
La voz creativa de las afromexicanas tomó Bellas Artes como espacio de identidad
La voz creativa de las afromexicanas tomó Bellas Artes como espacio de identidad
▲ Aleida Violeta Vázquez Cisneros (segunda desde la izquierda) declaró: “Yo soy mar, memoria, agua, fuego, lluvia, la ilusión de la vida”. La poeta, oriunda de Guerrero, fue una de las 10 participantes del encuentro organizado por la CNL del Inbal.Foto Jair Cabrera Torres
Daniel López Aguilar
Periódico La Jornada
Domingo 31 de agosto de 2025, p. 2
“México también es negro. Esclavizada no fui, sigo de pie luchando por los derechos”. Con estos versos, Patricia Guadalupe Ramírez Bazán, originaria de la Costa Chica de Guerrero, inauguró ayer el primer Encuentro Nacional de Escritoras Negras-Afromexicanas.
Diez poetas de distintas entidades de la República Mexicana se reunieron en la sala principal del Palacio de Bellas Artes para dar voz a historias, memorias y dignidad de sus comunidades.
Cada intervención tejió un relato colectivo que enlazó territorios, resistencias y generaciones, mientras cientos de jóvenes y adultos compartían su entusiasmo y admiración con ovaciones y gestos de reconocimiento.
La fuerza de Ramírez Bazán reclamó justicia y espacio para quienes han sido históricamente marginadas. Sus poemas recordaron la persistencia de las comunidades afrodescendientes y la importancia de mantener viva la memoria de sus raíces.
Jamel Ydzu Martínez Fonseca, de Baja California, dio voz a Robo de identidad, obra que denunció los mecanismos que despojan a las comunidades afrodescendientes de sus tradiciones y su historia, planteando la urgencia de fortalecer la resistencia cultural.
La intensidad de su denuncia dio paso a Ana de las Flores, del estado de México, quien leyó La sangre de África y, acompañada por Julio Raygosa al piano en la interpretación de Siempre tuvimos alas, evocó los genocidios en Palestina, Haití y el Congo.
Al invitar al público a cantar, la sala se llenó de un murmullo de voces unidas y risas que respondían a cada verso, mientras la música subrayaba la fuerza y la presencia de la autora.
Malva Marina Carrera Vega, de Michoacán, centró su intervención en la memoria y la pérdida.
“Encontré un cisne desmembrado… Encontré mi voz en unos labios”. Sus versos invitaron a la introspección, a reconocer lo que se ha perdido y lo que persiste en la memoria.
Esa intensidad halló eco en Aleida Violeta Vázquez Cisneros, de Guerrero, quien declaró: “Yo soy mar, memoria, agua, fuego, lluvia, la ilusión de la vida. Soy la lengua perdida de mis ancestros. Soy la mano de mil mujeres negras sosteniendo la vida”. Sus palabras cuestionaron los prejuicios que otros tienen sobre cuerpos prietos, narices, ojos y labios gruesos.
A continuación, entonó La negrita cucurumbé, de Cri-Cri, a la que añadió una nueva letra: “La negrita sigue de pie a pesar de la opresión”. Con este gesto, se aproximó a la historia de la canción y a la memoria de su comunidad. La sala estalló en aplausos y vítores ante la fuerza y el orgullo que emanaba de su interpretación.
Montserrat Aguilar Ayala, de Michoacán, dedicó su participación a la memoria de su madre ausente, mediante una carta a la luciérnaga, que dirigió a sí misma como acto de autoafirmación. Invitó a los presentes a escribir también de sí mismos, a modo de reconectar con sus vidas y recuerdos.
Junto a Aguilar, Alexis Vázquez interpretó Duerme negrito, cuya interpretación enfatizó la urgencia de justicia para mujeres negras en todos los rincones del mundo.
Desde Oaxaca, Juliana Acevedo Ávila manifestó su vínculo con la tierra y la comunidad: “Negra soy, afrodescendiente que alza la voz más alto para justicia encontrar”. Su poema Hartazgo abordó el racismo y las esclavitudes modernas.
Raquel González Mariche, también originaria de dicha entidad, llevó la narración a un territorio donde los sueños se abren a la aventura. Azucena López Ventura, de Guerrero, cerró el bloque con Desde la diversidad, y puso de relieve los derechos que han sido negados a su comunidad.
Elizabeth Avendaño Sayagua, de la Ciudad de México, cerró el encuentro cultural junto con Zarina Palafox en el arpa, Yasbil Mendoza en el violín y Julio Raygosa en el piano. Sus versos y la música aludieron a la xenofobia, el racismo y la inequidad, y concluyeron con un llamado potente a la memoria y la justicia: “Arriba mujeres migrantes, indígenas, negras”.
La Secretaría de Cultura federal, por conducto de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL) del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), coordinó la actividad. Claudia Curiel de Icaza, titular de esta dependencia, señaló: “Este acto forma parte de un programa que incluye actividades claves para las comunidades afromexicanas, como el primer festival de danzas negras, conciertos de mujeres indígenas y diálogos con artistas internacionales”.
Destacó la reforma al artículo dos constitucional, fruto de las luchas de los pueblos afroamericanos, y subrayó la urgencia de “visibilizar su historia y legado”.
Diego Prieto Hernández, responsable de la Unidad Estratégica de Culturas Vivas, Patrimonio Inmaterial e Interculturalidad, añadió: “Este recinto, antes dedicado exclusivamente a la alta cultura, hoy acoge las expresiones más diversas. El arte y la literatura de México se sostienen en la creatividad comunitaria”.
Entre los asistentes se encontraban Alejandra de la Paz Nájera, directora del Inbal, y la activista y legisladora Susana Harp, junto con otras personalidades del ámbito cultural.
Nadia López, coordinadora nacional de Literatura y moderadora de la actividad, concluyó: “Hoy cambió la historia. Estas voces, reunidas por primera vez en esta sala marcan un paso decisivo hacia la visibilidad y el reconocimiento de comunidades que durante siglos lucharon por justicia y dignidad”.