
Avanza la purga cultural de Trump; busca borrar a las minorías de la historia de EU
Avanza la purga cultural de Trump; busca borrar a las minorías de la historia de EU
▲ El dibujo El 4 de julio desde el sur de la frontera, del caricaturista mexicano Felipe Galindo Feggo, formaba parte de la galería Historia Latina, del Museo Nacional de Historia Estadunidense, que fue clausurada tres meses antes de lo previsto. “Está cerrada por renovaciones”, comentó un empleado del recinto a La Jornada.Foto cortesía del artista

▲ La figura de papel maché Yo también soy estadunidense, de la artista Kat Rodriguez, se hizo famosa luego de que jornaleros agrarios la cargaran durante una marcha de 377 kilómetros por la justicia en Florida.Foto La Jornada
Jim Cason y David Brooks
Corresponsales
Periódico La Jornada
Viernes 12 de septiembre de 2025, p. 2
Washington y Nueva York., El presidente estadunidense, Donald Trump, ha lanzado una revolución cultural que busca rescribir la historia oficial de su país, borrando narrativas sobre las vidas y luchas de pueblos indígenas, afroestadunidenses, latinos, inmigrantes y gays al censurar literatura y exhibiciones museográficas, así como promover a artistas conservadores “patrióticos”, cuyas cualidades principales parecen ser una lealtad absoluta al mandatario.
Exhibiciones que celebran la experiencia inmigrante y la vida de la comunidad latina ya se han removido de recintos nacionales; obras de teatro y música encabezada por artistas de la comunidad LGBT han sido canceladas en sitios públicos como el Centro Kennedy, en Washington, mientras la Casa Blanca sigue elaborando directrices para más cambios de este tipo. Directores de museos nacionales ya renunciaron o fueron despedidos.
A finales de agosto, el actual director de los museos del Instituto Smithsoniano (complejo de 19 recintos y centros de investigación públicos más importante del país) se reunió con Trump después de que la Casa Blanca emitió una larga lista de obras de arte que ordenaba retirar de exhibiciones públicas. Todo esto “se siente un poco como censura”, comentó en entrevista con el Washington Post Spencer Crow, ex director del Museo Nacional de Historia Estadunidense.
La purga de arte y cultura ya está avanzada. En una visita al Museo Nacional de Historia Estadunidense, La Jornada confirmó que toda la galería nombrada Historia Latina, auspiciada por la familia Molina, la cual el museo describió como “la primera galería dedicada a la experiencia y contribuciones latinas a Estados Unidos”, cerró tres meses antes de lo programado. “Está clausurada por renovaciones”, comentó un empleado del recinto a La Jornada sin más explicación. Varias de las obras de esta exhibición estaban incluidas en una lista publicada por la Casa Blanca de piezas que no eran “consistentes” con la visión del presidente Trump sobre la cultura nacional.
“¿Así se sentían los artistas de la Alemania de Hitler?”
Entre las obras en esa galería se encontraba El 4 de julio desde el sur de la frontera, dibujo del artista y caricaturista mexicano Felipe Galindo Feggo. Según la lista de la Casa Blanca, esta obra se vincula con un artículo publicado en el sitio de la ultraconservadora Federalist Society, quejándose de que “se muestra a migrantes observando los fuegos artificiales del Día de la Independencia a través de una apertura en el muro fronterizo entre Estados Unidos y Mexico”. Esta obra, junto con otra que afirma que “Estados Unidos se robó un tercio del territorio de México en 1848 con el Tratado de Guadalupe Hidalgo”, aparentemente ofendieron al presidente y a su equipo.
“¿Así se sentían los artistas de la Alemania de Hitler cuando sus obras eran etiquetadas como ‘arte degenerado’?’, preguntó Feggo en un comentario enviado a La Jornada.
“El arte es poderoso. Los artistas no deben ser acosados, censurados ni silenciados. La libertad de expresión es un pilar fundamental de la democracia, y cualquier intento de suprimirla debe ser resistido con firmeza”, concluyó.
En el centro de otra galería se exhibe una estatua de unos tres metros de altura parecida a la de la Libertad, pero en esta versión la figura tiene piel morena, un jitomate en una mano y porta una canasta de la misma verdura en la otra. Su pedestal dice: “Yo también soy estadunidense”.
La figura de papel maché, creada por la artista Kat Rodriguez, se hizo famosa porque fue cargada por jornaleros agrarios durante una marcha de 377 kilómetros por la justicia en Florida organizada por trabajadores mexicanos, haitianos y guatemaltecos de la Coalición de Trabajadores de Immokalee en demanda de mejores condiciones de trabajo y protección de los derechos laborales. La obra fue donada al Smithsoniano.
Pero la Casa Blanca decidió que esta información e imágenes no son parte de la historia oficial.
Un representante del museo rehusó confirmar a La Jornada si la estatua y otras obras serán retiradas. Pero un recorrido por una exhibición llamada De muchas voces, cuentos, vidas, nos volvemos Estados Unidos, deja dudas sobre si será tolerada mucho más por este gobierno.
A unos pasos de la estatua, hay otras exhibiciones en torno a cómo la frontera compartida con México, el éxito de los inmigrantes profesionistas, la lucha por la justicia de los afroestadunidenses y la de los derechos de la cominidad LGBT forman parte del mosaico llamado “Estados Unidos”.
Para Donald Trump y sus aliados, esta historia requiere ser blanqueada. “El Smithsonian está fuera de control; todo lo abordado es sobre qué tan horrible es nuestro país, qué tan mala era la esclavitud”, escribió el mandatario en sus redes sociales en agosto. Un comentarista preguntó: “¿cuál fue la parte buena de la esclavitud?”
“Restaurar la verdad”
Las acciones más recientes de la Casa Blanca dan seguimiento a una orden ejecutiva emitida en marzo con la intención proclamada de “Restaurar verdad y sanidad a la historia estadunidense”.
Trump explicó en esa orden que “es la política de mi gobierno recordar a los estadunidenses nuestro legado extraordinario, el progreso consistente en volvernos una unión más perfecta y el historial sin igual de promover la libertad, la prosperidad y el florecer humano”.
En sus instrucciones para implementar esa orden, la Casa Blanca declaró que el propósito de esta evaluación es “asegurar el alineamiento con la directriz del presidente de celebrar el excepcionalismo estadunidense”, entre otras cosas.
Los primeros pasos en este esfuerzo incluyeron el despido del bibliotecario del Congreso y el archivista nacional, el remplazo de toda la junta directiva del Centro Kennedy y decretos que instruyen al Servicio de Parques y otros monumentos nacionales a evaluar su literatura y programas con el fin de excluir contenido “negativo” sobre Estados Unidos y retirar todo lo crítico para el 17 de septiembre.
El presidente también logró recortar el financiamiento tanto de la televisión como la radio públicas, así como del Fondo Nacional de las Artes y el de Humanidades. Además, nombró un equipo para “evaluar” las artes, incluyendo la música y otras expresiones culturales asociadas con instituciones federales.
Esta “revolución cultural” ha sido acompañada por esfuerzos de censura ya impulsados anteriormente alrededor de Estados Unidos. Se registraron más de 10 mil intentos separados para prohibir libros en este país en 2024, según el PEN American Center.
Todas estas medidas han sido condenadas por bibliotecarios, historiadores, artistas y otros trabajadores culturales.
“Contar la historia de Estados Unidos tiene que abarcar la historia plena y compleja de su pasado y presente, incluyendo una evaluación honesta de males e injusticias, y un reconocimiento del proyecto sin la finalidad de crear una unión más perfecta”, declaró Hadas Harris, del organismo mundial de escritores.
“El esfuerzo de este gobierno de rescribir la historia es una traición a nuestras tradiciones democráticas y un esfuerzo muy preocupante de sacar la verdad de las instituciones que cuentan nuestra historia nacional, que abarca desde el Smithsoniano hasta nuestros parques nacionales.”