
Sin medio ambiente no hay alimentos. Por Máximo Torero Cullen (Economista jefe de la FAO)
Por Máximo Torero Cullen
Economista jefe de la FAO y subdirector general y representante regional a.i. para América Latina y el Caribe
En América Latina y el Caribe, el medio ambiente no es un escenario estático: es un territorio en disputa, un tejido vivo que sostiene alimentos, economías, culturas y resiliencia. En junio, mes del Medio Ambiente, la región no solo reflexiona sobre lo que se ha perdido, sino que comienza a visibilizar lo que se está reconstruyendo. Desde la FAO, la visión es clara: no basta con conservar. Hay que regenerar. Hay que transformar los sistemas agroalimentarios para que dejen de ser parte del problema y se conviertan en el corazón de la solución climática, económica y social.
La región alberga más del 50 % de la biodiversidad del planeta, pero también sufre una de las tasas más altas de degradación ambiental. Según la FAO, más del 75 % de las tierras agrícolas presentan signos de deterioro y se pierden cada año más de 2,6 millones de hectáreas de bosque. Sin embargo, hay otra cifra que merece atención: América Latina y el Caribe son responsables de más del 13 % de la producción agrícola global, y son actores centrales en la seguridad alimentaria mundial. Esto obliga a una pregunta incómoda y urgente: ¿cómo seguir produciendo sin destruir?
De la conservación a la regeneración
La respuesta está en el territorio. Está en las políticas públicas que conectan agricultura con acción climática, como las que integran los sistemas agroalimentarios en las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC). Está en la movilización de financiación a través de mecanismos como el Fondo Verde para el Clima y el GEF, donde la FAO ha facilitado el acceso a cientos de millones de dólares para proyectos de adaptación y mitigación. Está también en plataformas regionales como PLACA, que articulan esfuerzos nacionales con soluciones compartidas desde el campo.
Pero el verdadero cambio ocurre cuando la restauración se hace con raíces profundas: restaurar cuencas, suelos, vegetación, sí, pero también restaurar relaciones entre personas, territorios y naturaleza. Desde los sistemas agroforestales del Cerrado brasileño hasta la recuperación de prácticas ancestrales andinas, la biodiversidad se está convirtiendo en una aliada estratégica. No se trata solo de conservar especies: se trata de recuperar cultivos tradicionales, proteger polinizadores, usar semillas nativas, rescatar saberes. Se trata de hacer de la diversidad una herramienta de producción, nutrición y resiliencia.
Agua, cohesión y equidad
El agua, por su parte, ha dejado de ser un recurso aislado para convertirse en el corazón de una nueva gobernanza territorial. La FAO está acompañando procesos de gestión comunitaria de microcuencas, de riego inteligente y de gobernanza adaptativa del agua. Porque donde el agua se organiza de forma colectiva, florece también la producción, la cohesión social y la equidad.
La agenda ambiental ya no puede limitarse a evitar daños. Hay que construir una bioeconomía sostenible, capaz de generar empleo verde y valor añadido desde la biodiversidad misma. En la Amazonía, por ejemplo, la FAO apoya a comunidades indígenas y rurales en el desarrollo de bionegocios que valoran productos no maderables del bosque sin agotarlo. Mujeres rurales lideran muchos de estos emprendimientos, generando ingresos, autonomía y cuidado del entorno.
Del campo a la ciudad: un ecosistema integrado
Y en las ciudades, donde vive ya más del 80 % de la población regional, también se juega el futuro del ambiente. La FAO trabaja con gobiernos locales para planificar sistemas agroalimentarios urbanos sostenibles, integrar agricultura periurbana y fortalecer los vínculos entre campo y ciudad. Porque el ecosistema también se cultiva en el plato. Porque un tomate producido sin destruir un bosque es también una decisión política y ambiental.
América Latina y el Caribe están demostrando que se puede restaurar sin excluir, conservar sin detener, producir sin destruir. Que el medio ambiente no es un límite al desarrollo, sino su única vía posible. Desde los Andes a la Amazonía, desde las escuelas rurales hasta los mercados urbanos, desde las instituciones hasta los pequeños agricultores, la región está mostrando que un Mejor Medio Ambiente no es una promesa abstracta. Es una agenda urgente, tangible y posible.
Y es, además, la única forma real de avanzar hacia una Mejor Producción, una Mejor Nutrición y una Vida Mejor, sin dejar a nadie atrás.
Por Máximo Torero Cullen
Economista jefe de la FAO y subdirector general y representante regional a.i. para América Latina y el Caribe
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