
Entre cabildeos y "chatarritas": así operaron las políticas de nutrición con Calderón y Peña
Cuando atender la obesidad comenzó a ser una urgencia mundial, México empleó políticas de nutrición para quitar refrescos en escuelas.
Escucha la segunda parte del especial con producción de René Garza Betancourt
Luz Cecilia Andrade
En los 80 y los primeros años del sexenio de Vicente Fox, se planteó la urgencia de emplear las medidas que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó en 2002 a los gobiernos para afrontar el sobrepeso y obesidad.
Con Julio Frenk Mora al frente de la Secretaría de Salud, el país adoptó la Estrategia Global sobre Régimen Alimentario y Actividad Física de la Organización Mundial de la Salud, para poner freno a la crisis de salud.
Las estrategias involucraban:
- Etiquetado frontal para alimentos no saludables.
- Restringir la comida chatarra en las escuelas.
- Regular la publicidad de estos alimentos.
- Implementar un impuesto del 20% a las bebidas azucaradas.
Sin embargo, el nuevo gobierno, encabezado por el panista Felipe Calderón, tampoco tomó medidas para reducir el consumo de la comida chatarra en las escuelas. Él aseguraba otra cosa.
Refresqueras con ventaja frente a iniciativas
Una de las primeras señales de lo que sería su política pública en materia de nutrición fue la respuesta de la entonces secretaria de educación pública, Josefina Vásquez Mota, quien se negó a retirar la comida de las escuelas.
Lo anterior, bajo el argumento de que la prohibición de alimentos no era el mejor camino para prevenir el sobrepeso y la obesidad en la infancia. Incluso, firmó acuerdos con PepsiCo y Coca Cola para promover estilos de vida saludables dentro de las instituciones de educación, comentó Guillermo Bermúdez, investigador y periodista de ciencia.
“Resulta que su secretaria de educación, en aquel entonces Josefina Vázquez Mota, le abrió la puerta de par en par a la industria de los alimentos entre comillas que digamos comestibles y bebidas azucaradas porque hizo un convenio con las refresqueras para poder distribuir al interior de esto.”
Estas incongruencias en las políticas e iniciativas de salud continuaron cuando un grupo de expertos del Instituto Nacional de Salud Pública determinó que la mejor bebida era el agua simple, y que era necesario reducir el consumo de bebidas azucaradas. De acuerdo con estudios de la época, México tenía la mayor tasa de defunciones por enfermedades no transmisible relacionadas con el consumo de bebidas azucaradas.
Pero los esfuerzos de los especialistas no lograron impedir que el cabildeo político por parte de las principales empresas de alimentos procesados como Coca Cola FEMSA y PepsiCo, ambas pertenecientes al Consejo Mexicano de la Industria de Productos de Consumo en México, frenara esta y otras iniciativas. Así lo explicó el doctor e investigador del Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubirán, Abelardo Ávila Curiel.
“Hay una resistencia brutal inducida justamente por estos grupos, básicamente con México, con sus cabilderos, con sus diputados, con sus legisladores, con sus funcionarios y fueron colocando, bueno, hasta colocaron un presidente de la república que estuviera completamente identificado con sus intereses”.
Otro año crucial durante el sexenio de Felipe Calderón fue 2010, cuando las secretarías de Salud y de Educación Pública, en colaboración con el Instituto Nacional de Salud Pública. En el trabajo coordinado establecieron los lineamientos para la venta de alimentos y bebidas en los planteles de educación básica.
Productos con alto contenido calórico
El grado de penetración de la industria en los espacios gubernamentales y de toma de decisiones fue tal, que permitieron su participación en el diseño de estos lineamientos. Aunque las empresas no pudieron impedir que los refrescos salieran de las escuelas, sí lograron conservar jugos y yogures con alto contenido calórico.
En este espacio de decisión determinaron que el problema de salud no eran los alimentos, sino las cantidades, lo que dio origen a las llamadas “chatarritas”, es decir, a la reducción de las porciones de comida ultraprocesada en las escuelas.
Para 2013, en el sexenio del priísta Enrique Peña Nieto, desarrollaron los lineamientos de la Estrategia Nacional para la prevención y el control del sobrepeso, la obesidad y la diabetes, donde se regularían las recomendaciones de la OMS, la publicidad, el etiquetado, así como los alimentos de las escuelas y los impuestos.
Sin embargo, para actores de la sociedad civil como Alejandro Calvillo, del Poder del Consumidor, estas modificaciones fueron muy a modo, diluidas en la práctica y, nuevamente, en favor de la industria.
“Lo presenta Peña Nieto, ¿no? Lo presenta ahí en el Instituto Nacional de la Nutrición, un acto así protocolario inmenso, ¿no? Y al lado de él está sentado el director regional de Coca-Cola ¿no? Dice ‘Bueno, ¿qué? ¿Qué tenía que hacer ahí?’ Les había molestado el impuesto porque sabían que se venían el impuesto del 10 %, pero les dieron un etiquetado a modo”.
Hacia finales del peñismo, organizaciones, activistas, especialistas e instituciones públicas pusieron énfasis en la urgencia de contar con espacios, voces y decisiones políticas que dieran solución al problema de salud. Con esto, poner fin a la incertidumbre sobre las futuras políticas de salud que se aplicarían en la gestión de quién sería el próximo presidente, Andrés Manuel López Obrador.
En la próxima cápsula, se explicará en qué consistieron las iniciativas que lanzó el gobierno lopezobradorista en materia de nutrición, así como los avances y tropiezos que enfrentaron.
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