
“En una era en la que todo es instantáneo, escribir una carta es un acto de resistencia”
En una era en la que todo es instantáneo, escribir una carta es un acto de resistencia
Daniel López Aguilar
Periódico La Jornada
Sábado 31 de mayo de 2025, p. 2
Al filo del mediodía, entre mármoles centenarios y escalinatas doradas, un grupo de personas subió hasta el cuarto piso del Palacio Postal del Centro Histórico capitalino como si ascendiera a una cápsula del tiempo.
Allí, frente al reloj detenido que corona la estructura, comenzó un ritual de tinta, memoria y emoción: la primera sesión del taller Rencontrar la memoria, guiado por la artista mexicana de origen ruso Ioulia Akhmadeeva, como parte complementaria de su exposición Territorios alterados, que se presenta en el Museo Nacional de la Estampa (Munae).
Sentados alrededor de tres mesitas, los asistentes desplegaron postales, collages impresos, imágenes familiares que parecían recién salidas de un álbum antiguo. Las intervinieron con sellos, plumillas, colores y retazos de pensamientos dedicados a quienes habitan su recuerdo.
Las imágenes elegidas para las postales no eran al azar: eran reproducciones a escala de obras incluidas en la muestra. Al concluir el taller, cada carta fue enviada por correo a sus destinatarios, en un gesto que revivió el acto íntimo de la escritura epistolar.
En un tiempo en el que todo es instantáneo, escribir una carta es un acto de resistencia
, señaló Akhmadeeva, nacida en Krasnodar en 1971, mientras compartía la historia detrás de su obra: un archivo íntimo de fotografías, cartas, objetos y documentos que han resistido guerras, migraciones y pérdidas.
Frente a los asistentes, explicó la importancia del arte epistolar en pleno siglo XXI. La carta no es sólo un mensaje: es la presencia física de alguien en un pedazo de papel. Eso, hoy, es más valioso que nunca
.
La artista exhibió algunas piezas de su exposición: una colcha bordada con retazos familiares, una olla de aluminio que perteneció a su abuela e ilustra la historia de Tanya Sávicheva durante la Segunda Guerra Mundial, un cuello de encaje confeccionado por su madre.
Estas piezas no son objetos, son supervivencias
, añadió. Y con ellas, fue posible tender puentes emocionales entre geografías y generaciones.
Una de las participantes, Carolina Martínez, eligió intervenir la imagen de una niña con vestido de terciopelo. “Escribir a mano, dedicar un espacio a nuestros seres queridos, incluso a quienes ya no están… es una manera de que no se pierdan. De que sigan existiendo”, afirmó en entrevista con La Jornada.
A su lado, su hija de nueve años dibujaba concentrada. Que las nuevas generaciones aprendan a hablar con el corazón, sin pantallas de por medio, me parece esencial
, añadió Martínez, de Ecatepec.
Aldo Cano, artista y educador, seleccionó un cuello de crochet como imagen central de su postal. Lo relacioné con el cuidado. Viajo mucho y no veo seguido a mis sobrinas. Pero esto me hizo sentir cerca. Pude poner algo de mí, con mi sello personal: el embrión dentro de un vientre
.
▲ Los asistentes desplegaron postales, collages impresos, imágenes familiares, y las intervinieron con sellos, plumillas, colores y retazos de pensamientos dedicados a quienes habitan su recuerdo.Foto Germán Canseco
En su texto, combinó el lenguaje de Akhmadeeva con su propio trayecto migrante: originario de Chihuahua, vivió en Ciudad Juárez, luego Guanajuato, y Baja California Sur. En una semana, emprenderá una travesía por Europa. Soy nómada. Esto me hizo sentir anclado por un momento
.
Bárbara Uribe, contadora de profesión y bordadora por vocación, encontró en el acto de escribir un homenaje a las decisiones que cambiaron su vida. Eligió enviar su epístola a su madre.
Cuando era adolescente, ella decidió que nos mudáramos de la Ciudad de México a Cuernavaca. Allá encontré el amor, nacieron mis hijos. Esta misiva es para agradecerle haber migrado
. Al intervenir una imagen que recordaba un patchwork de vivencias, pedacitos de muchas situaciones de la vida
, comprendió que cada decisión familiar también borda territorios.
Tere Villanueva, diseñadora editorial y encuadernadora, llevó su mensaje más allá de las fronteras: la dirigió a la Casa por la Identidad de las Abuelas de Plaza de Mayo, en Buenos Aires, Argentina.
Me conmueve profundamente cómo, después de 50 años, esas mujeres siguen buscando a sus nietos desaparecidos. Su lucha se convirtió en algo colectivo, en avances para los derechos humanos y la memoria histórica. En México nos falta eso
. En su escrito citó el canto que se escucha cada jueves en la plaza: Hasta donde estén, los iremos a buscar
.
En la sala, todos escribieron y dieron forma a su creatividad. En silencio, pero con entusiasmo. Cada postal contenía, además de palabras, una intimidad abierta al mundo.
En una ficha informativa, el Munae subraya: Los museos deben crear diálogo y conciencia. Este taller habla de lo que hemos vivido como sociedad, de lo que seguimos viviendo: migración, violencia, y fracturas. No podemos olvidarlo. El arte tiene que recordárnoslo
.
Territorios alterados, curada por David García, está compuesta por 43 piezas que entretejen técnicas como litografía, siligrafía, colotipia, algrafía, collage y cerámica. La narrativa curatorial invita a recorrer la obra como una red: cada pieza remite a otra, cada memoria llama a otra.
Se puede visitar de martes a sábado de 10 a 18 horas, y los domingos con entrada libre, en el Munae (avenida Hidalgo 39, colonia Centro Histórico, alcaldía Cuauhtémoc). El costo general es de 75 pesos y concluye el 6 de julio.