
El historiador israelí que ve el genocidio y lucha para que Gaza no caiga en el olvido
Patricia Martínez Sastre
Jerusalén, 27 jul (EFE).- El historiador israelí Lee Mordechai, doctorado en Historia por la Universidad de Princeton, podría ser considerado por muchos una anomalía. Desde hace un año y medio documenta posibles crímenes de guerra perpetrados por su país en Gaza, y no duda en mencionar esa palabra que pocos quieren oír: genocidio.
«Aquí (en Israel) que todo está relacionado con la Segunda Guerra Mundial… nos preguntamos, ¿cómo pudo pasar eso? Todos mantuvieron una vida normal. Y ahora vemos que puede volver a ocurrir, que no es tan difícil», dice Mordechai, en una entrevista con EFE en Jerusalén.
La base de datos digital que este académico ha recopilado -«Ser Testigos de la Guerra entre Israel-Gaza» -, conforma quizá el archivo más detallado sobre las atrocidades, asesinatos de civiles palestinos y propaganda deshumanizante usada por el Gobierno israelí durante la que es ya la ofensiva militar más larga de sus historia.
El documento completo ocupa 232 páginas y está compuesto por 2.131 pies de nota; cada una de los cuales redirige al usuario a investigaciones publicadas en medios, documentación de oenegés, vídeos difundidos en redes sociales por soldados israelíes o periodistas gazatíes, y todo tipo de información pública sobre qué está sucediendo en Gaza; a donde la prensa internacional no puede acceder desde hace casi dos años.
Mordechai se resta peso. Dice que solo está «experimentado» con su papel como ciudadano israelí y como académico. «¿Se supone que debo quedarme en mi torre de marfil y seguir a lo mío? Eso era lo que pensaba hace algunos años, pero las cosas cambiaron», confiesa quien sirvió en el Ejército durante la Segunda Intifada.
Un equipo de decenas de voluntarios
En las próximas semanas tiene previsto lanzar una nueva plataforma y recursos con todo el material recopilado. En esta labor de recolecta le ayudan ahora -desde que su historia fue publicada en el diario israelí Haaretz el pasado diciembre- decenas de voluntarios; un tercio de ellos israelíes en la diáspora.
Pero el proyecto es todavía más ambicioso. Juntos planean crear, durante los próximos años, currículums educativos para colegios y universidades, hacer accesibles los testimonios desde Gaza de 150 doctores extranjeros que trabajaron en sus hospitales, mapear la sistemática destrucción del enclave a lo largo del tiempo.
«Se trata de hacer una especie de crónica y de comprender la dinámica del pasado. Otros podrían intentar usar el material para algo más. Pero para mí todo este proyecto, y la parte de cara al público en particular, tiene ese propósito: que Gaza no caiga en el olvido», añade Mordechai.
En el olvido como las ofensivas bélicas pasadas: la de 2008 que causó la muerte a 1.400 palestinos, incluidos un millar de civiles, y al menos 13 israelíes; la guerra de noviembre de 2012; la de 2014 apodada por Israel ‘Operación Margen Protector’ y que se saldó con la muerte de más de 500 niños gazatíes; los ataques en 2018 contra manifestantes gazatíes que reclamaban su derecho al retorno, y los once días de enfrentamientos en mayo de 2021.
Pero la actual ofensiva es, sin duda, muy distinta. Nunca se había sentido en Gaza tal grado de destrucción; tal desplazamiento masivo de población; tanta escasez de alimento o de refugio, y tantos ataques contra colegios, hospitales y viviendas en los que ya han muerto cerca de 60.000 personas, incluidos más de 17.000 niños.
Ya en noviembre de 2024, la Corte Penal Internacional (CPI) emitió órdenes de arresto contra dos altos funcionarios israelíes, entre ellos Benjamín Netanyahu, alegando responsabilidad por el uso del hambre de los gazatíes como arma de guerra. Un mes más tarde, Human Rights Watch (HRW) determinó que las autoridades israelíes eran responsables del crimen de lesa humanidad de «exterminio y de actos de genocidio» en Gaza; conclusión compartida por Amnistía Internacional y Médicos Sin Fronteras.
Preguntado sobre por qué, en Israel, esta percepción no es mayoritaria, Mordechai piensa y titubea. Cree que las razones son muy diversas, pero reconoce que la mayoría de medios de comunicación israelíes siguen reproduciendo una «cámara de eco» en la que, casi en exclusiva, se escucha y se da espacio a una sola retórica: que Israel está luchando por su existencia contra islamistas de Hamás.
Cuando empezaron los bombardeos contra Gaza, el mismo 7 de octubre de 2023, Mordechai se encontraba en Nueva Jersey, y dice que la distancia y el verse expuesto «desde el principio» a las imágenes de destrucción, a los vídeos publicados por los propios soldados desde Gaza, a los cadáveres de niños, le ayudaron a entender que la realidad era otra.
«No se puede entender esta guerra, este genocidio -elige el término que prefieras- sin comprender el papel de los medios de comunicación, tanto dentro de Israel como internacionales», sentencia.
Para este académico, el ejemplo es sencillo: «Hay tantos eventos durante la guerra que, si se invirtiera el atacante, se le diera la vuelta; o tal vez se le atribuyeran sus actos a Rusia o Ucrania, estos hechos serían totalmente inaceptables, ¿verdad? Generarían muchísima indignación, incluso acción política», dice sobre el recelo a cualquier tipo de sanciones.
Pero más allá de los medios, Mordechai reconoce que apropiarse de lo que Israel está haciendo en Gaza supone, también, una crisis de identidad en una sociedad que cree que «su ejército es el más moral del mundo»; además de un esfuerzo para invertir décadas de deshumanización hacia los palestinos y puro «desinterés» por lo que les ocurra.
«Sin embargo, en algún momento tienes que preguntarte: ¿es esto genocidio o no? Y para mí fue un problema aceptarlo, ¿verdad? Porque no es algo sencillo de asumir», confiesa. Su momento de clarividencia, dice, ocurrió en la primavera de 2024. EFE
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