
China se ha lanzado a por las riquezas del sistema solar y nadie se ha dado cuenta
China lanzó ayer una misión que, bajo su apariencia puramente científica, marca el inicio de facto de una nueva carrera para dominar los recursos del sistema solar. Quien controle la extracción minera en el espacio contará con material ilimitado para dominar la Tierra y el resto de nuestro barrio estelar. La nave Tianwen-2, equipada con nuevas herramientas de minería espacial para obtener muestras de dos intrigantes objetos interplanetarios, servirá para conocer la realidad detrás de estos cuerpos celestes pero también será el primer banco de pruebas para las operaciones de extracción que vendrán en el futuro.
La NASA y JAXA —la agencia japonesa— ya trajeron muestras de otros objetos, todas recogidas con palas. China lo hizo también de la luna. Y la misión Psyche de la NASA está ahora en vuelo en dirección al asteroide que lleva su mismo nombre. Esa nave tardará más de seis años en llegar a una roca situada a unos 450 millones de kilómetros de distancia de la Tierra y que se estima que puede contener metales preciosos por valor de 10.000 billones de dólares, noventa veces el valor de toda la economía mundial. Esta misión es el primer paso hacia la futura explotación de este cuerpo celeste y el arranque de la minería espacial, una industria que promete recursos casi ilimitados y evitar que la humanidad siga destrozando la Tierra. Pero China no se está quedando de brazos cruzados y quieren adelantar a EEUU practicando la primera extracción mineral en el espacio profundo.
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Omar Kardoudi
¿Qué están haciendo?
El cohete Chang Zheng 3B/E despegó el 28 de mayo de 2025 desde el Centro de Lanzamiento de Satélites de Xichang, en la provincia china de Sichuan. En su interior transportaba la nave Tianwen-2, iniciando una década de travesía hacia Kamo’oalewa, un misterioso objeto del que desconocemos su origen y que orbita junto a la Tierra sin ser su satélite.
Este objeto, descubierto en 2016 por el telescopio Pan-STARRS en Hawái, recibe su nombre de un canto hawaiano que significa «fragmento espacial oscilante». Kamo’oalewa pertenece a la categoría astronómica de cuasi-satélites: cuerpos que acompañan a un planeta sin estar atrapados por su gravedad. Su órbita en forma de herradura lo mantiene entre 5,8 y 15,3 millones de kilómetros de la Tierra —entre 38 y 100 veces la distancia lunar—, acompañándonos desde hace un siglo. Con un tamaño aproximado de 100 metros de largo y una rotación frenética de 28 minutos, su superficie refleja luz de modo similar a minerales lunares erosionados por partículas cósmicas.
Esta última peculiaridad sugiere un origen insólito. Los científicos han simulado impactos capaces de desprender fragmentos de este tamaño de la Luna rastreando cráteres compatibles hasta llegar al principal candidato: Giordano Bruno, una depresión de 22 kilómetros en la cara oculta lunar formada hace entre 100 y 1.000 millones de años. Su espectro luminoso coincide con el de Kamo’oalewa, reforzando la hipótesis de que sería el primer fragmento lunar identificado como asteroide independiente.
La Tianwen-2, construida por la Academia China de Tecnología Espacial, tardará un año en alcanzar su objetivo. Los once instrumentos que transporta podrían revelar cómo los impactos extremos alteran la composición mineral de los cuerpos rocosos, detectar trazas de agua o compuestos orgánicos esenciales para la vida, y estudiar la evolución térmica del asteroide mediante un magnetómetro que busca campos magnéticos residuales. Entre estas herramientas hay, por ejemplo, un espectrómetro visible-infrarrojo —que identifica minerales al descomponer la luz reflejada—, un radar de penetración para escanear estructuras subterráneas y analizadores de partículas que examinan el polvo y gas circundantes.
China prevé obtener al menos 100 gramos de material pero, para realizarlo, tendrá que resolver retos técnicos sin precedentes. Tras completar esta fase en 2027, la sonda liberará una cápsula con las muestras al pasar cerca de la Tierra. Aprovechará entonces la gravedad terrestre para impulsarse hacia el cometa 311P/PANSTARRS, un asteroide activo que orbita entre Marte y Júpiter pero desprende polvo como un cometa. Esa llegada está prevista para 2034.
La rotación ultrarrápida del asteroide y su naturaleza desconocida —podría ser roca compacta o un conglomerado de escombros— obligan a tres estrategias alternativas. La primera implica un contacto fugaz donde un brazo robótico recoge material al rozar la superficie. La segunda emplea una sonda de succión para aspirar regolito, término que designa la capa superficial de polvo y rocas fragmentadas.
Minería espacial
La tercera, y aquí está la clave para el futuro minero del sistema solar y el acelerón chino para conseguir un logro sin igual, requiere anclar la nave con cuatro brazos y usar taladros para extraer muestras del subsuelo. Nunca se ha utilizado antes.
El método de anclaje con taladros será para obtener datos científicos pero será un banco de pruebas definitivo para futuras operaciones de minería espacial. China, que ya planea misiones robóticas a la Luna para 2030, podría escalar esta tecnología para extraer helio-3 del regolito lunar —un combustible potencial para fusión nuclear— o metales preciosos de asteroides cercanos.
Como señala Marco Fenucci, matemático de la Agencia Espacial Europea: «Estoy realmente emocionado por lo que está por venir y por ver qué sorpresas revelará este asteroide». Expertos en recursos espaciales añaden que dominar estas técnicas podría definir la próxima carrera económica: quien controle el acceso a materiales extraterrestres dominará cadenas industriales estratégicas. Tianwen-2 no solo busca respuestas sobre nuestro pasado cósmico; ensaya un modelo de explotación que alimentará el futuro global.
Y, como ha hecho en la Tierra dominando todas las cadenas de suministro de materiales claves para la tecnología, China querrá hacer lo mismo con la mayor oportunidad de negocio y expansión tecnológica de la historia.
China lanzó ayer una misión que, bajo su apariencia puramente científica, marca el inicio de facto de una nueva carrera para dominar los recursos del sistema solar. Quien controle la extracción minera en el espacio contará con material ilimitado para dominar la Tierra y el resto de nuestro barrio estelar. La nave Tianwen-2, equipada con nuevas herramientas de minería espacial para obtener muestras de dos intrigantes objetos interplanetarios, servirá para conocer la realidad detrás de estos cuerpos celestes pero también será el primer banco de pruebas para las operaciones de extracción que vendrán en el futuro.