
Fiscalidad ambiental: una vía efectiva para transformar el modelo de consumo alimentario
Investigadoras del grupo BIRTE (Bilbao Research Team in Economics) de la Universidad del País Vasco (EHU) han profundizado en el efecto de diferentes políticas fiscales sobre el impacto ambiental del consumo alimentario. Su análisis concluye que las medidas generalizadas, como una subida global del IVA, son menos efectivas que aquellas que gravan y subvencionan de forma diferenciada según el tipo de alimento.
Alimentación y medio ambiente, un vínculo directo
El impacto ecológico de nuestra dieta es significativo. La producción, transformación, transporte, preparación y consumo de alimentos requieren grandes cantidades de agua, generan elevadas emisiones de carbono y ocasionan desperdicio alimentario.
Así lo explica María José Gutiérrez, catedrática de Análisis Económico de la EHU y miembro del grupo BIRTE: «lo que comemos juega un papel importante tanto en nuestra salud como en la del planeta. Si nuestra dieta cambia, nuestra huella ambiental también«.
A pesar de ello, no todos los productos afectan igual al entorno. Los cereales, por ejemplo, demandan una elevada cantidad de agua, mientras que la carne genera importantes emisiones de gases de efecto invernadero. Esta disparidad pone en evidencia que cambios bien dirigidos en la cesta de la compra pueden tener consecuencias positivas sobre el medio ambiente.
El papel de los precios y la fiscalidad
Partiendo de esta realidad, el grupo BIRTE se ha centrado en los incentivos económicos y el potencial de las políticas fiscales como vía para reducir la huella ecológica de los alimentos.
Tal y como señala Gutiérrez, «los impuestos y subvenciones modifican los precios, y por tanto, influyen en los hábitos de compra de la gente».
Para su análisis, las investigadoras utilizaron una detallada base de datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, que recoge durante 20 años la composición mensual de la cesta media de un hogar. A través de métodos estadísticos avanzados, estimaron cómo respondería la población a diferentes combinaciones de políticas fiscales y cuál sería su impacto medioambiental.
Políticas diferenciadas, impactos más efectivos
Una de las principales conclusiones del estudio es que las políticas generalizadas apenas logran avances relevantes. Por ejemplo, subir el IVA un 20 % a todos los alimentos apenas reduciría la huella de carbono en un 3 %, y aún menos la del agua y el desperdicio de comida, que no superarían el 1 %.
En contraste, el análisis demuestra que aplicar impuestos y subvenciones diferenciados por categorías alimentarias puede tener un impacto mucho más significativo. Según Gutiérrez: «hemos comprobado que estas medidas pueden reducir hasta un 18 % la huella de carbono y un 11 % el consumo de agua.»
Además, se identifican combinaciones óptimas de medidas fiscales que logran resultados equilibrados. Una de ellas consiste en subvencionar legumbres, cereales, semillas y productos del mar un 20 %, y gravar en la misma proporción carnes, huevos, lácteos, frutas y verduras. Con esta fórmula, se obtendría una reducción de la huella hídrica del 11 %, la de carbono del 9 %, y del 4 % en desperdicio de alimentos.
No obstante, las autoras advierten que no existe una única solución que permita reducir simultáneamente los tres impactos ambientales.
Por ello, destacan la necesidad de que las políticas se adapten a las prioridades que definan los legisladores:
«Ponemos a disposición información para que las políticas fiscales se adapten a los objetivos que se quieran alcanzar«.
Magnitud de los cambios: la elasticidad importa
Otra de las claves del estudio radica en la inelasticidad de la demanda de alimentos, es decir, el consumo no varía de forma proporcional al precio.
«Si el precio de los cereales sube un 1 %, su consumo solo baja un 0,53 %. Por eso, para generar efectos significativos, se necesitan cambios fiscales de mayor magnitud«, lo ilustró Gutiérrez.
El estudio, por tanto, realiza simulaciones con incrementos y reducciones de hasta un 20 %, mostrando que solo con medidas contundentes se logran efectos sustanciales.
El lado social y nutricional de las políticas fiscales
Más allá del impacto ambiental, las investigadoras alertan sobre posibles consecuencias sociales y nutricionales derivadas de la aplicación de estas políticas. En algunos casos, productos básicos para los sectores más vulnerables podrían encarecerse, o, al gravar frutas y verduras, se podría reducir la ingesta de nutrientes esenciales.
«En futuros trabajos abordaremos en profundidad estos efectos secundarios desde una perspectiva nutricional», avanzó Gutiérrez.
Excelencia investigadora
El estudio ha sido desarrollado por María José Gutiérrez, catedrática y directora del Programa de Doctorado en Finanzas y Economía Cuantitativas de la EHU; Belén Inguanzo, doctora por la misma universidad; y Susan Orbe, experta en métodos cuantitativos y en análisis de la desigualdad en salud, educación y energía.
El grupo BIRTE, con sede en la Escuela de Ingeniería de Bilbao, cuenta con una trayectoria consolidada en ámbitos como la economía de los recursos naturales, las redes energéticas, la política económica y la economía ambiental, entre otros. Este trabajo se suma a una línea de investigación que une rigurosidad analítica y compromiso con la sostenibilidad.