
Camila Fabbri reúne 17 relatos sobre lo salvaje que subyace en la naturaleza y en lo cotidiano
Camila Fabbri reúne 17 relatos sobre lo salvaje que subyace en la naturaleza y en lo cotidiano
▲ En entrevista, la escritora argentina compartió que crea a partir de ideas abstractas.Foto cortesía de Almadía
Reyes Martínez Torrijos
Periódico La Jornada
Martes 6 de mayo de 2025, p. 4
La escritura es un oficio muy vinculado con la infancia, que siempre genera realidades posibles
; es inventar cosas y está más conectada con la niñez que con la vida adulta, de acuerdo con la narradora argentina Camila Fabbri.
A propósito de su libro de cuentos editado de forma reciente, Estamos a salvo, la escritora contó a La Jornada que nunca entra a un texto con una idea cerrada. Siempre tengo más bien una abstracción. Creo que trabajo así
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Fabbri reconoció que en su forma de crear 20 por ciento es consciente, puede hablar de ello; el 80 por ciento restante es inconsciente, y “una no tiene idea de qué hace con las palabras. Deviene de la personalidad, de la identidad. Probablemente escribo como hablo o hay algo de ese juego con las palabras, de no dejar nunca que se acomoden del todo. Sin duda, eso me parece más intuitivo y no lo podría identificar.
Lo primero es encontrar la voz. La mayoría de los relatos están escritos en primera persona y de principio localizar qué pasa con esa voz o cuál es su cuestionamiento respecto de qué. A partir de ahí, ir deshilvanando. Van apareciendo imágenes que van como creando una anécdota, que es una especie de conglomerado en contra o en favor de algo.
El volumen, coeditado por Almadía y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, reúne 17 historias en contra de la idea de estar a salvo. Tienen la misma hipótesis relacionada con la vida animal y humana, y lo salvaje de la naturaleza y de la vida ordinaria. Por ahí las coincidencias. Es un poco la búsqueda al escribir todas esas historias
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Fabbri reseñó una línea que corre debajo de la narración evidente y que plantean las citas de National Geographic, como si fuera una guía de lectura para tratar de dar una identidad en conjunto. Reina la cotidianidad, el hiperrealismo y que hay un detalle que le da un fundamento digno de ser contado
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Añadió que en cada texto encuentra ese pequeño hilo del que empiezas a tirar, como en la historia de los niños que salen del kínder vueltos adultos. Cosas que no tienen una explicación y podrían estar pasando o también podrían ser sólo sensaciones. Igual son ideas
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Los escritos, continuó la cuentista, dan vuelta a las afirmaciones de lo que ya sabemos desde el sarcasmo. La mayoría están contados en primera persona y rige mucho el personaje y cómo ve las cosas y de qué modo las puede contar. Pasa mucho por el tamiz de la interpretación personal y no tanto de un narrador omnisciente. Tiene buena parte de ese estado febril del personaje, tomado por algo. Eso me parece que es otro elemento que unifica las historias
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La también novelista reiteró que el libro es como un manifiesto en contra de la frase que lo titula, Estamos a salvo, como mil maneras de no estarlo. Esa es una linda forma de verlo. Un nombre puesto totalmente desde el sarcasmo y un tratado para no contarlo de forma directa y decir todos los reveses que puede tomar esa afirmación
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Refirió que su primer libro fue una reunión de cuentos en la que se reparten un montón de personajes, posibilidades de encastrarlos, de locaciones y situaciones posibles y no posibles. Esa es también la ley del cuento: crear distintas realidades, y en la que hay algo mucho más consecuente con esa realidad que es única, y no hay tantas variables
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Relató que su más reciente narración es una novela, La reina del baile, que tiene mucho más de la vida ordinaria, de una persona que reside en una casa y tiene un trabajo.
Fabbri mencionó que los cuentos reunidos en esta compilación fueron escritos en momentos distintos; el grueso surgió entre 2016 y 2019 o 2020, y esas historias no habían visto la pandemia
. Concluyó que después de la emergencia sanitaria hubo un reordenamiento del mundo, que ahora está en el ojo de la tormenta. La pregunta de si estamos a salvo está mucho más presente que antes de la pandemia
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