
El Inbal confirma que resguarda sólo cinco obras de la colección Fobaproa
▲ Medallón de Reviele (1757-1816), de Manuel Tolsá, y Vista de Guelatao, (1889) de Velasco, están en el Museo Nacional de Arte.Foto cortesía del Inbal
Mónica Mateos
Periódico La Jornada
Sábado 3 de mayo de 2025, p. 2
El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) confirmó a La Jornada que posee sólo cinco obras que formaron parte del acervo del Instituto para la Protección del Ahorro Bancario (IPAB) de casi 2 mil piezas provenientes de las instituciones bancarias que se declararon en quiebra y fueron beneficiadas por el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) de Ernesto Zedillo en 1994.
Se trata de cuadros que iban a ser subastados pero que luego de largas gestiones burocráticas realizadas por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), entonces a cargo de Rafael Tovar y de Teresa, fueron donadas al gobierno federal por los propios bancos, al ser declaradas monumentos artísticos nacionales
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Retrato de mujer/Eve Mayers (1934), de David Alfaro Siqueiros, y Río abajo (1985), del cubano Tomás Sánchez, se encuentran en el Museo de Arte Moderno (MAM); Medallón de Reviele (1757-1816), de Manuel Tolsá, y Vista de Guelatao, (1889) de José María Velasco, están bajo resguardo del Museo Nacional de Arte (Munal), mientras Paisaje de Vallenfreda (sin fecha) se encuentra en comodato en el Museo del Paisaje José María Velasco en Toluca, estado de México.
De acuerdo con un informe de 2002 del IPAB, el óleo de Siqueiros, del que hay pocas imágenes en Internet, formaba parte del patrimonio de Banpaís (propiedad de Ángel Isidoro Rodríguez El Divino). En 1999, la pieza se trasladó al Munal mediante contrato de depósito, para su guarda y custodia
, y debido a que el Fobaproa no contaba con las instalaciones necesarias y adecuadas, así como de personal calificado para guardar, conservar y vigilar obras con valor artístico y comercial de relevancia. Asimismo, esto permitiría que las piezas fueran exhibidas al público en general
.
Con la finalidad de rescatar el patrimonio cultural de la nación
, el Conaculta solicitó al Congreso de la Unión emitir las declaratorias respectivas para que las obras pudieran ser donadas al gobierno por conducto de la Secretaría de Educación Pública, dado que, por ejemplo, desde 1980 existe un decreto que declara a la totalidad de la obra de David Alfaro Siqueiros, incluyendo la de caballete, la obra gráfica, los murales y los documentos técnicos, monumento artístico nacional, sean de propiedad nacional o de particulares
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Los cuadros de José María Velasco pertenecían a Banco Unión (de Carlos Cabal Peniche). También fue hasta 2001 que se concretó la donación, luego de que se revisó y confirmó que desde 1943 la obra artística de este autor fue declarada monumento artístico por decreto presidencial.
No corrieron la misma suerte óleos y obra gráfica de Manuel Felguérez, Juan Soriano, John Frederick Herring, Luis Nishizawa y Vicente Rojo, entre otros, las cuales fueron subastadas en esos años con el fin de que los recursos se destinaran a reducir el costo asociado a los programas de apoyo a ahorradores
, explicó el IPAB.
En agosto de 2000, un remate recaudó 4 millones 7 mil pesos, sobre todo por el porcentaje de piezas colocadas: de 305 obras se vendió 77 por ciento, cuando la cifra habitual de las subastas es de 50 por ciento.
De aquella venta, trascendió, la galería López Morton, responsable de la puja, se llevó por comisión al menos 600 mil pesos, si bien se contó con una obra estelar: México desde la hacienda de Los Morales, del estadunidense Conrad Wise Chapman (1840-1910), pieza que por sí misma generó ingresos por un millón 700 mil pesos, y hoy forma parte de la Fundación Carlos Slim.
Los más codiciados
En una entrevista concedida a este diario en mayo de 2000, el entonces director del Inbal, Gerardo Estrada, explicó: Nosotros negociamos para que la obra que se considera importante quede en custodia de los museos. No nos interesa la obra gráfica, sino la pintura original
, y dijo que otras piezas patrimoniales sí podían ser intercambiadas de manera comercial, pero se encuentran limitadas para salir del país
(La Jornada, 31/5/2000).
Para los coleccionistas fue una decepción que se retiraran de subastas los cuadros de Velasco, pues esperaban desde 1991, cuando un cuadro de ese autor fue vendido en Nueva York en 2 millones 420 mil dólares, cuando su precio de salida fue de 800 mil dólares.
Poco después, el cuadro Valle de México desde el cerro de Tenayo apareció como parte del museo Velasco en Toluca. Un corredor lo habría comprado en nombre de un coleccionista privado y éste lo cedió en comodato al recinto.
Según datos del IPAB, se subastó un díptico de Rufino Tamayo titulado Adán y Eva; México bajo la lluvia, obra mixta sobre tela de Vicente Rojo, y la mixografía de Fernando de Szyszlo, Casa 8 interior, pertenecientes, respectivamente, a Banca Cremi, Banpaís y Banca Unión.
También se remataron un óleo sobre tela de Vicente Gandía, óleos de Luis Filcer (Cerro de la Estrella y Cozumel al anochecer), así como la técnica mixta Da vueltas el mundo, de Javier Arévalo, y la escultura Cabeza de caballo, de Pedro Cervantes.
Hubo cuatro Siqueiros (obra gráfica) que se pusieron a disposición del mercado: una a color sin título de la serie Mourlot, otra al carbón titulada América Latina, una más al carbón conocida como El guardián de la paz y otra litografía a color sin título. Por cada una de éstas se pagó, en su momento, 15 mil dólares.
Si bien la colección del IPAB tenía un costo estimado cercano al millón de dólares, de acuerdo con expertos, como informó ayer La Jornada, sólo recaudó unos 11 millones de pesos, con varias inconsistencias en el proceso en cuanto al número de obras, así como a la determinación de piezas de gran valor artístico
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Según el instituto, el proceso fue el siguiente: en abril de 1997 comenzó la primera depuración que consistió en separar las obras más importantes
que, por su valor artístico, son consideradas excepcionales, y, en segundo término, las obras decorativas con valor artístico
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Una comisión, entre quienes figuraron Luis Ortiz Macedo y Mariana Pérez Amor, seleccionó las 105 obras que originalmente se consideraron artísticas de acuerdo con información publicada por este diario en 1999.
Las pinturas fueron adquiridas por los banqueros en el auge salinista como decoración de sus oficinas. Diputados, entonces de la oposición, encargados de investigar el Fobaproa, narraron que en Banco Anáhuac, Juan Antonio Zepeda aceptó la compra de cuadros en grandes cantidades, con valores entre 5 mil y 25 mil dólares. Quisieron convertir los edificios de los bancos en palacios semejantes a los de Nueva York. Es así que en la Casa de Bolsa Estrategia Bursátil Altavista se encontraron nueve litografías, por un valor de 15 mil dólares cada una, de la inspiración de Siqueiros. (Los banqueros) tomaban recursos del banco para comprar obras de arte codiciadas, y fue una práctica generalizada para sentirse parte de la plutocracia. No se sabe con exactitud el destino de la gran mayoría de las obras
(La Jornada, 12/11/99).
Cuando sucedió lo del Fobaproa, denunciaron los legisladores, en Banpaís se recuperó una cantidad importante, aunque sólo pasaron cuadros de valor mediano. Las obras se revendieron, se remataron, porque tenían controlados a los contralores
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