Mes de la Minería: Diez hitos que marcaron la historia minera de Chile
En el Mes de la Minería, recordamos algunos de los momentos claves que construyeron la identidad minera del país.
Por Joaquín Ruiz
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Chile país minero, se suele decir con frecuencia. Y ciertamente, podríamos encontrar varias razones para respaldar esta afirmación. Es que la historia de Chile no puede comprenderse sin su vínculo con la minería. Una relación que comenzó mucho antes de la llegada de los españoles, cuando algunos pueblos que habitaban estas tierras ya extraían minerales desde la cordillera de Los Andes para fabricar herramientas y objetos decorativos.
Desde esos primeros pirquineros, saltando a la fiebre de la plata y la era del salitre, hasta llegar a la consolidación de la industria del cobre de nuestros días, la minería ha sido mucho más que una actividad clave para la economía nacional. Ha sido escenario de profundas transformaciones sociales, tecnológicas y culturales, y testigo de momentos que han dejado huella en la memoria colectiva del país.
Pero como la memoria es frágil, este Mes de la Minería parece ser la ocasión propicia para mirar hacia atrás y repasar algunos de los hitos que marcaron la historia minera del país. Un recorrido que muestra cómo la minería ha sido motor de progreso, escenario de desafíos y reflejo de la historia misma de Chile. Se trata, pues, de un ejercicio de memoria para reconocer el papel fundamental que esta actividad ha tenido -y sigue teniendo- en la historia, el desarrollo y la identidad nacional.
La fiebre de la plata y el nacimiento de la minería profesional
La fundación de la Escuela de Minas de Copiapó en 1857 marcó un antes y un después en la historia minera del país. Fue la primera institución chilena dedicada exclusivamente a la formación de profesionales en minería, metalurgia y geología, sentando las bases para la enseñanza técnica en el sector. Su creación respondió a la necesidad de contar con capital humano calificado en pleno auge de la plata en el norte chico, impulsado por el descubrimiento del yacimiento de Chañarcillo en 1832. Este hallazgo, uno de los más importantes de América, desencadenó la llamada “fiebre de la plata”, atrayendo a miles de trabajadores, fomentando el crecimiento económico y transformando a Copiapó en un polo minero y comercial. La escuela de minas surgió como respuesta estratégica del Estado y el sector productivo para profesionalizar una actividad que, hasta entonces, dependía más bien del oficio y la intuición. Su legado perdura como uno de los pilares de la minería moderna en Chile.
Salitre: motor de progreso y desigualdad
La explotación del salitre marcó profundamente la historia de Chile, transformando su economía, sociedad e identidad nacional entre 1880 y 1930 aproximadamente. Su auge generó una gran riqueza, permitió modernizar el país e impulsó la construcción de infraestructura, además de financiar grandes obras públicas y fomentar la industrialización. Fue clave en el desarrollo de la minería a gran escala y la innovación tecnológica, influyendo también en la legislación laboral y en nuevas formas de organización social en el norte del país. Sin embargo, esta bonanza vino acompañada de desigualdades, explotación laboral y una peligrosa dependencia de un solo producto. La posterior crisis del salitre, provocada por la competencia de los fertilizantes sintéticos y la Primera Guerra Mundial, obligó a Chile a replantear su modelo económico y buscar nuevas fuentes de riqueza. A pesar de su declive, el legado del salitre preparó el camino para la era del cobre que estaba por venir.
El Teniente y Chuquicamata: se inicia la gran minería del cobre
A comienzos del siglo XX, Chile entró en la era de la gran minería del cobre con dos hitos clave: El Teniente, cuya explotación industrial comenzó en 1905 con la sociedad norteamericana Braden Copper Company, y Chuquicamata, que inició sus operaciones en 1915 bajo propiedad de la familia Guggenheim. Ambas minas, una subterránea y otra a rajo abierto, marcaron un punto de inflexión en la historia minera del país. Con capital extranjero e innovación tecnológica, estas faenas impulsaron una nueva escala de producción y exportación, posicionando al cobre como eje estratégico de la economía nacional. Así se consolidó la minería moderna, especialmente tras quedar ambas minas bajo control estatal en 1971. Chuquicamata, la mina a cielo abierto más grande del mundo, se transformó además en un ícono del desarrollo industrial chileno y símbolo del potencial minero del país.
Tragedia del humo: el día que cambió la seguridad minera
El 19 de junio de 1945, un incendio en los túneles de la mina El Teniente provocó la muerte de 355 trabajadores, en el peor accidente minero de la historia chilena. Conocida como la “tragedia del humo”, el hecho evidenció graves falencias en los protocolos de seguridad e impulsó reformas en la gran minería subterránea. A partir de esta tragedia, la prevención de riesgos se instauró como pilar central en la gestión minera: se crearon departamentos de seguridad e higiene industrial, se establecieron nuevos sistemas de ventilación, el uso obligatorio de equipos de protección y canales directos de comunicación con los trabajadores. El impacto fue tan grande que derivó en cambios legales de alcance nacional, incluyendo reformas en la ley de accidentes del trabajo y en el Código de Minería. La tragedia marcó un antes y un después en la protección de la vida en la minería chilena.
Mujeres que vencieron el prejuicio: las primeras ingenieras de minas en Chile
Durante décadas, la minería fue un mundo vedado a las mujeres, rodeado de supersticiones, prejuicios e incluso leyes laborales que las mantenían lejos de las faenas y de las aulas universitarias. Sin embargo, a partir de la primera mitad del siglo XX, algunas pioneras desafiaron esas barreras y abrieron camino para las generaciones futuras. En 1938, Carmen Schwarze Tellería ingresó a estudiar minería en la Universidad de Chile y en 1944 se convirtió en la primera mujer egresada como ingeniera civil de minas, marcando un precedente histórico en Chile y Latinoamérica. Años más tarde, Beatriz Levi Dresner siguió sus pasos, graduándose en 1958 y destacando como la primera mujer en ocupar un cargo directivo en el Instituto de Ingenieros de Minas de Chile. Su valentía y determinación transformaron para siempre la historia de una industria que, hasta entonces, parecía ser solo para hombres.
Enami: impulso histórico a la pequeña minería chilena
El 5 de abril de 1960 nació la Empresa Nacional de Minería (Enami), creada por el Estado para transformar la realidad de la pequeña y mediana minería en Chile. Su modelo de negocios -único en el mundo- combina la compra, procesamiento y comercialización de minerales, otorgando acceso al mercado formal a productores que, de otro modo, quedarían excluidos. Más que un actor económico, Enami se convirtió en un motor de desarrollo local y en un regulador clave contra la minería informal e ilegal. Durante más de seis décadas ha permitido que cientos de pequeños mineros, dedicados principalmente al cobre y oro, mantengan su actividad y generen empleo en zonas alejadas del país. Sin Enami, gran parte de este sector no se habría consolidado, marcando un hito esencial en la historia minera chilena.
Nacionalización: cuando Chile hizo suyo el cobre
El 11 de julio de 1971, el Congreso aprobó por unanimidad la nacionalización del cobre, impulsada por el gobierno de Salvador Allende. Este hecho histórico, conocido como el “Día de la Dignidad Nacional”, marcó un hito al permitir que el Estado tomara el control de las principales minas y consolidara al cobre como “el sueldo de Chile”. La idea venía gestándose desde la década de 1960, cuando el gobierno de Eduardo Frei Montalva inició la llamada “Chilenización del cobre”, un modelo mixto que preparó el camino para la posterior estatización total. Con la ley n° 17.450, Chile dio un paso decisivo: transformar su principal recurso natural en pilar del desarrollo nacional y símbolo de independencia económica.
Codelco: el corazón estatal del cobre chileno
Fruto del proceso de nacionalización, en 1976 surgió la Corporación Nacional del Cobre (Codelco), que agrupó en una sola empresa los yacimientos que habían pasado al Estado pocos años antes, como Chuquicamata, El Teniente, Andina y Salvador. Durante las siguientes décadas, Codelco se convirtió en la principal productora de cobre del planeta y en un pilar de la economía nacional, generando los mayores ingresos al fisco y financiando obras públicas, programas sociales y políticas de Estado. Más allá de su rol económico, Codelco simbolizó la soberanía del país sobre su recurso más estratégico. Hoy, frente a desafíos como el agotamiento de yacimientos históricos y las crecientes demandas ambientales y sociales, la empresa busca modernizar sus operaciones y mantener su liderazgo global en un mundo que exige una minería cada vez más sustentable.
Escondida: el gigante que transformó la minería privada
Un riquísimo depósito de cobre ‘oculto’ en pleno Desierto de Atacama, y que tardó varios años en ser encontrado, marcaría un hito minero no solo para Chile, sino para la industria global. Aunque el hallazgo se produjo a inicios de los años 80, no fue hasta 1990 que el yacimiento -ya bautizado como ‘Escondida’- comenzó formalmente a operar, convirtiéndose a los pocos años en la mina productora de cobre más importante del mundo. El proyecto, liderado por capitales privados internacionales, se convirtió también en símbolo del nuevo impulso que la minería privada tomaría en el país tras décadas dominadas por la producción estatal. Su impacto fue inmediato: no solo multiplicó las exportaciones y atrajo inversión extranjera, sino que también impulsó el desarrollo de proveedores locales y elevó el estándar tecnológico del sector. Escondida marcó el inicio de una nueva etapa, consolidando al país como líder indiscutido del cobre a nivel global.
Un milagro bajo tierra: el rescate de los 33 de San José
El 5 de agosto de 2010, un derrumbe en la mina San José, en la región de Atacama, dejó atrapados a 33 trabajadores a 700 metros de profundidad. Lo que comenzó como una tragedia pronto se transformó en una epopeya moderna: durante 69 días, el país y el mundo siguieron con expectación el esfuerzo titánico por rescatarlos. Con ingeniería de precisión, cooperación internacional y una tenaz voluntad de sobrevivir, los mineros emergieron uno a uno a partir de la madrugada del 13 de octubre, en un extenso operativo transmitido en vivo a millones de personas en todo el planeta. El “Milagro de los 33” no solo evidenció fallas en la seguridad de la pequeña y mediana minería, sino que también mostró la capacidad de la industria para enfrentar y superar desafíos extremos. e