
Mission to Earthphase Moonshine Gold, el reloj de Swatch y Omega que aparece en luna llena
En tiempos en los que la relojería parece debatirse entre la tradición y la revolución digital, Swatch ha vuelto a demostrar que sabe jugar con el tiempo como pocos. La marca que convirtió en culto a los relojes de plástico vuelve a romper las reglas con el Mission to Earthphase Moonshine Gold, una pieza que solo se deja ver y vender bajo la luz de la luna llena. El 9 de agosto de 2025, la escena se repitió en diferentes ciudades del mundo: colas interminables, fanáticos acampando desde la madrugada y un entusiasmo casi ritual que recordaba más a un concierto que a una venta de relojería.
Lo curioso es que, detrás de esta estrategia, hay mucho más que un simple reloj. Swatch lo presenta como si fuera el resultado de una misión espacial en miniatura: fabricado en una única noche de luna llena en Biel, Suiza, y disponible únicamente en tiendas físicas seleccionadas. No se trata solo de limitar la producción, sino de envolverla en un relato cósmico que conecta la tradición del Speedmaster de Omega con una experiencia de compra que roza lo teatral.
La pieza en sí juega con esa dualidad entre lo técnico y lo poético. Su caja de Bioceramic navy mantiene las proporciones clásicas de 42 milímetros, pero en la esfera ocurre la verdadera magia, ya que se encuentra un indicador de Earth Phase, que muestra cómo se vería nuestro planeta desde la Luna, y otro de Moon Phase, donde dos lunas llenas están bañadas en el exclusivo oro Moonshine de Omega. Una de ellas, incluso, con un guiño a Snoopy, ese personaje que Swatch ha convertido en cómplice recurrente de sus aventuras siderales. Bajo luz ultravioleta aparece la frase escondida “I Beat Everybody…”, como un secreto que el reloj comparte únicamente con su dueño.
El resto de detalles no hace más que reforzar su lujo. Cristal biosourced con grabado en forma de caja, agujas recubiertas de Super-LumiNova para brillar en la oscuridad, tapa de batería decorada con un globo terráqueo y una correa de caucho azul con cierre de velcro, tan práctica como estética. Todo ello por 385 euros, un precio que parece casi simbólico para un reloj que no es tanto una máquina para medir horas como una llave de entrada a un club de historias compartidas.

Lo que diferencia a esta edición de otras MoonSwatch no es solo la complicación añadida ni el brillo dorado de sus lunas, sino el fenómeno social que genera. La gente que hace cola no busca únicamente un reloj, sino ser parte de un acontecimiento irrepetible, de un momento en el que el tiempo y la luna marcan el inicio de una pequeña odisea personal. Quizás ahí radique la verdadera genialidad de Swatch: no vender relojes, sino vender la emoción de perseguirlos.