
“El mar nos quitó todo”: comunidad de Tabasco desplazada por el cambio climático exige …
Tabasco a 19 de julio, 2025.- En la costa de Tabasco, un pequeño poblado llamado El Bosque fue tragado por el mar. Hoy, sus habitantes luchan no solo contra la pérdida de sus hogares, sino también por su derecho a seguir viviendo de la pesca, aunque ahora lo hacen tierra adentro, desde una nueva comunidad llamada El Nuevo Bosque.
Guadalupe Cobos, lideresa comunitaria, ha vivido todo el proceso. Recuerda con nostalgia las olas, la brisa y las redes llenas de peces. “Mi libertad era el mar”, confiesa, aunque ahora su vida está entre pastizales y concreto, a 10 kilómetros del lugar donde alguna vez fue su hogar.
En 2019, el aumento del nivel del mar, provocado por el cambio climático y la erosión costera, obligó a las familias a abandonar El Bosque, convirtiéndolo en la primera comunidad oficialmente reconocida como desplazada por el clima en México. Hoy viven en casas del fraccionamiento “El Nuevo Bosque”, en Centla, Tabasco. Pero la lucha está lejos de terminar.
Viven de la pesca, pero sin apoyo ni reconocimiento
De las 51 familias reubicadas, solo una ha dejado la pesca. Todos los días, los pescadores se levantan a las 2:00 a.m. para regresar a las playas donde el mar sigue siendo su única fuente de sustento. El trayecto es oscuro, sinuoso y peligroso, ya que han reportado riesgos de delincuencia en la zona.
Pese a ello, no están registrados en ningún programa de apoyo gubernamental como Bienpesca, no tienen cooperativa ni refugio pesquero, y carecen de equipamiento básico. Son lo que ellos llaman “pescadores libres”, pero esa libertad se siente más como abandono.
“Estamos organizados, sí… pero no tenemos nada ante Conapesca. No tenemos permisos, no tenemos cooperativa, no tenemos refugio. Y eso hace toda la diferencia”, explica Guadalupe.
Reubicados, pero no olvidados (¿o sí?)
Aunque la reubicación trajo viviendas seguras, la infraestructura en la zona costera sigue deteriorándose. La carretera que lleva al “viejo” Bosque se está cayendo, los servicios de agua y luz fallan constantemente, y la basura de turistas inunda la playa. Para muchos, parece que la comunidad original quedó fuera del mapa oficial.
“Es como si ya no existiéramos. Las autoridades nos ayudaron a salir, pero luego nos dejaron solos”, comenta Antonio Mayoral, esposo de Guadalupe.
Cambio climático y derechos humanos
El caso de El Bosque resonó internacionalmente. En febrero de 2023, se presentó en la primera audiencia sobre migración climática organizada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Y recientemente, el 4 de julio, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) declaró que los Estados sí tienen la obligación legal de proteger a las comunidades afectadas por el cambio climático.
Aunque la decisión representa un avance histórico, en México aún no existe un marco legal claro que respalde los derechos de comunidades desplazadas por fenómenos ambientales.
“Tuvimos que tocar puertas por años. Nadie sabía quién debía hacerse cargo. Nos mandaban de una oficina a otra, como si fuéramos invisibles”, recuerda Guadalupe.
Una nueva vida… con limitaciones
El fraccionamiento donde ahora viven ofrece cierta tranquilidad. Tienen una escuela móvil con una maestra para atender a los niños, pero la sensación de pérdida y desarraigo permanece. Para los adultos, la readaptación ha sido dura. Viven lejos del mar, su fuente de vida, y aunque tienen una casa, lo que realmente necesitan es una ley que los respalde y reconozca su esfuerzo por sobrevivir.
“El cambio climático te cambia la vida. Es algo tan fuerte que la palabra se queda corta”, resume Guadalupe, con la voz entre la nostalgia y la esperanza.