
Chéjere celebró su viaje sonoro de 20 años en el Teatro de la Ciudad
Merry MacMasters
Periódico La Jornada
Domingo 31 de agosto de 2025, p. 4
Para celebrar su vigésimo aniversario, el grupo Chéjere, que hace música nueva con raíces en la tradición jarocha, echó la casa por la ventana en el concierto que dieron ayer en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris. El festejo contó con la actuación de Iraida Noriega, La Marisoul y Laura Murcia, así como del saxofonista y clarinetista Aldo Max, e invitados que han sido parte del proyecto en varios momentos. Por ejemplo, el arreglista Ulises Martínez, quien estuvo 10 años en el grupo y ahora funge como director artístico del concierto Chéjere: 20 años. También estuvo Álvaro Alcántara y Natalia Cobos, que formaron parte de la primera etapa del grupo.
En entrevista previa con La Jornada compartieron: “Estaremos juntos para honrar toda esta historia porque, a pesar de que nos hemos dividido y tomado otros caminos, el cariño y el gusto de hacer música, lo que nos reunió originalmente, continúa”, aseguró la cantante Mariel Henry Rojo.
Los otros integrantes de Chéjere son Alonso Borja, director, guitarra y requinto jarocho; Stephanie Delgado, voz y jarana; Jorge Cortés, bajo eléctrico, y Osvaldo Peñaloza, cajón set.
Originaria de la Ciudad de México, la agrupación empezó como un proyecto fundamentado en el son jarocho. A partir del primer disco, Chejereconson (2005), Alonso Borja exploró la posibilidad de componer música original desde las raíces de lo tradicional, lo que se convirtió en el sello del grupo desde el principio.
El primer elepé comprendió varios sones jarochos, aunque “con un toque distinto, porque, finalmente, al ser personas de la ciudad, es más sincero hacer algo que tiene que ver con un bagaje musical más abierto y amplio, que tal vez no tienen las personas que están en lugares pequeños, en donde la música es más acotada”, asegura Henry Rojo.
La diferencia es que “todos somos melómanos, entonces, está esta historia de nuestro amor por muchas músicas tradicionales y populares del Caribe y América Latina que forman parte de nuestra musicalidad”.
La sonoridad del grupo, entonces, obedece a un sonido que a través de diferentes raíces busca conectar con emociones y sensaciones actuales. Es como un puente entre músicas tradicionales y aquellas que buscan nuevos caminos, aunque siempre integrados hacia la raíz latinoamericana y caribeña, pero también populares y accesibles a personas de todas las edades.
Respecto al interés actual por el son jarocho, Henry Rojo asegura que en todos estos años que lleva dentro de la tradición “lo he visto crecer mucho en todo el mundo, ya que me ha tocado dar talleres en Argentina, Chile y España. Es algo que me da mucho gusto, a la vez que siento que otras músicas tradicionales de México están tomando mucha fuerza, lo cual me llena de alegría. Al ser un país con tantísima riqueza musical, vale la pena que salga más a la luz y que haya personas que la valore.
“Tenía muchas ganas de estudiar música tradicional mexicana cuando estaba en la universidad; sin embargo, no existía como tal una escuela. Sigue sin existir. No obstante, siento que ahora toma mucha fuerza. Hay más lugares que abren estos espacios hacia la música tradicional. Quizás hay menos malinchismo.”
En la charla prometieron: “haremos un pieza original de la banda sólo a voces y con percusión corporal. Para mí, el grupo sigue en la apertura de nuevas formas para expresar lo que vemos necesario comunicar tanto en lo musical como lo que sentimos, porque es necesario hablar de alguna manera en estos tiempos tan adversos”.
El repertorio comprendió temas como Tonada y tornaviaje, Luz de mi vida, Perder la piel, Trovador, La estrellita, Solita, Tejedoras y Conga de puerto.