
Recursos en la Luna: metales valiosos y agua para la minería espacial | EL ESPECTADOR
Imagen de radar de apertura sintética del cráter Tycho de la Luna, con una resolución de 5 metros.
Foto: Raytheon Technologies
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La extracción de recursos de los cuerpos del Sistema Solar ha sido un interés y un sueño para la humanidad durante las últimas décadas de desarrollo científico. Los hombres miran al cielo no solo con asombro, sino también con la esperanza de encontrar nuevas fuentes de energía, minerales y materias primas. Con el aumento del interés comercial en el espacio, también ha crecido el deseo de obtener recursos valiosos fuera de la Tierra. Varias empresas están enfocadas en extraer metales raros como los del grupo del platino (PGM) y agua de asteroides cercanos a la Tierra, así como helio-3 y agua de la Luna.
Los científicos estudian los asteroides usando luz (espectros ópticos), señales de radar y fragmentos de meteoritos que han caído a la Tierra. Gracias a esto, se cree que los asteroides tipo M son ricos en metales como hierro y níquel, y que también contienen pequeñas cantidades de platino y otros metales valiosos. Por otro lado, los asteroides tipo C parecen tener minerales con agua en su interior. Cuando se habla de “minar” un asteroide, no basta con que tenga esos recursos: también debe ser económicamente viable.
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Es decir, el valor del material debe ser mayor que el costo de llegar al asteroide, extraer el recurso y traerlo de vuelta o usarlo en el espacio. Para saber cuántos asteroides cercanos a la Tierra tienen suficiente metal o agua como para que valga la pena explotarlos, el investigador Martin Elvis desarrolló en 2014 un modelo matemático basado en probabilidades. Este modelo estima cuántos asteroides podrían ser realmente útiles para la minería espacial, tanto por su contenido de metales como de agua.
Pero en un nuevo artículo publicado en Planetary and Space Science, se estudia el caso de los asteroides que han chocado contra la Luna. Los resultados sugieren que podría haber entre 10 y 100 veces más cráteres con materiales valiosos en la Luna que asteroides cercanos a la Tierra con contenido mineral interesante. Esto indica que extraer recursos de cráteres lunares podría ser más rentable y práctico que hacerlo en asteroides en el espacio.
Minería humana en la Luna
Se sabe que el suelo lunar, llamado regolito, contiene materiales que no son propios de la Luna. Estos provienen del viento solar, de asteroides y de cometas que han impactado su superficie y formado los muchos cráteres que vemos hoy. Por lo general, cuando un asteroide impacta, se espera que gran parte de él se vaporice y se disperse por el área del cráter. Solo unos pequeños fragmentos podrían sobrevivir. Sin embargo, algunas investigaciones recientes muestran algo muy diferente: en determinados casos, la mayor parte del asteroide puede sobrevivir al impacto, aunque quede deformada.
En 2004, ya otros investigadores hicieron una estimación simple: calcularon que unos 28.000 cráteres lunares podrían contener minerales de platino, suponiendo que los asteroides metálicos tipo M hayan formado el 3% de todos esos cráteres. En este nuevo artículo, los autores aplican una versión actualizada del modelo y hacen otra estimación.
Si se consideran cráteres de al menos 1 kilómetro de diámetro, el nuevo estudio apunta a que podría haber hasta 6.500 cráteres con restos de asteroides que contienen metales del grupo del platino (metales valiosos como el platino, paladio, etc.), y hasta 3.400 cráteres con restos que contienen agua, en forma de minerales hidratados. Si se usa un criterio más estricto (cráteres de 5 km o más), la estimación baja a menos de 400 cráteres con metales del grupo del platino. Estos números son entre 10 y 100 veces mayores que la cantidad de asteroides cercanos a la Tierra que se cree que contienen minerales.
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El platino y el paladio, por ejemplo, son metales extremadamente valiosos para la humanidad debido a su papel en nuevas tecnologías. Ambos se usan principalmente en catalizadores para automóviles, donde ayudan a reducir las emisiones contaminantes, haciendo que los vehículos sean menos dañinos para el planeta. Además, son esenciales en la electrónica, la medicina —por ejemplo, en tratamientos contra el cáncer y prótesis dentales— y la fabricación de joyas. Su alta resistencia, conductividad y escasez en la Tierra los convierten en materiales estratégicos para el desarrollo de tecnologías limpias como las pilas de combustible y baterías avanzadas, claves en la transición energética.
La conclusión es que podría ser más útil y rentable extraer minerales de los cráteres lunares (donde impactaron asteroides) que intentar hacerlo en asteroides que aún están en el espacio. Sin embargo, de la teoría a la práctica hay retos que no son fáciles de sortear.
Incluso si se lograran superar los desafíos tecnológicos —que incluyen no solo la extracción, posiblemente mediante maquinaria robótica, sino también el transporte de los recursos a la Tierra— aún quedarían pendientes importantes cuestiones legales por resolver. El derecho internacional sobre la minería lunar sigue siendo ambiguo.
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Aunque existen tratados espaciales, no hay una normativa clara y específica sobre la propiedad o explotación de los recursos naturales de la Luna. El tratado del Espacio Exterior (firmado en 1967) es el documento legal más importante sobre actividades en el espacio y establece que la Luna y otros cuerpos celestes son patrimonio de toda la humanidad, no pueden ser reclamados por ningún país y aunque se permite la exploración y uso pacífico del espacio, no aclara si los recursos pueden ser explotados y poseídos comercialmente. En 1979 otro tratado (Acuerdo sobre la Luna) intenta ir más alla y regular la explotación de recursos lunares. Declara que la Luna y sus recursos naturales son patrimonio común de la humanidad y establece que se debe crear un régimen internacional para regular la minería lunar. Sin embargo, casi ningún país con capacidad espacial (como EE. UU., Rusia o China) lo ha firmado ni ratificado, por lo que tiene poco peso práctico.
Finamente, hay nuevas iniciativas como los Acuerdos de Artemisa, lanzados en 2020. Impulsados por EE. UU., estos acuerdos buscan establecer principios para la cooperación en la exploración lunar (por ejemplo, creación de “zonas de seguridad” para proteger operaciones mineras), pero son acuerdos bilaterales o multilaterales, no un tratado universal. De hecho, algunos países los critican por contradecir el Tratado del Espacio.
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