
La siniestra predicción de un experto en IA: «solo quedará el 1,2% de la humanidad…»
Aunque las alarmas suelen encenderse cuando se habla de una rebelión de las máquinas, el verdadero riesgo de la inteligencia artificial (IA) podría ser mucho más silencioso.
Según Subhash Kak, reconocido investigador en tecnología y sociedad, la automatización no vendrá con explosiones ni conflictos bélicos, sino con un declive progresivo de las bases que sostienen la vida humana tal como la conocemos.
Kak advierte que el mayor peligro no es la conciencia artificial, sino su eficiencia. A medida que la IA asume más funciones —desde la producción hasta la planificación estratégica—, el trabajo humano pierde relevancia, y con él desaparece la estabilidad que permite sostener familias, comunidades y ciudades enteras.
Una sociedad sin propósito ni personas
«Cuando el trabajo desaparece, también lo hace el sustento para formar una familia», señala el académico. En un mundo donde los costos de vida aumentan, la precariedad se extiende y la esperanza de futuro se diluye, tener hijos dejará de ser una opción viable. La natalidad colapsará, no por decisión, sino por imposibilidad.
Según los cálculos del experto, si esta dinámica continúa, para el año 2300 la población mundial podría reducirse a apenas un 1,2 % de su volumen actual. Es decir, de más de 8.000 millones de personas a cerca de 100 millones, un número equivalente al de países como Japón o el Reino Unido.
Esta transformación no ocurriría con violencia, sino por abandono. Las grandes urbes, hoy centros económicos y culturales, perderán su sentido cuando las empresas prescindan de oficinas físicas y personal humano. La cultura será generada por algoritmos, distribuida digitalmente, y el contacto humano quedará relegado a la nostalgia.

La IA no dominará… porque no lo necesita
Para Kak, es crucial comprender que la inteligencia artificial no tomará el control con intenciones malignas. «No será consciente, no desarrollará emociones. Simplemente hará su trabajo mejor que nosotros». Y en ese proceso, la humanidad le irá cediendo voluntariamente el timón de todos los sistemas.
La automatización ya ha empezado a desplazar funciones humanas en áreas clave: análisis financiero, producción industrial. Logística, educación, incluso relaciones sociales y afectivas mediadas por tecnología. Esta tendencia podría llevar a una sociedad hipertecnificada, pero vacía de vínculos humanos esenciales.
«La IA no eliminará a nadie directamente», concluye Kak. «Pero cuando el sistema ya no te necesita, simplemente te deja fuera», recoge Computer Hoy.