
¿Cómo medir si un barrio es acogedor? La respuesta la tienen los vecinos – The Conversation
Para muchos especialistas, la sostenibilidad urbana es un sueño cargado de tecnologías disruptivas e imágenes futuristas: autos eléctricos y autónomos, edificios que autorregulan su temperatura o drones que entregan pedidos a domicilio.
Pero cuando se trata de preguntar a los residentes sobre sus preferencias, las respuestas se enfocan más en cuán agradable y confortable les resulta su barrio que en las prioridades establecidas por expertos técnicos y urbanistas.
Justo de eso trata un proyecto de investigación reciente ejecutado en Europa bajo el nombre Advanced Energy Performance Assessment towards Smart Living in Building and District Level (SmartLivingEPC). Esta iniciativa propone un giro hacia lo local y lo participativo mediante el desarrollo de un marco de evaluación urbana novedoso que busca medir qué tan “acogedor” es un barrio desde la mirada de quienes viven allí. Es decir, que pone en primer plano las preferencias y necesidades cotidianas de los vecinos frente a las soluciones tecnológicas más complejas y, muchas veces, alejadas de la vida diaria.
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Prioridades de los vecinos frente a las técnicas
Pero ¿por qué necesitamos un enfoque diferente de la sostenibilidad urbana? La mayoría de los instrumentos que actualmente usamos para evaluarla, como las certificaciones internacionales LEED o BREEAM, buscan aplicar marcos con la mirada más amplia posible, incluyendo aspectos técnicos, ambientales, de gobernanza y sociales. Sin embargo, la importancia que se le da a cada uno de estos aspectos en la calificación final está en todos los casos predefinidos por expertos, casi ignorando las prioridades reales de los residentes.
Esto genera un escenario en el que las intervenciones tecnológicas o normativas se presentan como ideales desde las perspectivas de la ingeniería o la gestión pública, pero no responden a la pregunta ¿pueden estas soluciones garantizar la calidad de vida de quienes habitan el barrio? Y menos a una: ¿están alineadas con la cultura, la identidad o las aspiraciones de los vecinos para facilitar su adopción?
Para abordar estas preguntas, investigadores de la Universidad de Deusto llevamos a cabo un estudio en el que participaron cerca de 600 personas de 18 países europeos, lo que permitió obtener una visión representativa y diversa de preferencias comunitarias. El objetivo residía en identificar mediante una encuesta qué aspectos eran realmente importantes para los residentes no especializados.
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Los resultados evidenciaron una clara diferencia entre las opiniones de los expertos y de los vecinos con respecto a qué aspectos son prioritarios para mejorar la comodidad urbana. Mientras los especialistas valoran más tecnologías avanzadas, como infraestructura para vehículos eléctricos o sistemas inteligentes de gestión energética, los residentes prefieren aspectos más concretos e inmediatos, como la proximidad a servicios esenciales como centros médicos, escuelas y transporte público, la calidad del aire y la eficiencia energética de las viviendas.
Sin lugar a duda, el aporte más relevante de esta investigación es la premisa de que no hay transición energética posible si no es a través de la participación ciudadana.
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El desafío de la transición hacia ciudades de cero emisiones
Según el equipo de investigación, esta metodología convocante e inclusiva garantiza la incorporación de un aspecto tan relegado como la identidad colectiva en las políticas de planificación urbana europea, en un contexto marcado por iniciativas ambiciosas como el European Green Deal, el Fit55 o la New European Bauhaus, que buscan activamente transformar ciudades y barrios en lugares más sostenibles, inclusivos y bellos.
El gran reto de la transición hacia ciudades de cero emisiones para el 2030 ya no se basa en tecnología, sino las fórmulas para lograr la aceptación por parte de la ciudadanía de iniciativas sostenibles. Esta nueva propuesta metodológica aborda de lleno el desafío, proponiéndonos centrar nuestros esfuerzos en profundizar valores como el sentido de pertenencia y de co-responsabilidad ciudadana en el diseño de barrios, apuntando a la construcción de comunidades más comprometidas y accionadas hacia la transición tanto energética como ecología.