
La historia del primer papamóvil: el curiosísimo Mercedes que diseñó Porsche hace casi un siglo
Cuando hemos visto las imágenes del entierro del Papa Francisco I, a todos nos ha sorprendido que el vehículo fúnebre utilizado para el traslado del Sumo Pontífice haya sido un pick-up Dodge Ram, empleado como papamóvil en un viaje a Oriente, al que se ha tenido que adaptar una plataforma detrás para colocar el féretro. Tres Papas fallecidos en 20 años, un inmenso parque móvil en el Vaticano y parece que no tenían previsto un coche fúnebre bien adaptado a esta necesidad. Esto nos ha dado pie a recordar cómo llegaron los primeros automóviles al Vaticano, hace casi un siglo.
La elección del Papa Pío XI en 1922 coincide con el inicio de la expansión del automóvil en todo el mundo. Hasta ese momento el Vaticano contaba con espectaculares carruajes para los actos oficiales que se celebraban en Roma pero no había un vehículo a motor como coche oficial. El primero que ocupó ese privilegio fue un Bianchi Tipo 15 donado al Papa en 1929 por la Asociación de Mujeres Católicas de Milán. Esta primera donación “despertó” el interés de algunas marcas y vieron en el coche del Papa un buen elemento publicitario, como ya lo eran los monarcas y mandatarios de todo el mundo.
El primer Mercedes-Benz entra en el Vaticano
En 1930 Mercedes-Benz realiza una versión especialmente adaptada para el Papa de su modelo más representativo, el 460 Nürburg limousine. Había nacido el primer papamóvil porque aquel Bianchi donado por las mujeres católicas de Milán era un coche de serie. El Mercedes-Benz 460 había sido diseñado por Ferdinand Porsche y se había presentado dos años antes en el Salón del Automóvil de París. Su “potente” motor desarrollaba 80 CV, suficientes para alcanzar la velocidad de 110 km/h, algo que entusiasmó al Papa en la primera vuelta de prueba por el Vaticano.
El habitáculo estaba completamente dividido por una mampara y contaba con un enorme sillón en la parte central, en sentido de la marcha, tapizado en una gruesa tela de brocado de terciopelo en tono carmesí que recordaba al trono papal. En esta zona también había otros dos asientos más pequeños enfrentados al asiento del Papa, para sus asistentes. Entre las curiosidades de aquel primer Mercedes-Benz estaba una imagen de San Cristóbal, patrón de los conductores, y el intercomunicador con el que el Pontífice daba órdenes al conductor. Este sistema constaba de siete interruptores con siete instrucciones básicas en italiano: izquierda, derecha, rápido, lento, vuelta, casa y parar.
Otras marcas que intentaron desbancar a Mercedes-Benz
Hubo otros fabricantes que en el mismo año en que Pio XI recibió el Mercedes-Benz también diseñaron vehículos específicos para el Santo Pontífice. Así llegaron al Vaticano un Graham Paige 837 y un Citroën Lictoria C6, ambos con algunas características especiales de los diferenciaban de los modelos de serie y que se habían realizado para las necesidades del Papa. El Citroën presentaba una “personalización” realmente ostentosa, con todos los elementos exteriores que normalmente eran cromados o en aluminio, realizados en oro, así como parte del interior. Pío XI lo utilizó tan poco que ahora está expuesto en el Museo Vaticano y en su contador solo marca 200 kilómetros, después de casi un siglo. Ni el Citroën ni el Graham tuvieron el protagonismo del Mercedes-Benz que, además, supuso el inicio de una “relación” que ha durado casi un siglo entre el Estado Vaticano y la marca alemana y que ha sido un magnífico repaso por la historia de los modelos de lujo de Mercedes-Benz y su evolución tecnológica.
Aquel primer Mercedes-Benz 460 fue completamente restaurado por la propia Mercedes y entregado de nuevo al Vaticano. El Papa Juan Pablo II lo recibió en 1984 y desde entonces forma parte del Museo Vaticano. El último Mercedes-Benz que ha engrosado el parque móvil del Vaticano fue el Clase G eléctrico donado al Papa Francisco en 2024.
La matrícula del papamóvil
El Estado Vaticano instauró las matrículas el mismo año en que se donaron los primeros coches al Papa y son de dos tipos, las placas con las iniciales CV y las SCV. Las primeras corresponden a las siglas de “Civitatis Vaticanae», son las que se utilizan en los vehículos privados del Estado Vaticano y van acompañadas de cinco números. Las SCV, con las siglas de «Status Civitatis Vaticanae», son las de los vehículos oficiales y el número 1 está reservado, desde hace décadas, para el coche que utiliza el Papa, sea el modelo que sea y en el país al que viaje. La placa de matrícula SCV 1 va siempre con el Papa.
En la foto de la entrega del Mercedes-Benz 460 a Pío XI vemos que la placa tiene el número 4. Suponemos que los otros tres primeros números se los llevaron el Bianchi, donado en 1929, el Citroën y el Graham, ambos donados en 1930 como el Mercedes, aunque no hemos podido averiguar en qué orden llegaron cada uno de ellos al garaje del Estado Vaticano.
Más de 30 años dedicado al periodismo del motor y el estilo de vida que siempre ha acompañado al automóvil, primero como director de tres publicaciones y ahora como colaborador. Por mucho que se empeñen en hacernos creer que los coches son simples instrumentos de movilidad, para mí son verdaderas obras de arte que provocan emociones y el primer artefacto moderno que proporcionó a la mayoría de la humanidad una forma real de libertad y de conocimiento de otros mundos, mucho antes de que existiera Internet.