
“En Bosnia aprendí que la música debe llegar adonde más se necesita”
Ángel Vargas
Periódico La Jornada
Viernes 20 de junio de 2025, p. 3
La primera vez que el director de orquesta Ricardo Martínez pisó Bosnia-Herzegovina, en 2009, los soldados serbios lo retuvieron seis horas en la frontera. Marijuana
, murmuraron mientras revisaban su pasaporte. Los semblantes y cuchicheos cambiaron casi de inmediato, alertados: mexican flu
. Era el año de la influenza A/H1N1 y Europa estigmatizaba a los mexicanos como los portadores originarios del virus.
Hoy, tres lustros después y a sus 37 años, el también diplomático cultural y gestor tiene la satisfacción de haber sido distinguido como Joven Embajador de la Paz por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU), reconocimiento al que se han sumado otros más con el paso del tiempo.
El más reciente le fue conferido hace unos días por el Congreso de San Luis Potosí por su trayectoria artística y humanitaria. No sólo es el director de orquesta mexicano más joven en debutar en el histórico Carnegie Hall de Nueva York –en 2011, cuando tenía 23 años–, sino que ha convertido la música en un puente de reconciliación en territorios marcados por la guerra y la desigualdad.
En la ceremonia fueron destacados su perfil internacional y su labor en defensa de la identidad mexicana e hispana en el actual contexto de xenofobia y agitación política. También se valoraron sus proyectos en Bosnia-Herzegovina enfocados a la construcción de paz, labor que ha tenido poca resonancia en México.
Estragos del genocidio
Más allá de los reconocimientos –a los que se suman las nominaciones a la Medalla Belisario Domínguez y la Presea al Mérito Cívico Eduardo Neri, la primera otorgada por el Senado y la segunda por la Cámara de Diputados–, para Ricardo Martínez su huella más profunda
está en los Balcanes.
Nacido en Aculco, estado de México, en 1988, llegó allá por vez primera sin plan claro, guiado sólo por una corazonada
, como asegura que por lo general ocurre con sus actos. A partir de entonces, relata a La Jornada, regresó de forma frecuente a aquella nación. Ver una realidad tan diferente me cambió la vida
.
En 2011 asistió al 16 aniversario de la masacre de Srebrenica, en el Memorial de Potoćari, como miembro de una delegación internacional encabezada por el ex presidente Bill Clinton, quien pidió perdón por la fallida intervención
de su país.
“Documenté los estragos del genocidio en el que asesinaron a 8 mil 500 bosnios en tres días. Los serbios aniquilaron (en 1995) sólo a varones –niños, jóvenes y adultos mayores– porque era una guerra étnica: querían eliminar la semilla”, explica.
En la ceremonia captó fotografías con las que más adelante conformó una exposición que ha sido presentada en Berlín, Alemania, así como en Estambul, Turquía, con el auspicio del Centro Internacional por la Paz. También la trajo a México, donde se montó en el Museo de Memoria y Tolerancia.
“Son imágenes que describen escenas desgarradoras. Cientos de bosnios viajaron de todo el país –en algunos casos hasta un mes– para recordar a sus seres queridos. Ese día enterraron 613 cuerpos que lograron ser identificados de las fosas comunes. Vi infinidad de familias que esperaron 16 años para saber dónde estaban sus hijos.”
Arte solidario
Frente a tanto dolor, el director aculquense llevó en 2012 a la primera orquesta mexicana a Sarajevo: la Sinfonieta Veracruzana, conformada a iniciativa suya por jóvenes solistas con una notable carrera en el extranjero, pero que en el país eran desestimados.
Tal gira tuvo para él un cariz épico, ya que logró efectuarse a pesar de que el entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), hoy Secretaría de Cultura (SC) federal –en el sexenio de Felipe Calderón– canceló el apoyo dos semanas antes.
▲ Actualmente, Martínez trabaja en reactivar a la Filarmónica del Valle de México, proyecto con el que busca intervenir en municipios marginados del estado de México.Foto Germán Canseco
Lo más emblemático de ese viaje, asegura, fue la presentación que hicieron en Tuzla, la segunda ciudad más poblada de Bosnia, símbolo de la resistencia multicultural al ser la única que no permitió la desintegración étnica.
“Fue impresionante hacer un concierto para sobrevivientes de la guerra. Interpretamos la Suite huasteca, de Jesús Echeverría, y algunos ancianos, en su mayoría musulmanes, se levantaron a bailar con sus danzas tradicionales. Allí entendí que valió la pena tanto esfuerzo: la música no puede ser ajena al dolor.”
Tal periplo fue a instancias del Festival de Invierno de Sarajevo, uno de los más emblemáticos de Europa, que en aquella ocasión estuvo dedicado a México y del cual, informa el director, acaban de recibir una nueva invitación.
Hijo adoptivo del violinista Daniel Burgos, concertino de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes por más de tres décadas y de la que hoy es la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México, Ricardo Martínez descubrió su vocación a los 4 años en una función de El lago de los cisnes en el Palacio de Bellas Artes, dirigida por Enrique Diemecke.
Allí supe que quería ser director de orquesta. Lo más importante para mí no son los aplausos banales, sino poner mis manos y la música al servicio de las causas sociales, con un enfoque internacional y hacia la diversidad cultural. Lo corroboré en Srebrenica, el lugar del genocidio.
Pero su camino no fue fácil: “En el Conservatorio Nacional quitaron la carrera de dirección con el argumento de que no había nivel. Primero me fui a Veracruz, gracias a una beca de la Sociedad Internacional de Valores de Arte Mexicano AC, y de allí di el salto al Conservatorio de Praga, gracias a que el maestro Luis Herrera de la Fuente (1916-2014) –uno de los más grandes directores mexicanos– me costeó el primer semestre.
Pude acabar la carrera gracias a mi trabajo paseando perros. Nunca tuve una beca del Fonca ni del Conaculta. Eran tiempos en los que gobernaba la mafia en el poder también en la cultura.
Empero, su tesón le permitió acercarse a grandes maestros y figuras de la música internacional, considerando entre sus principales mentores a Ondrej Lenard y Jorma Panula, leyenda viva de la dirección orquestal.
Esa misma terquedad
lo llevó en 2011 a convertirse en el director mexicano más joven en debutar en el Carnegie Hall
. Lo hizo gracias a un promotor que conoció en Europa. Cuando me invitó a actuar en Nueva York pensé que sería en una galería o una biblioteca, y pues resultó que no
.
Pese a sus logros, Ricardo Martínez forma parte de esa larga lista de artistas que no son profetas en su tierra: Así sucede con los que no pertenecemos a la mafia en el poder. Cambió el sexenio, pero en cultura siguen los mismos
.
Actualmente, coordina un libro con testimonios del genocidio en Srebrenica, que será publicado este año para conmemorar el 30 aniversario de ese negro episodio.
Asimismo, trabaja en reactivar a la Filarmónica del Valle de México, proyecto con el que busca intervenir en municipios marginados como Ecatepec, Chalco y Chimalhuacán, en el estado de México, así como colonias de la zona oriente de la capital del país. En Bosnia aprendí que la música debe llegar adonde más se necesita. Aquí seguimos anclados en el elitismo
, critica.