
El élder Stevenson ministra a niños en Chile
“En cuanto lo hicisteis a uno de estos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”, es un mensaje que el élder Gary E. Stevenson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dio durante su visita al Centro Sonrisas de Héroes el viernes 13 de junio de 2025, en Santiago, Chile.
Este centro de atención brinda apoyo a niños con enfermedades terminales y discapacidades complejas a través de diversas terapias y programas.
Dirigiéndose al personal del centro, el líder de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días dijo: “Los vemos a ustedes como las manos de Jesucristo mismo. El Señor los bendecirá por ello”.
Temple Square is always beautiful in the springtime. Gardeners work to prepare the ground for General Conference. © 2012 Intellectual Reserve, Inc. All rights reserved. | 1 / 2 |
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Muchos de los niños usan sillas de ruedas, lo que hace que el transporte sea un gran desafío para sus familias. Para aliviar esa carga, la Iglesia de Jesucristo donó dos furgonetas para satisfacer sus necesidades de movilidad.
“No tenemos palabras para dar las gracias”, dijo Camila Tapia, madre de Esperanza, una niña que acude al centro. “Gracias a esta donación, las personas que, como yo, vivimos lejos, ahora vamos a tener un mejor acceso al centro”.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días lleva tres años colaborando con el centro. Las donaciones anteriores incluyen equipos dentales móviles para proporcionar cuidados intensivos y mejorar la atención bucodental, un elevador para bajar a los niños a la piscina para que reciban fisioterapia, colchonetas y casilleros para la piscina, así como camillas de fisioterapia.
Sandra Corrales, directora del centro, expresó su profunda gratitud a la Iglesia, no solo por las donaciones materiales, sino por el profundo efecto del “amor, cuidado y respeto”, de los santos, “que no se pueden comprar”. Dijo que espera que la colaboración continúe para garantizar que estos niños sean vistos y tratados como los “verdaderos héroes de Chile”.
“El objetivo es que su Iglesia y nuestra fundación los abracen, los cuiden, los protejan y les hagan saber que no están solos”, agregó.
Wade Katchner y su esposa, Vicky, quienes sirven como misioneros de ayuda humanitaria de la Iglesia en Chile, trabajan en estrecha colaboración con este centro y saben que estos niños son especiales para Jesucristo.
“Esto es lo que Cristo haría si estuviera aquí; y eso es exactamente lo que creemos. Si Él estuviera aquí hoy, habría estado aquí con Sandra, y habría estado abrazando y besando a esos niños, y riendo y bromeando con ellos, tal como ella lo hizo”, dijo Wade Katchner.
“Realmente queremos hacer lo que Él nos ha pedido que hagamos para socorrer a los débiles, levantar las manos caídas y fortalecer las rodillas debilitadas. Y esta es la buena obra que se está haciendo en ese centro”, dijo el élder Stevenson.
Cómo comenzó el centro
Sandra Corrales compartió una experiencia profundamente personal que la llevó a dedicar su vida a estos niños. Ella, quien fuera hace un tiempo deportista de alto nivel, cambió su rumbo tras tener sueños recurrentes sobre un niño en una cama de hospital. Fue a un hospital para donar sus medallas, donde le pidieron que diera la última y más preciada para ella a un niño de cinco años que estaba en la UCI y al que solo le quedaban veinticuatro horas de vida.
“Cuando entré en la habitación, vi al niño que había visto en mis sueños. Se estaba muriendo”, recordó Sandra. Colocó la medalla junto a él, le tocó la frente y le susurró: “Lucha”. Cuando se marchaba, el niño, llamado Albán, lleno de tubos y con la medalla puesta, se incorporó y dijo: “Yo soy un campeón. Ustedes son atletas por un sueño”.
Ese momento transformó la vida de Sandra. “Albán Guerrero creó la fundación, no yo”, afirmó, explicando que él la inspiró a dedicarse a los niños que “no tienen voz”. A lo largo de los años, ha apoyado a cientos de niños, a menudo sin ayuda del Gobierno ni de sus familias, convirtiéndose en una fuente de cuidados, consuelo e incluso organizando funerales. Amplió los servicios para incluir atención dental y construyó una piscina terapéutica, para garantizar que estos niños reciban el apoyo necesario.
Sandra hace hincapié en que ellos “no son niños enfermos: son niños. Niños con sueños, con vida, con sonrisas y con familias”. Ella los ve como “superhéroes”, por eso el centro se llama “Sonrisas de Héroes”.
Dijo que las furgonetas donadas por la Iglesia son fundamentales para continuar con esta misión.
“Tener la furgoneta implica que lleguen a sus casas”, explicó Sandra, destacando la falta de transporte accesible para estos niños vulnerables. “Las furgonetas proporcionan una manera para que estos niños continúen siendo niños, aunque requiera un esfuerzo adicional”.