
Agricultura vertical clave para el futuro: Daniel Madariaga Barrilado – RÉCORD
México enfrenta una de las peores crisis hídricas de su historia. De acuerdo con el Monitor de Sequía de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), actualmente el 45.8% del territorio nacional presenta algún grado de sequía; adicionalmente, el 18.4% está anormalmente seco, lo que suma un total de 64.2% de afectación en el país por la falta de lluvias.
Los niveles de sequía extrema y excepcional afectan al 29.6% del territorio, lo que aumenta el riesgo de incendios forestales y puede provocar estrés hídrico, además de acarrear pérdidas al sector agropecuario, lo que afecta la producción de alimentos.
Según el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), el país ha perdido más de 6% de su disponibilidad per cápita de agua en los últimos 20 años, mientras que la ONU advierte que para 2030 la demanda de agua en zonas urbanas superará la oferta disponible en más del 40% si no se implementan soluciones sostenibles.
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En este contexto, Daniel Madariaga Barrilado, empresario mexicano especialista en sostenibilidad, asegura que la agricultura vertical será un pilar fundamental para el futuro alimentario de las ciudades, particularmente en regiones con escasez de agua y alta densidad poblacional.
“Necesitamos dejar de pensar en el campo como el único lugar posible para producir alimentos. Las ciudades pueden y deben convertirse en nuevos polos agrícolas sostenibles”, afirmó.
Frente a una urbanización acelerada, el aumento de la población y el agotamiento de los recursos hídricos, Madariaga Barrilado sostiene que el futuro de la seguridad alimentaria está en la agricultura vertical. Esta solución tecnológica permite cultivar en entornos urbanos con un uso mínimo de suelo y agua, al tiempo que reduce las emisiones asociadas al transporte de alimentos.
«No es exagerado decir que la agricultura vertical redefine la manera en que las ciudades pueden ser más resilientes y sustentables. Ya no podemos depender exclusivamente del campo», afirmó.
La agricultura vertical —cultivo de alimentos en capas apiladas y entornos controlados— ha dejado de ser una propuesta futurista para convertirse en una práctica viable y escalable. De acuerdo con un reporte de Allied Market Research, el mercado global de agricultura vertical alcanzó un valor de US$5.5 mil millones en 2024 y se espera que crezca a una tasa anual compuesta (CAGR) del 24.8% hasta 2032.
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Espacio urbano limitado, solución vertical inteligente
En ciudades como Tokio, Nueva York o Ciudad de México, el espacio para agricultura tradicional es prácticamente inexistente. Según la ONU, más del 68% de la población mundial vivirá en zonas urbanas para 2050, lo que plantea un enorme reto para la producción y distribución de alimentos frescos.
La agricultura vertical no solo optimiza el espacio, sino que también permite un uso eficiente del agua, recurso cada vez más escaso. Mientras que el riego tradicional puede requerir hasta 250 litros por kilogramo de lechuga, los sistemas hidropónicos en torres verticales pueden reducir esa cifra hasta en un 95%, según datos de la Food and Agriculture Organization (FAO).
«La eficiencia hídrica de estas granjas urbanas es clave en un contexto donde dos de cada tres personas podrían vivir bajo estrés hídrico en menos de 20 años», advirtió Daniel Madariaga.
Además, al eliminar el transporte de larga distancia, se reducen significativamente las emisiones de CO₂, lo cual es crítico para mitigar el cambio climático. Según el World Resources Institute, el transporte de alimentos representa hasta un 11% de las emisiones globales relacionadas con la alimentación.
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Tecnología y genética: aliados del nuevo agro
En 2024, uno de los mayores avances en el sector agrícola fue la integración de tecnologías como CRISPR-Cas9, que permite diseñar cultivos más resistentes a enfermedades y sequías. Estas herramientas, junto con sensores, inteligencia artificial y drones, han revolucionado la forma de cultivar alimentos, incluso en interiores. De igual forma, la tendencia de los cultivos transgénicos de nueva generación ha dado paso a plantas capaces de producir sus propios fertilizantes o aportar mayores nutrientes. Estas innovaciones permiten que la agricultura vertical no solo sea sostenible, sino también altamente productiva.
Por ejemplo, granjas verticales como Plenty en California y Sky Greens en Singapur han logrado aumentos del rendimiento de hasta 300 veces por metro cuadrado respecto a la agricultura tradicional, gracias a entornos controlados que eliminan factores de riesgo como clima, plagas y estaciones.
Educación y políticas públicas: el siguiente paso
Pese a su potencial, la agricultura vertical aún enfrenta barreras relacionadas con su alto costo inicial, la falta de conocimiento técnico y regulaciones poco actualizadas. Daniel Madariaga plantea que se requiere un enfoque integral que combine inversión pública, capacitación técnica y alineación normativa.
En México, iniciativas como el Programa Nacional de Agricultura Urbana y Periurbana comienzan a explorar estas alternativas, pero aún son incipientes. Según el INEGI, solo 1.8% de la producción agrícola nacional se realiza actualmente en zonas urbanas.
«Necesitamos políticas urbanas que contemplen a la agricultura vertical como infraestructura crítica, al igual que el transporte o el agua potable. Es una cuestión de resiliencia urbana», concluyó Madariaga Barrilado.