
“No se trata sólo de los tres grandes muralistas; también destaca la mirada compleja de O’Gorman”
“No se trata sólo de los tres grandes muralistas; también destaca la mirada compleja de O’Gorman”
▲ Retablo de la Independencia de México, de Juan O’Gorman, pintado entre 1960 y 1961, en el Museo Nacional de Historia.Foto Germán Canseco
Daniel López Aguilar
Periódico La Jornada
Sábado 23 de agosto de 2025, p. 4
Hay que romper el mito de que “en México sólo existen tres grandes muralistas”, afirmó el pintor Gustavo Monroy durante el conversatorio dedicado a Juan O’Gorman (1905-1982), celebrado este miércoles en el Alcázar del Castillo de Chapultepec.
Monroy, moderador del diálogo, subrayó que nuestro país ha contado con numerosos creadores de relevancia y que O’Gorman se encuentra entre ellos, “un artista cuya obra sigue vigente y establece un diálogo constante con la contemporaneidad. “A diferencia de otros exponentes de su generación, él fue arquitecto y retratista. Su mirada es compleja, y su legado continúa hablándonos”, añadió.
La jornada comenzó con un recorrido por la Sala 6, guiado por Salvador Rueda Smithers, titular del Museo Nacional de Historia (MNH), donde se contempló el Retablo de la Independencia (1960-1961), fresco de 4.40 metros de alto por 15.69 de ancho, que condensa 30 años de historia mexicana, desde la noche del virreinato hasta el amanecer de la República.
Smithers destacó que aunque el aniversario se cumplió el pasado 6 de julio, la celebración “es atemporal. Se trata de recordarlo todo el año. Sus obras nos invitan a pensar, a reconstruir la historia desde la mirada de un creador”.
En la Sala Madero se encuentran el Retablo de la Revolución. Sufragio efectivo, no reelección (1968) y El feudalismo porfirista (1970-1973), frescos que relatan la transformación social y política del país con precisión museográfica.
El titular del MNH subrayó en entrevista con La Jornada que O’Gorman “concebía sus creaciones como lecciones visuales: personajes, paisajes y edificaciones se ensamblan para narrar la historia de manera simultánea y unifican la épica de la independencia y la revolución mediante un lenguaje estético que aún sorprende por su modernidad.
“Pinta a Miguel Hidalgo de dos maneras, incorpora a Morelos varias veces y coloca carteles que orientan al espectador: su intención es provocar reflexión, no imponer una lectura única.”
En el conversatorio participaron también Adriana Sandoval, directora de la Fundación Espacio Nancarrow O’Gorman, quien ofreció un recorrido por su trayectoria, y el historiador Guillermo Rodríguez, quien compartió anécdotas sobre la creación de los frescos y su contexto histórico.
Luis Martín Lozano aportó una perspectiva académica y destacó la vigencia estética del creador frente a los públicos actuales.
Monroy retomó la conversación y señaló que O’Gorman no sólo dominaba la pintura; su formación arquitectónica permitió integrar la obra con los espacios y la luz del Alcázar.
“No se trata sólo de los llamados tres grandes muralistas; hay muchos destacados, y Juan O’Gorman es uno de ellos. Su obra nos recuerda que el arte mural es un lenguaje vivo, un diálogo entre pasado y presente.”
Salvador Smithers puntualizó que los frescos enseñan historia y reflejan la imaginación del arquitecto y pintor: los volcanes vistos desde la Ciudad de México, la colocación de los héroes y la superposición de edificios de distintas épocas contribuyen a un relato visual que desafía al espectador.
“Su obra nos hace pensar, no nos da respuestas cerradas. Cada detalle es una invitación a comprender el tiempo, el espacio y la acción humana”, finalizó.