
Pilar Calvo tiene nueva exposición individual tras ocho décadas
Eirinet Gómez
Periódico La Jornada
Miércoles 13 de agosto de 2025, p. 2
Después de 80 años sin una exposición individual, la obra de Pilar Calvo se presenta de nuevo al público en el Museo Nacional de San Carlos, con la muestra Travesías de trazo y color, que reúne más de 40 piezas en técnicas como óleo, acuarela y fresco. Mediante autorretratos, paisajes y bodegones, Calvo despliega su notable versatilidad con el pincel y reivindica el papel de las mujeres en la pintura.
“Es una representante de una forma de hacer arte que no corresponde a la visión generalizada de las primeras décadas del siglo XX, cuando predominaba un arte figurativo de corte social y nacionalista”, dijo Jorge Reynoso Pohlenz, director del Museo. “Es importante darle visibilidad y contemplar de una manera compleja, pero también más rica, nuestro pasado reciente”, agregó.
La exhibición deriva de la idea de trabajar en torno al acervo del museo, pero también sigue la línea curatorial y de divulgación con una perspectiva más incluyente respecto al género.
El recorrido comienza con Autorretrato con vestido azul (1930), pintado cuando Calvo tenía apenas 17 años. En éste, la artista se representa con dos trenzas que caen a los lados de su rostro, ataviada en una blusa azul clara rematada con un broche. Tiene una iluminación suave y el trabajo minucioso de la obra se puede ver en los ojos y los labios.
“El autorretrato es una forma de autoexploración. Para las mujeres ha sido un género particularmente significativo, pues les permite convertirse en sujeto activo y no sólo en objeto, como ha sido en la tradición occidental”, explicó Raquel Fundía Comisarenco, curadora de la muestra.
Calvo (1913-1986) nació en la Ciudad de México y, por influencia de su madre, tuvo una educación artística temprana, que incluyó pintura sobre porcelana y dibujo por correspondencia. En 1930 se matriculó en la Academia para Señoritas de Germán Gedovius, pintor de formación alemana y entonces profesor en la Academia de San Carlos.
“Recibían una formación muy completa, no eran sólo clases para pasar el tiempo. Les daban lecciones de anatomía, geometría…, salían muy bien preparadas. Ella se especializó en óleo, pero también tomó clases de paisaje”, detalló la curadora.
Al concluir sus estudios, emprendió un viaje por Europa junto con su amiga Carmen Jiménez Labora, quien a su regreso fundó una academia de pintura donde invitó a Calvo a ser docente. “Es sorprendente el éxito que tuvo en vida: estuvo activa entre los años 30 y 40, tiempo en que realizó exposiciones en Nueva York y en el Palacio de Bellas Artes”, recordó Fundía Comisarenco.
Uno de los momentos más emotivos de la muestra ocurre frente a Niño (1935), un óleo que retrata a un infante sin camisa en un entorno rural, donde hay caballos y campesinos. Junto a la pintura, se exhibe una fotografía de la artista mientras trabaja en la obra: ella mira a la cámara con un pincel en una mano y la paleta de colores en la otra.
▲ Estudio para fresco (s.f.), de la colección Ángel Calvo, Autorretrato al exterior (1940) y Autorretrato con vestido azul (1930), obras de Pilar Calvo incluidas en la exposición Travesías de trazo y color.Foto Roberto García Ortiz
“Hizo muchos retratos, sobre todo de mujeres y niños. Todos son expresivos, aunque sean figurativos o realistas, hay en ellos un acercamiento a la sicología del individuo”, comentó la experta.
Otro elemento singular de la exposición es un pequeño ladrillo donde está plasmado en técnica de fresco el rostro de un ángel. También se muestran imágenes del mural El primer mexicano (1943), en el Hotel Posada del Sol, que narra el naufragio de exploradores españoles y su encuentro con la cultura maya.
Entre las piezas destacadas se encuentran Paisaje con burro (1927), Ex convento de Actopan (1927) y Paisaje de los volcanes (1944). “En la academia para señoritas practicaba mucho este género. Esto nos remite a la tradición de José María Velasco, pero también a la influencia de Gedovius”, apuntó Fundía Comisarenco.
Técnica virtuosa
La exhibición concluye con obras como Jarrón de cempasúchil (1932) y Bodegón de rosas (s.f.), que revelan una paleta vibrante y una ejecución técnica virtuosa. “Su trabajo es excepcional, fue reconocida por el uso del color. Ella se inserta en esta tradición, pero la hace suya, con flores marchitas o capullos cerrados, habla del paso del tiempo”, destacó la curadora.
Aunque Pilar Calvo fue reconocida en su momento, su legado cayó en el olvido tras su muerte. El Museo Nacional de San Carlos ha hecho esfuerzos por destacar su memoria. En 1990, algunas de sus obras se incluyeron en Las discípulas de Gedovius y en 2023 en Pintar en femenino. Sin embargo, esta es la primera exposición individual desde 1944, cuando se presentó en Bellas Artes.
“Es increíble que hayamos reunido tantas obras y que por fin vuelvan a la luz. Este evento nos invita a reflexionar cómo recordamos a estas artistas. Por supuesto que hubo prejuicios de género, no tenían el mismo acceso que sus pares varones. Sin embargo, ella tuvo una carrera muy exitosa en vida. ¿Qué pasó después?”, planteó Fundía Comisarenco.
La especialista añadió que muchas de las obras de Calvo fueron realizadas por encargo, lo que dificultó ubicarlas. Aunque el museo conserva algunas en su acervo, la mayoría se encuentra en colecciones privadas. “Sabemos que existe más obra, pero no está localizada. Hacemos un llamado a coleccionistas que tengan alguna pieza de ella para que nos informen. Nos encantaría que apareciera más”.
Pilar Calvo: Travesías de trazo y color permanecerá hasta el 9 de noviembre en el Museo Nacional de San Carlos (avenida México-Tenochtitlan 50, colonia Tabacalera).