
Un mar de oportunidades | El Universal
Por Catalina López-Sagástegui
Los mares que rodean a México son verdaderas joyas de vida y diversidad. Peces de colores que adornan los arrecifes, enormes algas pardas que forman bosques submarinos, grandes peces como el atún o el marlín que viajan grandes distancias, especies majestuosas como tiburones, orcas y mantarrayas; sin olvidar las miles de especies diminutas como las microalgas o los copépodos (pequeños crustáceos que forman parte del zooplacton). En sus costas, ballenas grises llegan cada año a tener a sus crías, las tortugas marinas desovan en playas tranquilas, y los manglares ofrecen refugio a camarones, almejas y peces que sostienen el trabajo de miles de familias.
Por su gran biodiversidad, los mares mexicanos son esenciales para la pesca, el turismo, la identidad de miles de personas y están representados en la cultura mexicana a través de la comida y deidades. Sin embargo, una población en crecimiento que demanda alimentos, el turismo en aumento, pesca que ha alcanzado sus límites de sostenibilidad y el cambio climático ejercen presión sobre los ecosistemas, alterando el equilibrio y amenazando la resiliencia de los mismos.

Atardecer pesquero en Alto Golfo de California. (Foto: Octavio Aburto)
En este contexto, el Día Mundial de los Océanos —que se acaba de celebrar el 8 de junio— es un llamado a reflexionar sobre nuestra relación con el mar. Es la oportunidad perfecta para hablar sobre nuevas formas de cuidarlo y aprovecharlo responsablemente, así como para impulsar alianzas que nos acerquen a las metas globales de conservación, como el compromiso internacional de proteger el 30% de los océanos para el año 2030.
Durante muchos años, la conservación y el aprovechamiento -como la pesca y el turismo- se han abordado de manera separada. Esto ha resultado en conflictos por la falta de transparencia, inclusión y representatividad en los procesos de diseño y toma de decisiones, abriendo aún más la brecha entre sectores. Actualmente, muchas comunidades viven con incertidumbre y la búsqueda de soluciones a las problemáticas ambientales parece no rendir frutos.

Pescador en Marismas nacionales, México. (Foto Octavio Aburto)
La riqueza de nuestros mares y costas no es infinita. Muchas especies están sobreexplotadas y seguir pescando más o buscar nuevas especies no es la solución. El turismo masivo sigue amenazando con aumentar el consumo de recursos limitados en zonas donde los locales padecen de acceso limitado a recursos básicos como el agua. El desarrollo inmobiliario invade zonas costeras, alternado la línea costera y haciendo desaparecer ecosistemas críticos como manglares y dunas.
Por otro lado, la conservación también necesita cambiar. No basta con cerrar zonas o imponer reglas si estas no se construyen de la mano de las personas que viven del mar y su biodiversidad. Es necesario que el sector explore soluciones que mejoren la vida de las comunidades y aseguren un futuro sano para los ecosistemas. Es aquí donde surge el concepto de las Áreas de Prosperidad Marina como una herramienta poderosa que buscan proteger la biodiversidad y asegurar el bienestar de quienes dependen del mar. Son espacios donde se diseña y se gestiona el aprovechamiento de forma colaborativa, incluyendo a pescadores, científicos, autoridades, prestadores de servicios, organizaciones sociales y otros actores. En lugar de imponer, se construye en conjunto.
Estas áreas pueden ser una parte clave para lograr las metas de la Agenda 30×30. No basta crear más áreas protegidas; se necesita que esas zonas sean efectivas, que estén bien gestionadas, que cuenten con el respaldo de las comunidades y que se asegure el financiamiento necesario para invertir en ellas.
Pero nada de esto es posible sin colaboraciones multisectoriales y multilaterales. Necesitamos todos los sectores trabajar juntos: pesca, conservación, turismo, ciencia, autoridades y sociedad. También es importante que existan alianzas entre países, especialmente aquellos que comparten ecosistemas marinos o rutas migratorias de especies. La cooperación es la única forma de avanzar hacia un futuro donde el mar siga siendo fuente de vida, alimento y cultura.
El Día Mundial de los Océanos nos invita a unir esfuerzos. No es solo una fecha simbólica, sino una oportunidad para recordar que dependemos del mar más de lo que imaginamos. Es momento de que la conservación construya un camino hacia la prosperidad compartida. En el fondo, todos buscamos lo mismo: comunidades fuertes, ecosistemas sanos y océanos llenos de vida.
El día de hoy a las 3:00 de la tarde en la librería Rosario Castellanos de la Ciudad de México (Centor Cultural Bella época. Avenida Tamaulipas 202. Colonia Hipódromo, Cuauhtemoc, CDMX) se celebrará Un dís por los mares, un panel de discusión para consolidar la agenda 30×30 en México y América Latina.
Directora del Programa Marino del Golfo de California del Instituto de las Américas y asesora científica para Celsius Media