
Por qué en 50 años la opción subterránea predominará sobre la minería a cielo abierto
Las inversiones mineras en Chile seguirán siendo clave para la economía en medio de las débiles proyecciones de crecimiento. Este año, la economía se expandiría 2,1 %, en tanto, el Banco Mundial pronostica un promedio de 2,2% para 2026 y 2027, en comparación con el 2,6 % del año pasado.
La creciente demanda de minerales, como el cobre y el litio, que contribuyen a la descarbonización energética mundial, mantendrían a la minería chilena como un motor estratégico.
Sin embargo, el sector enfrenta varios desafíos, como una caída de las proyecciones de inversión minera, el paso desde la explotación a cielo abierto hacia la minería subterránea, el fortalecimiento de la seguridad de los depósitos de relaves, la licencia social y el polimetalismo.
Estos son algunos de los temas que Juan Rayo, presidente de la asociación Voces Mineras, analiza en esta entrevista con BNamericas. El también director de la firma local de ingeniería JRI ha sido testigo de la transformación operacional de decenas de compañías mineras.
BNamericas: ¿Cómo se ha desempeñado la industria minera de Chile en medio del cambiante e incierto escenario global?
Rayo: [la agencia estatal] Cochilco no está contabilizando adecuadamente las inversiones mineras que ocurren en el país, lo cual implica un riesgo muy grande, puesto que podría provocar una falta de capacidad en algunos rubros relevantes, como la energía eléctrica, especialistas para la minería subterránea o constructoras, además de impedir que los aumentos de la producción se materialicen.
Hace un año logré que Cochilco corrigiera sus datos, subiendo las perspectivas de las inversiones mineras en Chile entre 15 % a 20 %. Según nuestros datos, Chile estará recibiendo inversiones anuales del orden de US$ 10.000 millones en promedio durante los próximos cinco años, una cantidad que puede impactar fuertemente el potencial de desarrollo de Chile.
Además, varias de esas inversiones se destinarán a macroproyectos, donde cerca del 70 % del dinero se queda en el país, a través de la importación de equipos y bienes, pagos de royalties, contratación de ingeniería, tecnologías, construcción, operación y servicios. Esto reactivará mucho a la economía chilena.
BNamericas: Entonces, ¿dejaríamos una etapa de estancamiento para iniciar un nuevo ciclo de reactivación minera?
Rayo: La minería estuvo trancada hace unos cuatro años por tres motivos esenciales. Primero, por los riesgos que implicaba el cambio de Constitución. Segundo, por el ajuste tributario y el cambio de impuestos. Tercero, por la permisología y la judicialización. Si bien ya se resolvieron los dos primeros, aún quedan temas pendientes en los permisos.
Sin embargo, le tengo más miedo a la judicialización que a la permisología porque si bien se requieren en promedio 500 permisos, los permisos finalmente se obtienen. En cambio, no se puede evitar que la Justicia tome acción. Este es un aspecto fuerte para las empresas mineras, ya que la judicialización puede obstaculizar o ralentizar el desarrollo de un proyecto si no se logran acuerdos.
Ante la ley, todos tienen derecho a impugnar la decisión de una autoridad sobre la aprobación de un proyecto, arriesgando resultados como la compensación o la paralización de obras. Esto ya está ocurriendo. Hay decenas de abogados y especialistas tratando de detener proyectos para negociar con las empresas mineras, lo cual finalmente es un chantaje.
BNamericas: ¿Qué problemas relacionados con la licencia social son actualmente un riesgo para el desarrollo minero?
Rayo: La oposición que tiene hoy el proyecto de tierras raras de Penco, donde más del 90 % de la comunidad está en contra de la minería porque les han contado hechos falsos. Pero también influyó la falta de una buena campaña de concientización que explicase en qué consistía el proyecto minero por parte de la empresa. Si no tienes la licencia del pueblo, no se pueden hacer los proyectos.
Esto ya ocurrió en Chile con los proyectos Mina Invierno y Pascua Lama, y ahora las comunidades del valle del Huasco están en contra de otro caso [se oponen al proyecto El Alto de Barrick].
BNamericas: ¿Qué le parece la actual tendencia de impulsar la minería chilena estableciendo de alianzas entre empresas y la creación de distritos?
Rayo: Históricamente, los pares no se ayudaban, salvo en casos puntuales o emergencias. Pero, ahora se busca la colaboración entre mineras porque se han dado cuenta de que es mejor hacer alianzas que trabajar en forma independiente.
La alianza entre Anglo American y Codelco para explotar el sector intermedio entre los rajos Andina y Río Blanco-Los Bronces es un buen ejemplo de cómo generar acuerdos donde ambos ganan. Junto con incentivar más este enfoque, se debería dejar de lado la mala política de la secretividad. Cuando ocurre una falla, lo primero que se trata es de tapar lo ocurrido, en lugar de explicar los motivos y colaborar para que esa situación no vuelva a suceder. Las empresas deben compartirse tanto los aciertos como los errores.
BNamericas: ¿Qué opina de la estrategia nacional de minerales críticos que se promociona?
Rayo: Impulsar a Chile como país polimetálico es buena idea porque se sabe mucho de minería, procesamiento, lixiviación y fundición de cobre, pero poco de tierras raras. También sabemos poco de cobalto, titanio o molibdeno. Se habla de que somos un país minero, pero no somos polimetálicos. Existen países más preocupados por esa materia que nosotros.
Años atrás realicé una auditoría para unas empresas mineras de Armenia, en la [desaparecida] Unión Soviética, y observé que sus leyes en las minas eran similares a las chilenas, pero mientras ellos lograban una recuperación del molibdeno de entre 85 % y 90 %, Chile solo obtenía entre el 50 % y el 60 %.
La razón era que el Estado armenio había clasificado al molibdeno como un producto prioritario para las aleaciones de los tanques en la Segunda Guerra Mundial. Con esa finalidad, habían logrado distinguir al menos siete distintos tipos de sulfuros de molibdeno, encontrando el reactivo adecuado para cada uno, cuando en Chile solo se conocía uno. A la fecha, en Chile todavía existen plantas de Codelco que trabajan con un 60 % de recuperación de molibdeno.
BNamericas: ¿Sería bueno ampliar la capacidad de fundición de Chile o mantener el perfil productor netamente de concentrado de cobre?
Rayo: Para las empresas es más sencillo vender el concentrado a los chinos, sin complicarse, y pagar 30 o 40 centavos de dólar por libra de maquila de fundición y refinación, y transporte a granel. Pero al país le convendría tener una capacidad de fundición más sólida para permitir que esos 30 o 40 centavos que vendrían con el valor agregado, se queden en Chile.
Chile está despilfarrando una oportunidad. Además de cátodos, Chile debería vender alambrones, cables y productos intermedios de cobre.
BNamericas: Considerando la experiencia de JRI en el desarrollo de proyectos mineros, ¿cuáles serán los principales desafíos actuales o futuros?
Rayo: En la próxima década tendremos por lo menos tres desafíos importantes. El primero se relaciona con la explotación minera, ya que será cada vez más desafiante hacer minería subterránea, en vez de minería a rajo abierto. Hoy cerca del 90 % del mineral se extrae a rajo, mientras que el 10 % sale de minas subterráneas, pero esto cambiará de forma sustancial. Chuquicamata ya cambió de rajo a subterránea y varias minas están planificando lo mismo.
Si en Chile, al igual que en otros países, se prohíben los rajos a cielo abierto debido a su impacto ambiental, la minería subterránea será la única forma posible de explotar. Es probable que de aquí a 50 años más, la minería subterránea represente el 80 % y el rajo abierto, el 20 %. Cambiar el esquema será uno de los grandes desafíos.
El segundo desafío es lograr el polimetalismo en la planta concentradora, molienda, flotación y procesamiento, ya que actualmente se procesa para sacar concentrado de cobre, concentrado de molibdeno y algo de arrastre de oro y plata, pero hay decenas de otros productos presentes en los minerales.
Por eso creo que el polimetalismo y la polimetalurgia serán la próxima tendencia, aunque el desafío más grande es lixiviar la calcopirita, que es un sulfuro primario muy firme. La recuperación metalúrgica con flotación permite un 92-95% si está bien hecha y la fundición, un 97-98%. Pero ya se han intentado varias opciones para tratar de lixiviar la calcopirita y ninguna ha pasado a nivel industrial.
El tercer desafío son los relaves, ya que en Chile se definió que los depósitos de relaves fueran calculados por el sismo máximo previsible, considerando el terremoto de Valdivia del año 1960, pero después se demostró que el sismo de Valparaíso en 1908 fue más grande, alcanzando un nivel de 9,2 a 9,4 en la escala Richter.
Por lo tanto, los tranques de relaves en Chile estarían subdimensionados y no preparados para el sismo máximo registrado en el país. Como no se pueden rehacer los muros, la solución sería tratar de secar los tranques, exigiendo a las empresas mineras que espesen el relave como pasta al 70 % o como filtrado al 80 %. Esto obliga a hacer un cambio tecnológico relevante, de modo de que si llega a suceder un sismo tan grande como el de Valparaíso, no se desarmen y no se salgan [los relaves] del depósito.
BNamericas: ¿Qué opina del proyecto de ley que busca reformar el gobierno corporativo de la procesadora estatal Enami?
Rayo: Soy partidario de los gobiernos corporativos que están conformados por una mayoría de directores técnicos, o sea, personas competentes en minería y que entiendan los problemas de la minería, pero también por miembros nominados por el gobierno de turno, considerando que Chile depende esencialmente de la minería.
El principal socio de la empresa minera en Chile es el Estado, porque recibe el 40 % de sus utilidades transformadas en impuestos, pero el gobierno nacional no tiene ninguna participación en la gestión de estas empresas.
Por eso sería bueno que las empresas privadas tuviesen representantes del gobierno, sin ser mayoritarios, para que velen por los intereses del país. Por ejemplo, hay mineras que tienen acaparadas miles de hectáreas sin hacer desarrollo prospectivo, provocando que el Estado de Chile tenga miles de hectáreas paradas sin ninguna actividad porque los propietarios postergan la decisión de desarrollo por varias décadas. Ahí quienes pierden son los chilenos. Una participación del gobierno en esos directorios permitiría que las cosas se hagan bien.