
“Apelamos a los públicos diversos”
Ángel Vargas
Periódico La Jornada
Jueves 26 de junio de 2025, p. 3
Al frente de la Compañía Nacional de Ópera como director artístico desde noviembre, Marcelo Lombardero considera que hay que tomar con cautela
el reciente fenómeno de funciones llenas y boletos agotados con anticipación.
“Es muy prematuro para tener un análisis claro. Estamos transitando esta primera temporada; para mí, con mucho asombro positivo. Veo que ha funcionado desde la presentación inicial del año: la sinfonía coral Romeo y Julieta, de Berlioz; agotamos las entradas rápidamente. Aunque no fue estreno en México, sí fue la primera vez que la Ópera de Bellas Artes hizo esa obra”, explica el director escénico y cantante argentino (Entre Ríos, 1964).
La referencia a la creación de nuevos públicos no significa sólo que la sala esté llena; es decir, lo primordial es llenarla y agotar las localidades, pero si fuera sólo por eso no programaríamos ópera. Haríamos cosas masivas.
En entrevista, el también gestor cultural –quien dirigió en su país el Teatro Colón, uno de los más importantes de ópera en Latinoamérica, y el Teatro Argentino de La Plata– advierte que suele confundirse lo masivo con lo popular y viceversa.
Pero las cosas son distintas. La idea es que los espectáculos llenen salas y tengan éxito, pero también hablar a públicos diversos para ampliar el público
, sostiene.
“Gerard Mortier –director de la Ópera de París, entre otros grandes teatros– decía que en ocasiones era necesario que las salas estuvieran vacías. Es una metáfora: a veces es importante presentar espectáculos que a priori no tienen una masividad, pero son eventos culturales relevantes para cierto tipo de público.”
Entre las políticas para acceder a nuevas audiencias, Lombardero destaca la programación de propuestas arriesgadas, más contemporáneas, como Un re in ascolto (Un rey escucha), el próximo título que la CNO presentará en tres funciones a partir del 1º de julio en el Palacio de Bellas Artes.
“El público tradicional es un poco reticente a esos espectáculos porque espera ver sus obras preferidas, las cuatro o cinco que se mantienen en el repertorio famoso: La Traviata, La Bohème, Carmen”, señala.
Por otro lado, hay un público al que sí le interesa la música contemporánea o el teatro y la literatura modernos. Es por el que también apostamos, ese público que mira la ópera desde el prejuicio como un espectáculo vetusto. Sin embargo, ahora haremos esta obra con música de Luciano Berio y texto de Italo Calvino que será un estreno en Latinoamérica. Una experiencia musical, sonora y visual que muy pocas veces es posible presenciar.
Sin fórmulas
–¿Hay que arriesgar entonces con propuestas que no siempre atraigan a los grandes públicos?
–Exactamente. Para mí, no sólo llenar cinco funciones, sino que se hayan agotado las entradas antes del estreno de Lady Macbeth de Mtsensk –ópera de Shostakóvich que era desconocida en México– y que eso haya trascendido el ámbito operístico, me parece un éxito.
▲ Escenas de Lady Macbeth durante su presentación en el Palacio de Bellas Artes.Foto cortesía CNO-Inbal
“Nuestro foco es tener esta mirada diversa que abarque la mayor cantidad de públicos posibles: al que le gusta la ópera romántica, la clásica, las innovaciones, la modernidad, los crossovers entre distintos lenguajes como el teatro, la música y la danza.
Es el sentido que le damos a la programación. Aún es muy prematuro dar un veredicto de cómo estamos. Creo que vamos bien. La fidelización y la creación de nuevos públicos deben sostenerse para generar lo que quisiéramos: una masa crítica. No buscamos que el público esté de acuerdo con lo que hacemos, sino que nos interpele.
–¿Con qué proyecto llega a la CNO tanto para atender a los aficionados habituales como para crear nuevos?
–Es el gran desafío: no existe una fórmula. Tuve la fortuna de estar al frente de dos teatros muy importantes en mi país, y en ambos tuvimos éxito en las campañas que comenzamos. Aquí son situaciones y formas de producción distintas. Ahora estoy aprendiendo mucho, además de que tengo una gran experiencia en México por todo lo que hice aquí como director de escena.
“La programación es la manera con la que el director artístico habla a la comunidad; en ella está el corte ideológico y la idea. Lo que intento siempre es, primero, tener un equilibrio entre la tradición y la experimentación; también, correr un poco el límite y ofrecer espectáculos novedosos, estrenos, obras que no se hayan hecho en el país, la ciudad o el teatro.
Por otro lado, buscar la excelencia artística. Que la producción interese al público, pero que no le deje sólo la sensación de algo bonito, sino pensando, que lo sobresalte. La ópera es un gran espectáculo y así tiene que funcionar. Si no, no hay manera de captar al público. Además, hay que tener políticas muy agresivas de comunicación; hoy son fundamentales.
–¿Cómo hacer accesible la ópera al público no familiarizado?
–Hay varias líneas. Primero, apelar al público interesado, tratar de captar sus intereses en términos de la puesta en escena, de la lectura de la obra, de la elección del repertorio. Por otro lado, salir del Pa-lacio de Bellas Artes, porque este tipo de recintos, por lo general, son expulsivos: el costo de las entradas, los códigos de vestimenta, el conocimiento previo que se requiere. Hay todo un público que no se acerca por temor, prejuicio o complejo.
“La idea, entonces, es acercarnos, para lo cual el Estudio de la Ópera de Bellas Artes (EOBA) –la instancia de perfeccionamiento artístico de la CNO– es un arma fundamental. La pensamos como una especie de compañía ambulante; planteamos una serie de espectáculos que puedan viajar.
Además, trabajamos en coproducciones con la UNAM para tener ese tipo de obras livianas, de interés general para la familia, o piezas con un sesgo teatral muy fuerte e interesante. Buscamos que les sirvan a los jóvenes cantantes del EOBA para hacer tablas, pero también brindar la posibilidad a los sectores que normalmente no acceden a estos espectáculos.