
Los dinosaurios no rugían, cantaban: descubren la primera laringe fósil que sugiere vocalización similar a las aves
Si te decimos que los dinosaurios no rugían, sino que cantaban; puede costar (bastante) creerlo. En el ideario popular, el concepto de dinosaurios rugiendo por la selva o el bosque, en busca de alimentos y/o para defenderse, está bastante arraigado. Y es que en las películas (con Jurassic Park encabezando la saga), así lo mostraban.
Además, los numerosos documentales realizados por científicos no hacían hincapié en sus sonidos, tampoco los trabajos de investigación rigurosos. Como el aparato fonador de los animales lo componen partes blandas, y estas casi nunca se fosilizan, los científicos solo podían lanzar hipótesis especulativas e imaginar los sonidos de los dinosaurios, basándose en los conductos que estos animales tenían para percibir los sonidos, como en ciertas crestas y realces en el cráneo que podrían servir de caja de resonancia.

Esto ha cambiado, porque se encontró la primera laringe fósil. En un reciente trabajo de investigación, los resultados sugieren una vocalización similar a las aves en dinosaurios no aviares.
Un hallazgo paleontológico sin precedentes
Este hallazgo paleontológico ha proporcionado nuevas y fascinantes pistas sobre cómo sonaban los dinosaurios, sugiriendo que algunos de ellos pudieron haber emitido sonidos más parecidos a los de las aves que a los rugidos guturales que a menudo se les atribuyen en la cultura popular.
El descubrimiento de una laringe fosilizada de un anquilosaurio ha permitido a los científicos inferir funciones vocales avanzadas en estos antiguos reptiles, abriendo una ventana a la evolución de la comunicación sonora en los tetrápodos terrestres.

El estudio, publicado en Nature Communications, detalla el análisis de la laringe fosilizada más antigua conocida de un dinosaurio no aviano, perteneciente a un espécimen de anquilosaurio Pinacosaurus grangeri. Este órgano vocal, fundamental para la producción de sonido en muchos vertebrados, ofrece una visión directa de la anatomía que pudo haber sustentado la vocalización en estos imponentes animales del Cretácico.
Los investigadores han caracterizado la estructura de esta laringe prehistórica, encontrando características distintivas que sugieren una función especializada. A diferencia de las laringes de muchos reptiles modernos, que actúan principalmente como fuente de sonido, la laringe del Pinacosaurus exhibe un conjunto cricoides-aritenoideo firme y cinético, un prominente proceso aritenoideo, un aritenoideo alargado y un cricoides agrandado.
Estas características anatómicas son sorprendentemente análogas a las presentes en las laringes de las aves, lo que implica un papel diferente en la producción de sonido.
Según los autores del estudio, estas características anatómicas son sorprendentemente análogas a las presentes en las laringes de las aves, lo que implica un papel diferente en la producción de sonido. Esta configuración anatómica sugiere que la laringe del anquilosaurio funcionaba más como un modificador vocal (similar a cómo la laringe modula el sonido en las aves), que como una fuente primaria de vocalización.
Esto contrasta con la creencia extendida de que los dinosaurios, al igual que los cocodrilos modernos, producían sonidos a través de la vibración de las cuerdas vocales ubicadas en la laringe misma. En cambio, el Pinacosaurus podría haber utilizado su laringe para regular el flujo de aire y modular sonidos generados en otras partes del tracto respiratorio, un mecanismo más sofisticado y parecido al de las aves.
Gran puntapié inicial
Este descubrimiento no solo altera nuestra percepción auditiva de los dinosaurios, sino que también ofrece un importante conocimiento evolutivo. Implica que las vocalizaciones tipo ave pudieron haber aparecido en los dinosaurios no avianos mucho antes del surgimiento de las propias aves.
Este antiguo fósil de laringe proporciona el primer paso concreto para desentrañar la evolución de la vocalización en los dinosaurios no avianos, acercándonos a comprender cómo se comunicaban estas criaturas gigantes y cómo esos patrones de comunicación sentaron las bases para las diversas formas de vocalización que observamos hoy en sus descendientes avianos.