
Erosión y deforestación, males de las playas de Costa Rica – DW
Aunque representan uno de los atractivos para visitar el país, la mayoría de las playas de Costa Rica, tanto en el Pacífico como en el Caribe, tienen problemas de erosión. «Estos impactos comenzaron a ser evidentes más frecuentemente desde hace 30 años, debido al aumento del nivel del mar por el calentamiento global«, dice a DW Omar G. Lizano, doctor en oceanografia física.
«Aunque algunas playas se han levantado por procesos tectónicos, han vuelto a evidenciar ingresos de mar tierra adentro, en algunos casos por aumentos del nivel del mar, y en otros tal vez por procesos tectónicos, un proceso que hunde las playas y que es cíclico en nuestra región», puntualiza el colaborador voluntario del proyecto MIO-CIMAR de la Universidad de Costa Rica.
Según el experto, la peor parte se la llevan las playas de Caldera, Isla Damas, Palo Seco y Playa Azul en Tárcoles, en el Pacífico, ya que presentan «procesos de erosión muy evidentes. Pero hay otras donde más a menudo el mar se mete tierra adentro», dice. «En el Caribe, también hay problemas de erosión desde Tortuguero hasta al menos Manzanillo, siendo Cieneguita un candidato a mayor inundación en los próximos años», alerta, apuntando al cambio climático como la causa más importante de la erosión en las playas y de la pérdida de ecosistemas costeros y marinos.
«Los corales han sufrido blanqueamiento debido a las altas temperaturas. Esto debilita la capacidad de amortiguamiento que tienen, por lo que el mar se ha metido más tierra adentro como en Puerto Vargas, Cahuita y Manzanillo en Limón», explica, añadiendo que a las consecuencias ambientales se suman las sociales. «En algunos sitios como en Caldera, los residentes del Espíritu Santo tuvieron que abandonar la playa. Lo mismo que en Isla Damas y Playa Azul en Tárcoles. En otros lugares, algunos residentes han tenido que retirarse, como en Palo Seco, Tivives y Pavones», lamenta.
Haciendo frente a la deforestación
Además de la erosión, las playas también sufren la afectación del bosque a lo largo de la costa. «La construcción de residencias costeras, especialmente para extranjeros, y proyectos turísticos, además de deforestación, inyectan una carga de sedimentos terrígenos a los mares costeros que también tienen impacto en la biodiversidad marina», critica Lizano.
Además de estética, los bosques costeros cumplen una importante función. «Son una delgada franja que separa los mares de tierra adentro, adaptándose a ambientes salinos y capaces de amortiguar el impacto de eventos oceánicos como huracanes, tormentas, marejadas…», recalca a DW Gerardo Bolaños, biólogo y director ejecutivo de Costas Verdes, una organización sin ánimo de lucro costarricense, creada hace 15 años para reforestar las playas del Pacífico de Costa Rica, junto a un grupo de jóvenes surferos que decidieron actuar para hacer frente a la deplorable situación de los bosques costeros.
«El surf me llevó a apasionarme aún más por la naturaleza, me acercó a encontrar mi vocación», recuerda Bolaños, puntualizando que su primera acción fue la plantación de árboles nativos en Playa Hermosa, un ejemplo de la situación en la que se encontraban muchas playas del país.
«En el siglo pasado, sufrimos una expansión agrícola que devastó gran parte de nuestras playas. Al sacar la ganadería y dejar de utilizarse como zonas agrícolas, nuestras playas fueron erosionadas y muchas de ellas perdieron la capacidad de regenerar y volver a [dejar] crecer sus bosques», explica.
Devolviendo el bosque a la playa
A raíz del resultado obtenido, los jóvenes deciden proseguir su actividad en Playa Guiones, en Nosara, en 2011, con una campaña de reforestación para la que piden ayuda financiera a la Asociación Cívica de Nosara-NCA.
«Antes de la llegada de Costas Verdes los esfuerzos de reforestación eran muy limitados. La playa Guiones todavía presentaba paisaje propio de un rancho ganadero, porque originalmente lo fue», recuerda a DW Marco Villegas, Director ejecutivo de esta organización conservacionista que desde hace cincuenta años promueve proyectos en beneficio del ambiente en Nosara.
«Con la llegada de Costas Verdes, llegó el bosque a la playa», subraya Villegas, destacando que esta alianza con la comunidad permitió promover educación ambiental y reforestar el Refugio Nacional, «un santuario mundial para la protección de las tortugas lora que vienen por miles a desovar en sus playas».
Con la introducción de árboles de especies autóctonas, se contribuyó a la regeneración del bosque, convirtiéndose en el pistoletazo de salida de la organización, que vió la necesidad de replicar esta actividad en otros puntos de Costa Rica. «Nos sentimos sumamente orgullosos de ver que una idea que se terminó de gestar en nuestra comunidad, está impactando todo el país de manera tan contundente y consolidada», se congratula el Director ejecutivo Asociación Cívica de Nosara-NCA.
Luchando por «una Costa + Rica»
Con la implicación de las comunidades locales, uno de los pilares de la organización, así como de la educación ambiental en escuelas y el compromiso de las empresas locales, que aportan dotaciones económicas y de personal, a través de programas de voluntariado, la organización ha alcanzado la plantación del árbol 100.000, tras 15 años de trabajo.
«Hemos demostrado que restaurar bosques costeros es posible, incluso en playas en donde no se creía posible», afirma Bolaños, que avanzó los planes de futuro de la organización, en el marco de una reciente conferencia, donde abogó por «una Costa + Rica», en San José.
«Estamos proyectando que en los próximos cinco años vamos a sembrar 300.000 árboles en 100 playas o más, con 25.000 voluntarios y 65 escuelas locales», adelanta el director ejecutivo de Costas Verdes, reconociendo que necesitarán financiamiento y alianzas estratégicas. Ello no les impide tener grandes planes: «Visualizamos un cordón costero conectando bosques de las playas», dice y sueña con una costa más rica».
(rml)