
Las barreras que impiden el renacer de la energía nuclear en la inversión global
Sin embargo, el renacer de esta industria no está exento de obstáculos que condicionan su viabilidad en la inversión global.
Aunque muchos gobiernos reconocen que el sistema eléctrico necesitará diversificar fuentes para garantizar suministro constante, las exigencias de capital, la regulación incierta y los largos plazos de construcción hacen que el atractivo financiero sea relativo.
A ello se suman los antecedentes de retrasos y sobrecostes en proyectos emblemáticos que han deteriorado la confianza de inversores y bancos en Occidente.
Durante el simposio anual de la Asociación Nuclear Mundial en Londres, Sama Bilbao y León, directora general de la organización, subrayó que la demanda de electricidad seguirá aumentando en todos los sectores.
Puso como ejemplo el crecimiento de la IA y el consumo masivo de los centros de datos, que actúan como el “canario en la mina” para mostrar hasta qué punto el sistema eléctrico necesitará nuevas soluciones.
En este contexto, la energía nuclear aparece como una opción capaz de aportar electricidad las 24 horas del día, los siete días de la semana, frente a la intermitencia de la solar o la eólica.
Morgan Stanley estima que las inversiones a lo largo de la cadena nuclear podrían alcanzar los 2,2 billones de dólares en 2025, frente a los 1,5 billones proyectados para 2024. Esta cifra revela un interés creciente, pero también plantea dudas sobre quién asumirá el riesgo financiero.
La magnitud de las cifras refleja que la inversión global requiere coordinación entre gobiernos, bancos y empresas privadas para cubrir un esfuerzo fiscal de semejante envergadura.
Uno de los avances más comentados en los últimos años son los pequeños reactores modulares (SMR). Según la Agencia Internacional de la Energía, este tipo de proyectos reduciría a la mitad el tiempo de recuperación de la inversión en comparación con los grandes reactores convencionales, cuyo horizonte suele situarse entre 20 y 30 años.
Sin embargo, los SMR aún no han alcanzado la fase comercial. La mayoría de los planes prevén que no estarán operativos hasta la próxima década, lo que reduce su atractivo inmediato.
El entusiasmo de los inversores contrasta con la falta de ejemplos concretos en funcionamiento. En la práctica, la inversión global en este segmento se topa con la misma dificultad: plazos largos e incertidumbre regulatoria que frenan la toma de decisiones.
La comparación entre regiones es otro elemento clave. En países como China, los grandes proyectos nucleares logran cumplirse en tiempo y dentro del presupuesto, lo que atrae a bancos e instituciones financieras. Occidente, en cambio, ha acumulado décadas sin nuevas construcciones significativas.