
Hacia la regulación de la vida nacida en laboratorio
Investigadores de todo el mundo se reúnen este miércoles en Gran Bretaña, convocados por el Instituto de Biotecnología de la Universidad de Manchester, para debatir los beneficios y riesgos de las tecnologías para crear formas de vida que no existen en la naturaleza.
La primera célula sintética obtenida hace 15 años fue definida como «una herramienta verdaderamente poderosa para diseñar todo lo que queremos que la biología haga».
Desde entonces, los avances hacia la vida generada en laboratorio acercaron cada vez más este objetivo.
Sin embargo, para quienes trabajan en este campo, llegó el momento de reflexionar y establecer algunas reglas.
En el evento de este miércoles investigadores de centros de investigación líderes a nivel mundial debatirán los beneficios de crear vida en el laboratorio, pero que podrían tener importantes implicaciones para la sociedad, como las bacterias capaces de eliminar sustancias tóxicas del agua y el suelo.
También se analizará cómo la investigación sobre vida sintética interactúa con la inteligencia artificial y la robótica.
«Ingeniería y Protección de la Vida Sintética» es el tema de la reunión, programada hasta el 18 de septiembre, donde expertos en biología sintética interactuarán con bioeticistas, expertos en seguridad y expertos en diplomacia científica.
Se planificaron cuatro sesiones centradas en nuevas tecnologías para producir células completamente sintéticas con ADN reducido al mínimo indispensable para su supervivencia, posibles aplicaciones y desarrollos a largo plazo, los requisitos para una innovación responsable y los posibles cambios que podrían surgir del diálogo entre la vida sintética, la inteligencia artificial y la robótica.
Uno de los temas centrales es la llamada «vida espejo», es decir, la posibilidad de obtener moléculas con una orientación opuesta a la que tienen en su versión existente en la naturaleza (un ejemplo es la imagen especular entre la mano derecha y la izquierda).
Esto los hace menos reconocibles para el sistema inmunitario y, por lo tanto, más eficaces cuando se usan como fármacos, pero al mismo tiempo podrían suponer riesgos para la salud y el medio ambiente aún desconocidos. Esta cuestión se planteó en diciembre de 2024 en un artículo publicado en la revista Science por 38 científicos de renombre internacional, entre ellos el pionero de la vida sintética Craig Venter.
El artículo, acompañado de un informe de 300 páginas, exigía detener el desarrollo de las bacterias espejo en comparación con las existentes en la naturaleza, una pausa preventiva para la reflexión.
Por lo tanto, es necesario un debate, considerando que actualmente no existe consenso en la comunidad científica sobre dónde establecer los límites de la investigación en biología espejo, señala la revista Nature en su sitio web.
La situación se parece mucho a lo que ocurrió en 1975, cuando los protagonistas de los estudios que abrieron el camino a la biotecnología se reunieron en la conferencia de Asilomar para discutir riesgos y beneficios y establecer reglas.
«Aunque las bacterias espejo todavía son un concepto teórico y algo que probablemente no veremos durante algunas décadas, tenemos la oportunidad de considerar y prevenir los riesgos antes de que surjan», dijo uno de los autores del artículo publicado en Science, Patrick Cai, de la Universidad de Manchester.
«Al generar conciencia ahora -agreg- esperamos orientar la investigación de manera que priorice la seguridad de las personas, los animales y el medio ambiente».
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