
En América Latina, no solo reconocemos el trabajo de cuidados, estamos reconstruyendo las economías en torno a él
Todos los días, las mujeres y niñas de América Latina dedican hasta tres veces más horas que los hombres al trabajo de cuidados no remunerado, es decir, a cocinar, limpiar, cuidar a las infancias y dar apoyo a las personas enfermas y mayores. Si observamos el panorama general, la escala es asombrosa. A nivel mundial, cada día se dedican 12.500 millones de horas al trabajo de cuidados no remunerado. En su mayoría, son las mujeres y niñas quienes están a cargo, a menudo sin descanso, sin salario ni opción.
Pero ¿y si el cuidado no fuera invisible? ¿Y si se compartiera, valorara y apoyara de manera adecuada?
En toda América Latina se está dando una revolución de los cuidados. Con la experiencia y el apoyo de ONU Mujeres, 17 países [1] están trabajando para rediseñar la forma en que se reconoce, financia y lleva a cabo el trabajo de cuidados. Los gobiernos, las empresas del sector privado, las mujeres y las comunidades están reescribiendo las reglas a fin de convertir lo que antes se consideraba un trabajo femenino no remunerado en políticas públicas, servicios y una responsabilidad compartida.
Pues lo cierto es que invertir en los cuidados no solo alivia la carga, sino que también libera el potencial de sociedades enteras.