
Iglesia latinoamericana presenta orientaciones pastorales frente al impacto de la minería
Con un llamado a la defensa de la vida y la casa común, las Iglesias Católicas de América Latina y el Caribe presentaron oficialmente las Orientaciones Pastorales ante los Impactos de la Minería, un documento que tiene el fin de orientar la acción eclesial frente a la expansión del extractivismo en la región. El lanzamiento, realizado en un evento virtual, fue un espacio para compartir testimonios, análisis y propuestas.
El documento es fruto de un proceso de escucha y reflexión que involucró a obispos de toda América Latina, coordinados por el Celam y la Red Iglesias y Minería, con el acompañamiento del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral de la Santa Sede.
La Iglesia, desde su misión pastoral, propone caminos de acompañamiento y resistencia, ante una minería que sigue devastando territorios, desplazando comunidades y profundizando la crisis socioambiental.
Dom Vicente Ferreira: “Nuestra riqueza no puede ser motivo de nuestra pobreza”
Dom Vicente Ferreira, obispo de Livramento de Nossa Senhora (Brasil) y presidente de la Comisión de Ecología Integral y Minería de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), compartió su testimonio y experiencia directa acompañando a las víctimas del crimen ambiental ocurrido en Brumadinho en 2019, cuando el colapso de una represa minera provocó la muerte de 272 personas y la devastación de una cuenca entera.
“Yo empecé este trabajo de conversión ecológica desde enero de 2019, siguiendo las comunidades impactadas por el desastre crimen de la minera Vale en Brumadinho”, relató. Actualmente, en su diócesis en Bahía, sigue enfrentando los impactos de la minería, particularmente la de hierro, y advirtió sobre la amenaza del llamado “capitalismo verde”, una estrategia de las empresas para presentarse como sostenibles mientras siguen explotando los territorios.
Dom Vicente señaló que el documento lanzado por el Celam y la Red Iglesias y Minería es un manifiesto en favor de las alternativas de vida propuestas por los pueblos originarios, las comunidades campesinas y afrodescendientes. “Nosotros creemos en la vida, en la fraternidad, en la protección de todos los seres vivos, de la creación. No aceptamos la cooperación de los megaproyectos de minería. Jamás”, sentenció.
Criticó además las prácticas de las empresas mineras que dividen a las comunidades ofreciendo empleos y promesas de desarrollo que no se cumplen: “Desgraciadamente, nuestras riquezas son motivos de nuestra pobreza”, afirmó.
Cardenal Michael Czerny: “El aumento de la minería significa más sufrimiento humano”
Desde Roma, el Cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, ofreció un mensaje de respaldo al documento. Explicó que las orientaciones son fruto de un proceso iniciado en octubre de 2024, cuando 16 obispos latinoamericanos se reunieron en Panamá para reflexionar sobre los conflictos generados por la minería.
“El aumento de la minería va de la mano del aumento del sufrimiento humano y del deterioro de toda forma de vida”, advirtió Czerny, señalando que la transición energética, el consumo electrónico y la expansión militar están presionando cada vez más sobre los recursos minerales.
El cardenal planteó la necesidad de que la Iglesia sea constructora de paz y promueva modelos de desarrollo humano integral que no provoquen violencia ambiental ni social: “La labor de construcción de paz está cada vez más relacionada con la extracción de recursos, las economías ilícitas y la pérdida de poder de los pueblos ya marginados”, explicó.
Alessandra Silvi: “David contra Goliat, o el lobo disfrazado de abuelita”
La doctora Alessandra Silvi, coordinadora regional de las Américas de la sección de escucha y diálogo del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, ofreció una mirada sobre la expansión minera y el extractivismo: “Pensando en la minería, se me ocurren dos imágenes: David contra Goliat, o bien el viejo lobo disfrazado de abuelita que acoge a Caperucita Roja. Las comunidades reciben migajas, pero terminan en la boca del lobo”, expresó.
Silvi denunció que el modelo extractivista profundiza las desigualdades entre el norte y el sur global, donde los países del sur asumen los costos ambientales y sociales, mientras el norte se beneficia de los recursos extraídos. Mencionó casos como el litio en Argentina, Bolivia y Chile, la contaminación del río en Guatemala por la mina Marlin y el conflicto minero en Panamá, donde un ecosistema de 12 mil hectáreas se vio amenazado por un proyecto minero.
Asimismo, propuso caminos hacia una minería ética, que incluya el reciclaje de metales en las llamadas “minas urbanas”, donde es posible extraer más oro de desechos electrónicos que de toneladas de roca. “Hay que convertir la minería en una minería ética. Esto implica reciclar, reutilizar y reducir el consumo”, sostuvo.
Heriberta Fernández: “El territorio es donde crece la vida”
Desde República Dominicana, Heriberta Fernández, defensora de derechos humanos e integrante de la Red Iglesias y Minería, compartió la realidad de las comunidades afectadas por la minería en el Caribe. “Defendamos los territorios donde crece la vida, porque el territorio no es sólo un espacio físico, es un espacio simbólico donde se produce la vida colectiva, la cultura y la espiritualidad”, explicó.
Fernández denunció que la megaminería ha generado daños irreparables en su país, afectando la biodiversidad, las áreas protegidas y provocando un proceso de descomposición social. “Las empresas mineras, apoyadas por gobiernos y empresarios, nos sacan de nuestras comunidades y destruyen nuestra forma de vida”, compartió.
Asimismo, resaltó que el documento representa una esperanza: “Estas orientaciones son una invitación a ser comunidad en los territorios de sacrificio. No es suficiente con mediar entre las partes; la Iglesia debe tomar partido del lado de los pobres y de los territorios”. También remarcó la necesidad de promover los estilos de vida sostenibles de las comunidades locales, como alternativa al modelo de consumo global.
Mons. Geovanni Paz: “No creo en ningún gobierno, ni de derecha ni de izquierda”
El obispo Geovanni Mauricio Paz, de Latacunga (Ecuador), compartió su experiencia de más de tres décadas acompañando a comunidades campesinas en defensa de los territorios. Recordó su trabajo en Intag, donde promovió alternativas económicas sostenibles como el café de comercio justo, el ecoturismo comunitario, las artesanías y la agroecología.
“La minería destruye el tejido social. Divide a las familias y rompe la unidad de los pueblos”, lamentó. Mons. Paz relató que en Cotopaxi, durante Semana Santa, el gobierno envió 500 militares a una comunidad de apenas 1.200 personas para proteger intereses mineros: “Nos acusan de terroristas por defender la vida”, denunció.
El obispo advirtió sobre la complicidad de los gobiernos con las empresas extractivas y pidió impulsar procesos formativos en las comunidades para conocer los derechos humanos y los derechos de la naturaleza. “Defender el medioambiente no es un lujo, es un mandato del Evangelio”, señaló. Además, motivó a formar redes y a educar a los jóvenes en el cuidado de la casa común a través de acciones concretas como plantar árboles y reducir el consumo de plásticos.
Hunter Farrel: “La Iglesia debe pasar de mediadora a defensora”
Desde Estados Unidos, el pastor Hunter Farrel, director del Instituto de Misión Global en Pittsburgh, ofreció una mirada ecuménica sobre el documento. Relató su experiencia acompañando a monseñor Pedro Barreto en La Oroya, Perú, una de las ciudades más contaminadas del mundo debido a la minería.
Farrel dijo que el documento representa un cambio en la postura de la Iglesia frente a los conflictos mineros. “Tradicionalmente, la Iglesia ha mediado entre las partes, pero este documento marca un cambio: la Iglesia debe acompañar al pueblo y defender a los más afectados”, dijo.
Habló de cinco puntos clave del texto: la crítica al extractivismo, la categorización de la minería en depredadora, necesaria y esencial, la inclusión de la Tierra como sujeto en la opción preferencial por los pobres, la protección de los líderes que acompañan procesos comunitarios y la necesidad de reformar los seminarios para formar pastores comprometidos con la ecología integral.
Propuso crear puentes entre el norte y el sur global para fortalecer la formación de agentes pastorales y teólogos en torno a los impactos de la minería. “El bien de la casa común nos exige trabajar juntos, dejando de lado las divisiones doctrinales. Esta es una urgencia ecuménica y misionera”, concluyó.
Las Orientaciones Pastorales ante los Impactos de la Minería son un llamado profético a un cambio de modelo. El documento está disponible de manera gratuita en www.celam.org y se espera que sea una herramienta clave para fortalecer la pastoral socioambiental en toda América Latina y el Caribe.
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