
¿Hay vida en Marte?
El pasado julio se cumplieron sesenta años de una misión espacial que marcó un hito en la exploración planetaria de nuestro sistema solar: el primer … sobrevuelo exitoso de Marte, realizado por la sonda Mariner 4 de la NASA, que envió a la Tierra las primeras imágenes cercanas jamás obtenidas de otro planeta. Lo que descubrió fue un paisaje profundamente inhóspito repleto de cráteres, desolado, con escasa atmósfera y temperaturas extremas. Todo indicaba que Marte no era un mundo habitado ni siquiera por formas de vida rudimentarias, como se había especulado durante el siglo XIX y principios del XX.
Hasta entonces, muchos astrónomos y escritores habían fantaseado con un planeta lleno de vida, o al menos derove signos de civilización antigua. Las famosas observaciones de Giovanni Schiaparelli en 1877, malinterpretadas por la traducción de la palabra ‘canali’ como canales en lugar de surcos, alimentaron la imaginación popular. Percival Lowell, convencido de que esos canales eran estructuras artificiales construidas por una civilización marciana para transportar agua desde los polos, contribuyó a popularizar esta visión. Incluso en el ámbito literario, autores como H. G. Wells con ‘La guerra de los mundos’ o Edgar Rice Burroughs con su saga de ‘Barsoom’, consolidaron la imagen de un Marte exótico, poblado y decadente. Tras las fotografías desoladas de la Mariner 4, esas ideas quedaron relegadas al terreno de la mitología científica y la ficción. Lo que vimos fue un planeta frío, seco y sin aparentes atisbos de vida, mucho más parecido a la Luna que a las fértiles fantasías de antaño.
En 1976, las sondas Viking de la NASA se posaron sobre la superficie de Marte. Por primera vez, una misión llevaba instrumentos diseñados específicamente para buscar vida más allá de la Tierra. Aunque sus experimentos no detectaron señales inequívocas de actividad biológica, dejaron una inquietante pregunta sobre la mesa: si Marte tuvo agua en abundancia, ¿por qué no desarrolló vida? Casi medio siglo después, esa incógnita sigue en el centro de la investigación planetaria.
Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista ‘Nature’ arroja luz sobre esta paradoja. A partir de los datos recopilados por misiones como Curiosity y MAVEN, los científicos de la NASA han profundizado en la historia climática del planeta rojo. El análisis sugiere que, aunque Marte fue en su día un mundo húmedo, las condiciones no habrían sido lo bastante estables –ni lo bastante benignas– como para permitir el desarrollo sostenido de formas de vida. Una clave para entender por qué tener agua no convierte necesariamente a un planeta en un mundo con vida.
Los datos del róver Curiosity revelan que Marte conservó hielo en su subsuelo y que, en ciertos momentos y lugares, pudieron existir salmueras líquidas, especialmente durante la noche o bajo el punto de congelación. Sin embargo, esas aguas eran demasiado salinas, efímeras y hostiles para la vida tal como la conocemos. Lejos de ser oasis biológicos, estos charcos salobres habrían actuado más como trampas químicas para cualquier intento de biología incipiente. Por otro lado, la misión MAVEN permitió comprender mejor la pérdida de atmósfera del planeta. La ausencia de un campo magnético protector dejó a Marte indefenso ante el viento solar. En un proceso conocido como ‘sputtering’, partículas cargadas fueron arrancando átomos ligeros como el hidrógeno, esenciales para mantener el agua, y lanzándolos al espacio. Fue una lenta erosión cósmica que despojó al planeta de su escudo y de su capacidad para retener líquidos en la superficie.
El estudio identifica tres factores determinantes: una duración insuficiente del agua líquida, condiciones ambientales extremas e inestables, y una exposición constante a la radiación por falta de una atmósfera densa y protectora. Juntos, estos elementos habrían hecho prácticamente inviable la aparición sostenida de vida en la superficie.
Pero la historia no termina ahí. Las misiones actuales, como el róver Perseverance y la futura Rosalind Franklin de la Agencia Espacial Europea (ESA), seguirán rastreando antiguos deltas y lechos de agua en busca de compuestos orgánicos o posibles fósiles microscópicos. El nuevo estudio no descarta que, bajo tierra, en capas heladas protegidas de la radiación, puedan esconderse aún restos de una vida pasada… o incluso formas de vida aún activas.
Mientras tanto, la ciencia continúa desentrañando los secretos de Marte con la obstinación de quien se niega a aceptar el silencio cósmico como respuesta. Y en el eco de ese misterio persistente, sigue resonando una vieja pregunta, esta vez no desde los laboratorios, sino desde los altavoces: ‘Is there life on Mars?’ (¿Hay vida en Marte?), cantaba David Bowie. Más de medio siglo después, seguimos escuchando.