
La voz y los ojos de Gaza son silenciados en medio del recrudecimiento de la ofensiva israelí
La Franja de Gaza vuelve a estremecer al mundo con una noticia que golpea no solo a quienes viven bajo las bombas, sino también a la conciencia global: el asesinato del equipo completo de periodistas de la cadena Al Jazeera junto a un reportero independiente tras un bombardeo israelí que impactó de lleno en la carpa de prensa instalada frente al hospital Al Shifa.
Fue un ataque que no se perdió en el caos de la guerra, sino que se dirigió con precisión quirúrgica contra quienes tenían como única arma una cámara, un micrófono y la voluntad de contar lo que veían. Un daño que no fue colateral, sino más bien un ataque directo contra los ojos y la voz de Gaza.
Ocurrió el domingo 10 de agosto. En la entrada principal del hospital Al Shifa, punto neurálgico de la ciudad, se encontraban los corresponsales Anas al Sharif y Mohammed Qreiqeh, junto a los camarógrafos Ibrahim Zaher, Mohammed Noufal y Moamen Aliwa. Con ellos estaba también Mohammed al Khaldi, periodista independiente. El hospital, desbordado por heridos y hambrientos, era uno de los últimos espacios donde aún se podía informar sobre el pulso diario de la ofensiva israelí. La carpa de prensa, improvisada para resistir las largas jornadas de cobertura, se había convertido en un refugio precario donde descansar unos minutos, revisar imágenes y transmitir en directo.
Vista aérea de la Gaza destruida. Vía X@mhdksafa 11/08/2025
Apenas media hora antes de la tragedia, Anas al Sharif publicó en su perfil de X un video que mostraba la cercanía de las bombas. El texto que lo acompañaba era claro: “Bombardeos sin parar… Desde hace dos horas, la agresión israelí se intensifica en la Ciudad de Gaza”. Momentos después, volvió a escribir: “Si esta locura no termina, Gaza quedará reducida a ruinas, las voces de sus gentes silenciadas, sus caras borradas. Y la historia los recordará como testigos silenciosos de un genocidio que decidieron no detener”. A las pocas horas, un misil impactó directamente sobre la carpa. Las imágenes posteriores, captadas por otros periodistas, mostraron cuerpos destrozados, ropa ensangrentada y colegas intentando rescatar, en medio del humo y el caos, lo que quedaba de sus compañeros.
Entre los muertos estaba Anas al Sharif, de 28 años, uno de los rostros más reconocidos en Gaza. Antes de la ofensiva israelí de octubre de 2023, Al Sharif era un camarógrafo discreto, poco conocido fuera de su comunidad. Pero sus imágenes de los bombardeos en su ciudad natal, Jabalya, se hicieron virales en redes sociales, captando la atención de Al Jazeera, que lo contrató en diciembre de ese mismo año. Él mismo relató que jamás había aparecido en un canal, ni siquiera local, y que la persona más feliz con su debut fue su padre. El mismo que moriría poco después en un ataque aéreo israelí.

Anas al Sharif, periodista palestino asesinado en un ataque israelí el pasado domingo
Padre de dos hijos, Anas trabajó casi sin descanso desde entonces, apareciendo en pantalla casi todos los días. En más de una ocasión, el ejército israelí lo amenazó directamente, enviándole mensajes de voz a su teléfono para que abandonara su labor. “Tienes minutos para dejar el lugar, ir al sur y dejar de informar para Al Jazeera”, le dijo un oficial de inteligencia mientras transmitía en vivo desde un hospital. Minutos después, el recinto fue bombardeado. Y el domingo, su suerte se selló.
La reacción de Al Jazeera fue inmediata. Calificaron lo ocurrido como un “asesinato selectivo” y un ataque flagrante contra la libertad de prensa. El ejército israelí, por su parte, confirmó que el objetivo del bombardeo era Al Sharif, acusándolo de ser jefe de una célula de Hamás. Sin embargo, no presentaron pruebas verificables y no mencionaron a los otros periodistas que murieron. Israel ya lo había acusado de pertenecer a Hamás en octubre de 2024, publicando documentos que, según Reporteros Sin Fronteras, no constituían evidencia suficiente y podían formar parte de una estrategia para justificar asesinatos de ciertos periodistas.
La condena internacional no se hizo esperar. Reporteros Sin Fronteras solicitó una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU. La Unión Europea y Naciones Unidas exigieron una investigación independiente, recordando que el derecho internacional prohíbe de forma explícita los ataques contra periodistas. El Comité para la Protección de los Periodistas denunció un patrón documentado de acusaciones falsas contra profesionales de prensa, mientras que la Federación Internacional de Periodistas habló de “violencia sin precedentes contra la prensa”.
Desde Chile, el Colegio de Periodistas de Chile envió una carta al Canciller Alberto van Klaveren repudiando el hecho e invitando a más periodistas a firmar. En el comunicado, expresan su más enérgica condena ante el asesinato de seis profesionales de la comunicación en la Franja de Gaza y afirman que, a través de la misiva, esperan “manifestar a la Embajada de Israel en Chile nuestra condena por los hechos de violencia y muerte donde han sido víctimas periodistas y personas trabajadoras de las comunicaciones, así como la mayor de nuestras preocupaciones de que la Franja de Gaza hoy sea un territorio donde no se pueda ejercer el derecho humano a la comunicación y a la información”.

El canciller Alberto Van Klaveren. Foto: Sebastian Cisternas/Aton Chile.
Así es como se configura un contexto verdaderamente dramático. Desde octubre de 2023, cerca de 240 periodistas han muerto en Gaza. Las redacciones han sido destruidas, los hogares bombardeados, y la falta de electricidad, internet y equipos básicos de protección ha dejado a quienes siguen trabajando en un estado de vulnerabilidad absoluta. Israel mantiene cerradas las puertas a la prensa extranjera independiente. Y ahora, poco después del ataque al equipo del Al Jazeera, anunciaron que permitirán solo visitas bajo acompañamiento militar, lo que busca garantizar un control estricto de la narrativa. Según RSF, esto responde a un objetivo claro: un “blackout mediático” para impedir la documentación de posibles crímenes de guerra.
Mientras, las cifras superan cualquier comparación reciente: más periodistas han muerto en Gaza que en conflictos de décadas como la Guerra de Vietnam o incluso la Segunda Guerra Mundial.
El asesinato de Al Sharif y sus colegas ocurre en un momento militar y políticamente clave. Todo apunta a que Israel prepara una nueva intensificación de la ofensiva en la Ciudad de Gaza. La breve y vertiginosa historia de conflicto desde el inicio de la ofensiva Israelí en 2023 muestra que, antes de grandes operaciones militares, el ejército israelí ha atacado infraestructura mediática, eliminando a quienes portan cámaras y micrófonos que puedan mostrar al mundo lo que sucede. El control de la información se convierte así en un arma más, silenciosa pero letal. Si nadie lo cuenta, nadie lo ve; si nadie lo ve, nadie se siente obligado a actuar.
En medio de este escenario, la muerte de estos seis periodistas no es solo una tragedia humana, sino que es también un golpe directo contra el derecho a la información y la memoria colectiva. Gaza se ha convertido en el escenario del primer genocidio transmitido en directo, pero paradójicamente también en el lugar donde más se asesina a quienes intentan documentarlo. El riesgo ahora no es solo que mueran periodistas, sino que el mundo se acostumbre a que mueran. Que sus decesos dejen de ser noticia, que las imágenes y cifras de horror se diluyan en la rutina informativa.
Por eso, las palabras que dejó escritas Anas al Sharif antes de morir cobran un peso insoportable: “Si muero, muero firme en mis principios… No olviden Gaza”. Su vida, su trabajo y su muerte nos recuerdan que cada voz que se apaga en Gaza es una doble pérdida: de vida y de verdad. Lo imperdonable sería olvidar.