
El mercado negro de la ciencia: redes internacionales venden autorías, citas y artículos falsos
El fraude científico se ha profesionalizado y existen redes internacionales organizadas que fabrican investigaciones y artículos falsos, cuya autoría venden a científicos interesados en engrosar su currículum académico y que también comercializan citas y posiciones de autoría (más cara la primera).
Así lo denuncian investigadores de la Universidad de Northwestern (Estados Unidos), en un artículo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences , que han estudiado qué hay detrás de algunos fraudes científicos y han descubierto que no se trata de casos aislados sino que hay redes complejas que colaboran de forma sistemática para socavar la integridad de la ciencia.
Los autores aseguran que estas redes funcionan como organizaciones criminales y han convertido el fraude científico en una industria donde existen unas fábricas de artículos, unos brokers que actúan como intermediarios entre autores, y un conjunto de editores y revistas que colaboran como cómplices o de las que se han apropiado cuando dejaron de operar de forma legítima.
Los autores del estudio alertan de que el fraude científico crece más rápido que la ciencia legítima
Según el estudio, cuyo autor principal es Luis A.N. Amaral, el problema está tan extendido que la publicación de ciencia fraudulenta está superando el ritmo de crecimiento de las publicaciones científicas legítimas.
Para realizar el estudio, Amaral y otros colegas analizaron extensos conjuntos de datos de publicaciones que habían sido retractadas, registros editoriales y casos de duplicación de imágenes, y también recopilaron listas de revistas académicas que han sido eliminadas de bases de datos por no cumplir ciertos estándares de calidad o éticos.
A través de ese análisis descubrieron que había un trabajo coordinado entre las “fábricas de papers ” que producen grandes cantidades de manuscritos (en su mayoría de baja calidad, con datos inventados, imágenes manipuladas o incluso robadas, contenido plagiado o afirmaciones absurdas) y académicos que desean publicar rápidamente nuevos trabajos.
Venden prácticamente cualquier cosa que pueda usarse para blanquear una reputación y la persona puede pagar por el puesto de primer autor o menos por ser el cuarto
“Las fábricas de artículos operan con diversos modelos; venden prácticamente cualquier cosa que pueda usarse para blanquear una reputación: venden puestos de autoría por cientos o incluso miles de dólares; y la persona puede pagar más por el puesto de primer autor o menos por figurar como cuarto, o puede pagar para que sus artículos sean aceptados automáticamente en una revista mediante un falso proceso de revisión por pares”, ha explicado Reese Richardson, investigador postdoctoral en el laboratorio de Amaral y primer autor del artículo.
Amaral, por su parte, comentó que son los intermediarios quienes tejen la red: “necesitan encontrar a alguien que escriba el artículo, a personas dispuestas a pagar por ser los autores, y una revista donde publicar todo y con editores dispuestos a aceptar esos artículos”.
Imagen de archivo de una científica trabajando en un laboratorio
Todo esto ocurre en un contexto en que los investigadores tienen cada vez más presión para publicar constantemente porque de ello depende el obtener financiación para su trabajo o la evaluación académica de sus méritos, lo que facilita la expansión de estas prácticas fraudulentas.
Y la consecuencia de todo ello es una contaminación del conocimiento publicado que puede afectar tanto a los metaanálisis como a los modelos de inteligencia artificial que se entrenan con literatura científica y que pueden dar por buenos estos contenidos y amplificar el problema.
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“El estudio encaja con la evidencia que ya existía sobre el tema. Hay una conciencia de que las malas prácticas científicas pueden estar extendiéndose debido, por una parte, a que existen revistas que son un buen negocio y que siguen de forma parcial los niveles exigibles de control. Y, por otra, de que el uso de indicadores numéricos en la evaluación de proyectos y de profesionales puede estar llevando a la búsqueda de atajos”, coindice Pere Puigdomènech, profesor de investigación emérito del Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG) y presidente del Comitè per a la Integritat de la recerca a Catalunya (CIR-CAT), en declaraciones a la plataforma SMC España.
Los artículos de Bioengineered, bajo la lupa
La editorial Taylor & Francis ha suspendido el envío de artículos a esta revista para centrarse en verificar que no se trata de trabajos fraudulentos o autorías pagadas
La revista Science daba cuenta hace unas semanas del anuncio hecho por una destacada editorial científica -Taylor&Francis- de suspender el envío de artículos a Bioengineered hasta concluir la investigación sobre 1000 artículos de esta revista sobre los que se sospecha que pueden proceder de alguna de estas fábricas de investigaciones falsas o a medida.
Hace unos meses, el científico biomédico René Aquarius denunció que, de una muestra de casi 900 artículos publicados por Bioengineered entre 2010 y 2023, una cuarta parte mostraba indicios de manipulación o duplicación de imágenes. Y solo 35 fueron retractados. También llamaba la atención sobre el hecho de que el número total de artículos publicados se multiplicó por diez en 2021, alcanzando más de 1000 artículos ese año, lo que se considera una señal de alerta de la actividad de estas redes de fraude científico.
“Si no abordamos este problema ahora, la literatura científica podría quedar totalmente contaminada; es urgente actuar antes de que se normalice el comportamiento fraudulento y el público pierda confianza en la ciencia ”, advirtió Amaral al presentar el artículo.
El investigador ha asegurado que “este estudio es probablemente el proyecto más deprimente en el que he participado en toda mi vida; la ciencia me apasiona desde niño y es angustiante ver a otros cometer fraudes y engañar”. De ahí su interés en poner el foco sobre el problema para que se adopten medidas que preserven la integridad de la ciencia.
Es probablemente el proyecto más deprimente en el que he participado en toda mi vida
“Es una llamada más de atención para todos, profesionales de la ciencia y gestores, a no bajar la guardia sobre estos temas y no caer en la ilusión de que cuatro indicadores de impacto lo resuelven todo”, asegura Puigdomènech, que considera esencial la formación de los profesionales en las buenas prácticas de la ciencia y la existencia de instancias que se ocupen de estos temas.
Para Amaral y Richardson, la solución pasa por reforzar los controles de los procesos editoriales, establecer mejores métodos para detectar investigaciones inventadas, revisar los sistemas de indexación y reformular de forma radical el sistema de incentivos en la ciencia.