito: demandaron al Estado peruano. Con el respaldo del Instituto de Defensa Legal, International Rivers y Earth Law Center, solicitaron que se reconociera la personalidad jurídica del río Marañón, es decir, que sea declarado sujeto de derechos. Hasta ese entonces, en América Latina, tan solo el río Atrato de Colombia había recibido esta figura.
Durante ese proceso legal, Canaquiri se convirtió en el rostro público del caso, en una de las voces principales del río Marañón ante el país y el mundo. “Me quisieron callar, aplastar, opacar. El Ministerio del Interior, el Ministerio de Salud y Petroperú me denunciaron penalmente y querían que pagara una multa de 100.000 soles [alrededor de 27.00 dólares]”, afirma la presidenta de la federación de mujeres. Aunque la denuncia finalmente fue archivada, sembró el miedo entre las kukama. “Es una forma de hacer que te quedes callada”.
Esa criminalización es una estrategia cada vez más usada para silenciar a quienes defienden la tierra y el territorio. Según Global Witness, en los últimos años se han multiplicado los cargos restrictivos contra las personas que se manifiestan y muestran su activismo de forma pacífica, “lo cual pone en tela de juicio el espacio cívico”. Para Canaquiri, es algo ilógico e injusto. “Lo que nosotras venimos haciendo es buscar la justicia, buscar la atención para nuestro pueblo, para nuestros hijos”, precisa la lideresa nacida en la comunidad de Shapajilla.
En 2024, llegó la sentencia histórica de la Corte Superior de Justicia de Loreto. Por primera vez, un tribunal de Perú reconoció a un río como sujeto de derechos–a existir, a fluir libremente, a estar libre de contaminación, entre otros—, y declaró que el Estado había violado esos derechos. El fallo ordenó medidas inmediatas: evitar futuros derrames, implementar un plan de conservación integral y reconocer al pueblo kukama kukamiria como los guardianes legítimos del Marañón.
“Ahora tenemos esperanza, ya podemos alzar la voz”, asegura Canaquiri, reconocida también en 2023 con el Premio Internacional Terre de Femmes. “Nos podemos unir, proponer acuerdos, coordinar con transparencia para que se haga el mantenimiento de las tuberías y se eviten más derrames, para que tengamos agua limpia. Para tener un río limpio que fluya libre. Para poder vivir”.
Desde entonces, otras comunidades indígenas en Perú han presentado demandas similares para proteger sus ríos. Y fuera del país, el caso ha dado más fuerza a una corriente creciente que lucha por los derechos de la naturaleza en América Latina, según destaca la página del Premio Goldman.
Pero para Canaquiri la batalla continua. “Vamos a seguir exigiendo que respeten nuestros derechos. Que el Gobierno cumpla las leyes y que las empresas que dañan el medio ambiente sean responsables. Si quieren trabajar, que lo hagan con respeto”, concluye.