
Recupera libro los vínculos del pintor El Corcito con el arte escénico y el cine
Recupera libro los vínculos del pintor El Corcito con el arte escénico y el cine
▲ Fragmento del óleo Desfile cívico escolar (1936), de Antonio M. Ruiz. Acervo Patrimonial Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Merry MacMasters
Periódico La Jornada
Sábado 30 de agosto de 2025, p. 2
El Corcito solía firmar sus cuadros como Antonio M. Ruiz. La eme no se refería a algún nombre específico, sino que significaba “Muy”; es decir, “Antonio Muy Ruiz; era un pintor congruente consigo mismo y distinto a sus contemporáneos”. Aunque cercano a los círculos más reconocidos del arte oficial, “El Corcito siempre mantuvo una personalidad artística independiente”, afirman Dafne Cruz Porchini y Luis Vargas Santiago, editores del libro-catálogo Antonio Ruiz El Corcito: Montajes y escenas del México moderno (Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE)/Museo Amparo).
Al ser invitados por el Museo Amparo para realizar un proyecto en torno al pintor, escenógrafo y docente, el reto consistió en decir “algo distinto a lo que ya habían hecho colegas tan estimados, como Olivier Debroise, Luisa Barrios y, sobre todo, Rita Eder, quien dedicó su tesis doctoral y un libro a este artista”, señala Vargas Santiago, secretario académico del IIE
Cruz Porchini y Vargas Santiago tuvieron la ventaja de trabajar directamente con el archivo de Ruiz (1892-1964) antes de que la familia lo vendiera al Centro de Investigaciones Getty, en Los Ángeles, California. El archivo documenta el paso de El Corcito por muchas instituciones en las que trabajó desde los años 20, como la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, y la escuela de ingeniería del Instituto Politécnico Nacional.
Incursión de Ruiz en las artes escénicas
“Al revisar el archivo nos dimos cuenta de que un área menos explorada era la de la relación de Ruiz con otras artes, además de las pictóricas.
“Fue escenógrafo de obras destacadas de amigos como Rodolfo Usigli y de compañías de ballet como La Paloma Azul. Esas colaboraciones dejaban ver que había entendido claramente la escena como una suma de planos donde ocurren acciones en movimiento.”
Pero, ¿de dónde surgió ese interés? “Aparte de estudiar pintura en la Academia de San Carlos, El Corcito se inscribió en la carrera de arquitectura. Esa formación, junto con el dibujo y la pintura, le dio un entendimiento que le permitió hacer maquetas constructivas, mapas y foros cinematográficos cuando se fue a Hollywood a probar suerte hacia 1926. Después reflexionamos de qué manera la relación con las otras artes también influyó en cómo Ruiz construía pinturas en miniatura que parecen pequeñas ventanas o escenografías en las que tienen lugar muchas acciones”.

▲ Sobre estas líneas, El organillero, ca. 1925. Temple y óleo / cartón. Colección Andrés Blaisten; luego, Títeres, 1933. Temple sobre masonite. Colección FEMSA; abajo, Indolandia indivisa y libre, ca. 1940. Gouache sobre cartón, de la colección Fundación Amparo-Museo Amparo, México, todas, obras de Antonio M. Ruiz, El Corcito, incluidas en el catálogo Montajes y escenas del México moderno.
De allí el título del libro y la exposición que se alojó en e Museo Ampara del 29 junio al 4 de noviembre de 2024.
Luego, con el propósito de acercarse de forma distinta a la obra del artista, los investigadores retomaron algunas de las hipótesis mencionadas por Debroise y Eder: “Rita, por ejemplo, habla de El Corcito como una alternativa al muralismo monumental, incluso, mucho más crítica”.
Revelaciones bajo el óleo
“Nos dimos a la tarea de analizar con técnicas de laboratorio de diagnóstico de obras de arte algunos de los cuadros que tiene la Galería de Arte Mexicano.
“Al estudiar el óleo La billetera (1932) con rayos X, nos dimos cuenta de que Ruiz había cambiado la cara, de una máscara prehispánica a una imagen más dulcificada.
“En El sueño de la Malinche (1939) apareció una bacinica debajo de la cama que después quitó. Con El Corcito nunca tienes una respuesta certera. Más bien su potencia yace en la ambigüedad, en la posibilidad de que el significado vaya hacia muchos lados. La idea, por ejemplo, de ver a los habitantes del México urbano y el rural como nuevos tipos populares, como si actualizara los repertorios del costumbrismo mexicano con un sentido del humor y de la visualidad del sigo XX.”
El cuadro que ilustra la portada del libro, Maqueta de la Pastorela Nochistlán (cerca de 1940), se remite a los días de Ruiz como maestro rural de las Misiones Culturales de los años 20, donde enseñaba a los niños a dibujar a partir de la construcción de pequeños escenarios teatrales.
El acercamiento a Ruiz fue producto de un proyecto integral de investigación realizado en el IIE, entonces fue posible involucrar a expertos en los diferentes temas como la arquitectura, la danza y el teatro, cuyos textos aparecen en el volumen.
El libro-catálogo Antonio Ruiz El Corcito: Montajes y escenas del México moderno se presentó ayer en el salón Matilde Montoya de la Feria Internacional del Libro de las Universitarias y los Universitarios (Filuni), en avenida del Imán 10, Ciudad Universitaria.