
Minería y logística: inclusión, infraestructura y sustentabilidad como ejes del cambio
“Somos un país con minería, pero todavía no un país minero”, afirma Mercedes. En ese marco, comparte su visión sobre un sector que no se puede concebir sin sustentabilidad, sin inclusión y sin diálogo con las comunidades involucradas. Hoy en día, la comunicación y la implementación de políticas de integración son fundamentales.
La minería necesita de todo: transporte, infraestructura, proveedores. Es una industria madre. Un proyecto minero requiere desde alimentos hasta servicios técnicos especializados. Sin logística eficiente ni planificación en comercio exterior, la actividad no puede desarrollarse.
Hoy vemos una oportunidad muy clara para generar sinergias. Pero también hay cuellos de botella en infraestructura que dificultan el desarrollo. Para que los proyectos avancen, es necesario invertir y planificar con una mirada integrada, que incluya transporte, conectividad y sostenibilidad.
Hoy no se puede hablar de minería sin hablar de sustentabilidad. El mundo necesita minerales como el cobre y el litio, pero exige que se obtengan con responsabilidad ambiental y compromiso con las comunidades locales. Argentina ha aprendido mucho de errores pasados: ya no se puede llegar a un lugar sin antes dialogar con su gente.
Hubo momentos en que los proyectos mineros avanzaban sin tener en cuenta a las comunidades, y eso generó conflictos. Hoy se sabe que el primer paso es el diálogo con los territorios. No hay otra forma de hacer minería. Las empresas que llegan deben entender esa responsabilidad y actuar en consecuencia.
Somos un país con minería, pero todavía no un país minero. Eso implica que tenemos modelos que podemos tomar de referencia y adaptar. Es una gran oportunidad para hacer las cosas bien desde el principio.
Tenemos que aprender de quienes llevan más tiempo desarrollando esta industria. La mirada local es importante, pero también necesitamos incorporar experiencias globales para construir una minería moderna, responsable e inclusiva desde sus cimientos.
Actualmente, solo el 12% de quienes trabajan en el sector son mujeres. Cuando iniciamos esta red, apenas llegábamos al 7%. La mayoría ocupa roles administrativos o de limpieza, aunque cada vez se suman más en áreas como la operación de camiones, gracias al avance tecnológico.
Uno de los grandes desafíos es aumentar ese cupo. A veces, el lenguaje de las búsquedas laborales no invita a postularse. Si una oferta dice “buscamos geólogo”, muchas mujeres no aplican. También enfrentamos la fuga de talentos: cuesta mucho sostener la permanencia femenina, principalmente por las tareas de cuidado. La maternidad y el cuidado de familiares suelen recaer sobre las mujeres, y los turnos prolongados en mina (de hasta 14 días fuera de casa) hacen muy difícil la conciliación.

Estamos trabajando en la creación de campamentos mineros inclusivos, con condiciones básicas que muchas veces no estaban contempladas, como baños adecuados. También impulsamos la corresponsabilidad en licencias de cuidado, para que los varones también se involucren. Hay empresas que ya otorgan licencias igualitarias, pero muchos hombres no las toman por miedo a ser mal vistos. Es clave que cambiemos esa percepción si queremos una industria más justa.
A todo esto se suma la necesidad de capacitar. Si no formamos a las mujeres para los roles que se van a necesitar, no vamos a poder cubrir la demanda. No se trata solo de abrir la puerta: hay que acompañar con formación y condiciones reales de permanencia.
Que se acerquen, que se capaciten, que participen. Hay mucho por hacer. Esta industria va a necesitar muchos recursos humanos si se concretan todos los proyectos en carpeta. Lo mismo aplica para logística y comercio exterior: los desafíos de género son parecidos, desde el tiempo fuera de casa hasta los prejuicios.
Mi consejo es que se conecten con otras mujeres del sector. Las redes abren puertas, y colaborando se avanza más rápido. Que no esperen a tener todo resuelto: el momento es ahora, hay que estar preparadas.
Durante mucho tiempo, decir que trabajabas en minería era motivo de rechazo. Hoy las puertas se abren, y la industria ya no se asocia automáticamente con contaminación, sino con oportunidades. Eso es un gran cambio que seguramente se va a seguir marcando.
Mi deseo es que se desarrollen más proyectos, que lleguen inversiones, que las comunidades se beneficien y que muchas más mujeres puedan decir: “La minería me cambió la vida”. Hay cientos de trabajadoras de esta industria que hacen un trabajo increíble. Ojalá podamos visibilizarlas más y construir una industria donde todas tengamos un lugar.