
Los incendios revelan la falta de protocolos de emergencia para animales – EL PAÍS
Las imágenes de animales abrasados que deja tras su paso la ola de incendios que azota España ha reavivado la demanda de veterinarios y animalistas por la puesta en marcha de un protocolo de actuación en casos de emergencia. En la localidad de Tres Cantos, en Madrid, el fuego no solo se cobró la vida de más de un centenar de animales, sino también la de un hombre que arriesgó su vida para salvar los caballos de una hípica. “No es la primera persona que fallece por intentarlo”, se lamenta Matilde Cubillo, presidenta de la Federación de Protectoras de Madrid (FAPAM). “Si estuviera un poco organizado y hubiera más medios, este hombre tal vez no se hubiese arriesgado de esta manera”, asegura. Más de dos años después de que entrara en vigor la Ley de Bienestar animal en 2023, solo Canarias ha desarrollado el protocolo pensado para poner a salvo a los animales domésticos ante desastres naturales.
Fernando Sánchez, presidente de Salvando Peludos, acudió a Tres Cantos con su fundación el día del incendio y el siguiente. “Nos encontramos el campo completamente arrasado por el fuego y las ovejas muertas”, dice. Muchas otras vivas, pero quemadas. “Estaban ardiendo y nadie rompió la valla ni hizo nada”, dice. Él, junto a veterinarios y otras organizaciones, atendieron entre 80 y 100 animales. En todos los casos no hubo otra posibilidad que la eutanasia.
En la localidad de Gejo de los Reyes, en Salamanca, el fuego llegó el viernes 15 de agosto. Allí, el incendio, que sigue activo, calcinó prácticamente las 700 hectáreas donde Herminio Mangas (64 años) tiene las cinco explotaciones de ganado en las que viven unos 5.000 animales. Cuando pudo acercarse a los establos afectados por las llamas, se encontró con “vacas con quemaduras graves, dos terneros carbonizados, y siete cabras, una oveja con dos corderos y un perro muertos”. La lista sigue.
Para Mangas, lo que se salvó fue por suerte, porque cuando quiso entrar al campo a rescatar a los animales, la Guardia Civil no se lo permitió. “¿Qué se pensaban, que me iba a meter dentro de las llamas?“, dice con frustración. El ganadero pudo entrar con el coche a otra zona en la que intentó abrir el cercado, pero al llegar, las llamas estaban muy cerca y fue hacia otra salida, unos dos kilómetros alejada del foco. “Cuando llegué ya tenía el fuego encima, las llamas corrían igual que las olas en el mar, igual que un coche”, dice. Preguntado por la existencia de un protocolo, el ganadero asegura jamás haber sido informado de algo similar.
En los incendios, inundaciones, terremotos o erupciones volcánicas, la protección de la vida de las personas es la prioridad. Pero las catástrofes también afectan a los animales. Por ello, la ley contempla la necesidad de establecer un protocolo de actuación en estos episodios. La protectora Las Nieves, en la localidad toledana de Casarrubios del Monte, da prueba de esta necesidad. El pasado 17 de julio Maricarmen Quejido, responsable del albergue, llamó al 112 para avisar de un incendio que se veía en un pueblo a 15 kilómetros. A la media hora el cielo estaba rojo y el albergue rodeado de humo. Volvió a llamar al 112. “Estamos en una protectora con 300 animales y cuatro personas, por favor, vengan a ayudarnos”, cuenta que dijo. Al cabo de una hora, las llamas pasaron por encima del albergue. “Nosotros mismos no nos explicamos cómo es posible que nos salváramos, un milagro”, dice. Según Quejido, los alrededores de la protectora se han quemado por completo. De los 300 animales, solo murió una perra, por asfixia. “Cuando después nos llamó un bombero para preguntarnos cómo estábamos, les dije que bien, pero no gracias a ellos”.
Los aspectos fundamentales que debería incorporar un protocolo de emergencias son tres: un listado de contactos directos con equipos que puedan intervenir, contar con los medios y materiales de urgencia necesarios, y, en función del tipo de catástrofe y de animal ―de producción o de compañía―, saber dónde trasladarlos. Así lo esboza Manuel Lázaro, miembro de la Junta de Gobierno del Colegio de Veterinarios de Madrid, que pide más recursos. “Para Tres Cantos hemos tenido que pedir a una distribuidora el material necesario y lo pagamos con el dinero del colegio”, argumenta.
Matilde Cubillo, que estuvo como voluntaria en Tres Cantos, cuenta que otra hípica había solicitado ayuda y que tras organizar una forma de sacar a los caballos, no pudieron hacerlo porque las carreteras estaban cortadas. “Debería estar permitido, sin poner en riesgo la vida de las personas, tener acceso a sitios para rescatar animales”, señala.
La abogada valenciana especialista en derecho animal, Amparo Requena, señala que la ley en Valencia exige que “todos los ayuntamientos deben señalar los puntos donde trasladar a los animales en caso de emergencia, pero ni se lo han planteado”. Además de abogada, Requena es presidenta de la protectora Modepran, muy afectada por un tornado que antecedió la devastadora dana de octubre. “Un tornado es un un fenómeno imprevisible; pero las gotas frías, danas e inundaciones están a la orden del día en la Comunidad Valenciana, se podrían haber salvado un montón de animales”, critica. Y aclara que todavía no existe ningún protocolo allí.
Protocolo con prevención
Tanto Requena como Cubillo consideran que un protocolo de catástrofes debería incluir, además, la prevención. “Por ejemplo, tener una previsión de dónde puedes trasladar puntualmente animales y poner en marcha los mecanismos de unidad de bomberos forestales o quien sea que tengas”, dice la abogada. Por ejemplo, durante las inundaciones en Valencia, una distancia que normalmente se realiza en 15 minutos se hacía en 5 horas. Desde Fapam, Cubillo dice que están trabajando para que se sepan exactamente todos los puntos donde hay animales, sean ganaderías, sean rehalas de caza o protectoras.
Algunos animales también contribuyen a la propia prevención de incendios, como cuenta Mari Carmen Quejido sobre el fuego que afectó a su protectora toledana. Hace cuatro años, en los alrededores del albergue pastaban ovejas, lo que mantenía la maleza controlada. A la ausencia del ganado, se sumaron las variables climáticas: “Este año que ha llovido muchísimo y la maleza estaba súper alta”.
La excepción canaria
Tras los incendios forestales en 2017 y 2019 en Gran Canaria y la erupción del volcán de La Palma en 2021, los colegios de veterinarios de las islas trabajaron junto a la administración autonómica en un protocolo para la evacuación de animales de compañía frente a emergencias de cualquier índole. “Durante el volcán de La Palma se evacuaron más de 300 animales domésticos y otros tantos de ganadería”, cuenta Alejandro Suárez Pérez, presidente del Colegio Oficial de Veterinarios de Las Palmas. En concreto, crearon una aplicación llamada Zoocan Emergencias. A través de esta, los veterinarios y voluntarios pueden gestionar la llegada de animales a los albergues. “Los tratamientos aplicados, las patologías sufridas, los datos de los propietarios”, enumera Suárez.
Esto llevó a que en octubre de 2022, la Consejería de Administraciones Públicas, incluyera en su plan de emergencias tanto a los animales silvestres como los de compañía y de explotaciones ganaderas.
En Extremadura existe la Ley 10/2019 de Protección Civil, que reconoce la obligación de proteger a los animales en situaciones de emergencia. Sin embargo, esta ley no desarrolla protocolos operativos específicos ni detalla cómo deben aplicarse esas medidas en la práctica, como es el caso de Canarias.