
Rescata INAH conjunto mortuorio en Coahuila
▲ Las osamentas, con al menos 500 años de antigüedad, proporcionarán información sobre las poblaciones cazadoras-recolectoras de la región.Foto cortesía INAH
De la Redacción
Periódico La Jornada
Miércoles 2 de julio de 2025, p. 3
Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) rescataron un conjunto mortuorio de las culturas del desierto –con al menos 500 años de antigüedad– en una cueva subterránea profunda, ubicada en el Área Natural Protegida (ANP) de Ocampo, en Coahuila.
Tras una denuncia ciudadana sobre el saqueo de restos óseos, el Centro INAH Coahuila, en colaboración con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, atendieron el reporte en el marco del plan de manejo correspondiente, informó el director de la representación estatal del instituto, Francisco Aguilar Moreno.
El arqueólogo-perito Yuri de la Rosa Gutiérrez, apoyado por especialistas de la Asociación Coahuilense de Espeleología, ubicó la boca de entrada a la cámara mortuoria: un agujero casi imperceptible en la inmensidad de las montañas. Por un tiro vertical, de sólo 50 centímetros de ancho, llegaron a un primer nivel, a 4 metros. Ahí, en el umbral de la penumbra, después de cruzar una grieta, se abrió una sala donde, a través de otro tiro vertical continuaron el descenso, 8 metros más abajo, hasta llegar adonde se encontraron los restos óseos: una pequeña cámara semicircular donde yacían fragmentos de textiles característicos de las culturas del desierto, revueltos con huesos humanos.
De la Rosa señaló que los cuerpos debieron estar envueltos en los textiles, a modo de bultos mortuorios, acompañados de diversos objetos dentro del bulto y depositados sobre el suelo, encima de cestos y petates; lamentablemente el saqueo alteró el contexto
. Pese a ello, asegura que se recuperará información relevante sobre las poblaciones cazadoras-recolectoras que habitaron la región.
El arqueólogo explicó que el sitio de enterramiento es similar a la Cueva de la Candelaria, con un tiro que conduce a la parte baja donde se encuentran varias cámaras. No obstante, su ubicación es más cercana a la frontera con Estados Unidos que a la cueva explorada en el desierto de Coahuila, entre 1953 y 1954, y que marcó un hito en el conocimiento de estas sociedades.
Los habitantes del desierto eran expertos en elaborar sogas de diferentes grosores, las cuales les permitían introducirse a la profundidad de las cuevas en sus ritos mortuorios, destacó De la Rosa.
Dadas las alteraciones, saqueos e intervenciones de personas ajenas al lugar, el INAH tomó la determinación de, una vez realizado el registro del sitio y de la disposición de los restos óseos, efectuar el rescate arqueológico de los materiales óseos y culturales, a fin de evitar que el expolio continúe. Al momento, en un primer análisis in situ, realizado por la antropóloga física Eva Zamarrón, se recuperaron 12 cráneos completos, de los que cinco corresponden a infantes, uno aún con dientes temporales y dos con permanentes a punto de salir.
Se recuperaron también cientos de huesos de todas las partes del cuerpo humano. La especialista estimó que corresponden a al menos 17 individuos, tanto niños como adultos mayores y jóvenes. Los 15 fragmentos de textiles corresponden a cuatro tipos de petates, elaborados en la época prehispánica, recuperados en la superficie de la cámara y dentro de grietas.
Los vestigios fueron trasladados al Museo Regional de La Laguna, en Torreón, Coahuila, donde serán limpiados, conservados y analizados. Asimismo, la cueva mortuoria se agregará al catálogo nacional de sitios arqueológicos de Coahuila registrados por el INAH.