
Qué se necesita para que las exportaciones den el salto esperado en 2030 – La Nación
Según un informe del Banco Central de la República Argentina (BCRA), las exportaciones totales de bienes de la Argentina ascenderán de US$89.500 millones en 2024 (15,4% del PBI) a US$ 143.800 millones en 2030 (17,8% del PBI). La balanza comercial de bienes, según las proyecciones de la entidad, podría casi duplicarse en ese período, alcanzando un superávit de US$41.792 millones.
Es posible, pero ¿es probable? Según los expertos, todo dependerá de dos factores: confianza e inversión. La Argentina tiene un enorme potencial para aumentar de manera exponencial sus exportaciones. Las condiciones del mercado internacional están dadas: el mundo necesita alimentos, energía y minerales, tres de las principales fortalezas del país, además de los servicios basados en el conocimiento, que están pisando fuerte en la canasta exportadora. Claro que hay una deuda pendiente, que es fortalecer la industria, más allá de la automotriz.
“La estructura exportadora argentina muestra una marcada concentración. En 2024, apenas cinco productos explicaron el 41,6% del total vendido al exterior: harina de soja, maíz en grano, aceites crudos de petróleo, aceite de soja y automóviles para transporte de mercancías”, analiza Marisa Bircher, exsecretaria de Comercio Exterior de la Nación, hoy al frente de la consultora BiGlobal. “Los primeros datos de 2025 confirman que el patrón se mantiene”, agrega.
Si hubiera que elegir una sola palabra para entender qué se necesita para que la entrada de divisas se multiplique sería competitividad. Hay una realidad, y es que este país está lejos de polos económicos dinámicos como Estados Unidos, China, la Unión Europea e India, que son sus principales socios comerciales, además de Brasil. Esto implica no solo trayectos más largos para el transporte marítimo o aéreo y, como consecuencia, más costos logísticos, sino también más tiempo para lograr que los productos lleguen a tiempo a su destino final. Las distancias son enormes y deben compensarse con una mayor eficiencia que los países competidores.
Eso no sucede en rubros tan importantes como el transporte, donde los fletes internos son más caros. Según un informe reciente de la Bolsa de Comercio de Rosario, un trayecto por camión cuesta en dólares, medido por tonelada por kilómetro recorrido en la Argentina, US$ 0,94, un 32% más caro que en Brasil y un 28% más caro que en Estados Unidos.
No se trata solo de mejorar la infraestructura vial, ferroviaria, portuaria y fluvial para bajar el costo de los fletes: en muchos casos se trata de construirla desde cero. En este sentido, el tiempo perdido vale oro verde, es decir, todos los dólares que dejaron de entrar por no haber hecho las inversiones necesarias a lo largo de las décadas en, por ejemplo, las rutas argentinas, hoy al borde del desastre; en la eficiencia de la Hidrovía, que necesita mayor calado para que los grandes barcos puedan navegar con su carga completa, o en trenes, más eficientes que transportar toda la carga por camión.
Un trabajo de Eduardo Fracchia, profesor de Economía en IAE Business School, consigna que de 2007 a 2025 el desempeño exportador ha sido pobre, pero que se espera un salto en las exportaciones centrado básicamente en hidrocarburos y minería. “En la Argentina la proporción de dólares provenientes de los recursos naturales es de US$1000 por habitante. En el caso de Chile es de US$4000 y en Noruega de US$30.000″, sintetiza.
Sin embargo, según los números del Banco Central, hay un importante crecimiento proyectado para los próximos años. Según la entidad, solo las exportaciones totales de combustibles pasarán de US$10.400 millones de 2024 a US$36.700 millones en 2030.
El otro sector con mucho potencial para aportar divisas a la economía es la minería, sobre todo litio, oro, plata y cobre. “De los US$7000 millones de exportación del sector minero en 2025 podría pasarse a US$15.600 millones en 2030″, destaca el profesor del IAE.
Ricardo Carciofi, investigador principal de desarrollo económico de Cippec, dice que “las proyecciones de exportaciones anuales que están en los trabajos del Fondo Monetario Internacional, en el marco del acuerdo con la Argentina, no son modestas. Hay un crecimiento en dólares de alrededor del 6 o 7% todos los años. Si eso se cumple, estaría muy bien, pero depende de que se materialicen las inversiones“.
Como ejemplo, destaca que “más cerca del 2024 el sector energético cambió la ecuación y pasó del déficit al superávit. Para 2030 está proyectado un superávit de US$15.000 millones. Esto es un proceso que tiene su origen en las inversiones en Vaca Muerta”, argumenta Carciofi.
Bircher explica que, en el marco de Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI), los distintos sectores ya impulsan proyectos por US$15.000 millones. “Recordemos que el RIGI otorga beneficios fiscales al reducir impuestos y garantizar estabilidad tributaria por 30 años, buscando atraer capitales de largo plazo y potenciar exportaciones”, dice la exfuncionaria.
“De este modo, tanto el agro como la energía y minería demuestran que, bajo condiciones de previsibilidad y alivio fiscal, la reacción exportadora es contundente y con una marcada capacidad de generar divisas”, asegura Bircher. “No obstante, para consolidar este impulso resulta indispensable que el gobierno forje una alianza estable con el sector privado capaz de reducir tensiones y transmitir confianza de largo plazo. Si bien han adoptado medidas relevantes, persisten dudas vinculadas a la incertidumbre institucional y la volatilidad normativa“, define.
Además, se espera que el sector agropecuario contribuya con dólares adicionales a los actuales. El investigador de Cippec advierte que “debe llegar a los mismos mercados que los del Mercosur pero con desventaja, ya que ellos no tienen retenciones. En este punto hay que prestar atención”. Para el BCRA, las exportaciones de granos y derivados aumentarán unos US$2000 millones en 2030 “en un sendero de crecimiento de volúmenes y caídas de precios”.
Por otra parte, hay un “tapado”, o un sector que funciona muy bien pero que tiene bajo perfil. “El de servicios (turismo y servicios basados en conocimiento), que tiene potencial de crecimiento y de generación de divisas, que podrían duplicarse para 2030″, agrega Carciofi.
Desde la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA), su presidente, Fernando Landa, advierte que todavía falta un trecho en materia de carga impositiva y desregulación para que más empresas puedan exportar más. “Un principio fundamental del comercio internacional es que los productores no exporten la carga impositiva de sus países, ya que deberán tributar en el país de destino. De hecho, la OMC tiene normativa en este sentido”, explica.
Aquí está la base de varios de los problemas que aquejan a la industria. “En la Argentina se acumulan impuestos indirectos, y se tiende a penalizar las actividades de mayor valor agregado con impuestos como Ingresos Brutos, sellos y tributos como los créditos y débitos bancarios, tasas municipales con base imponible sobre las ventas (como seguridad e higiene) y tasas viales entre otros. Los reintegros (la devolución de estos impuestos) que actualmente se aplican son totalmente insuficientes para recuperar lo efectivamente erogado”, advierte Landa.
Agrega que “si miramos las publicaciones del Ministerio de Economía, se observa que el nivel de reintegros erogados por el Estado Nacional, así como el monto de devoluciones de IVA, han caído a la mitad del promedio histórico entre 2002 y 2024 en relación al monto exportado. Esto tiene relación con los sustanciales atrasos en las devoluciones por parte del Estado a los exportadores”, continúa Landa.
Para el presidente de CERA, se ha justificado en diversas oportunidades este atraso por “restricciones de caja”. “De más está decir que la tasa de interés que aplica ARCA por sus retrasos en devoluciones es muy inferior a la tasa de mercado, y muy por debajo de la cobrada por los incumplimientos con este orgasmo”, asegura.
En esa línea, admite que “tenemos que reconocer que lentamente se implementan algunos cambios regulatorios estructurales. Por ejemplo una reciente modificación de ARCA permite aplicar saldos a favor a obligaciones futuras. Lamentablemente esto solo es para exportaciones menores a US$2 millones. La voracidad fiscal nacional no reconoce comparación en el comercio internacional”, declara Landa.
Desde Cippec, Carciofi comenta que dentro de la industria, la automotriz fue el tercer sector exportador en el primer semestre de este año, con ingresos por US$3981 millones. El complejo se ubica en el tercer puesto en relevancia, detrás de la soja y el petrolero petroquímico.
Sin embargo, la balanza comercial fue deficitaria en US$3492 millones, mientras que en el primer semestre del año anterior había registrado un saldo negativo de US$948 millones. La suba del déficit se debió a que las importaciones crecieron 58,8%, en tanto que las exportaciones se incrementaron 5,9%.
El investigador registra que el complejo automotriz exporta alrededor de US$8500/US$9000 millones anuales y es importante desde el punto de vista de la cuenta exportadora y de divisas. “Nuestro principal cliente es Brasil y también algunos países de la región. ¿Por qué digo que hay que tener cuidado?“, se pregunta. “Están ocurriendo muchas transformaciones a nivel global en la industria automotriz de la mano del empuje de China”, responde. “En particular, el gigante asiático ha desembarcado con inversiones en Brasil en este sector. Allí está en camino a constituirse en una plataforma exportadora y la Argentina puede llegar a quedar descolocada en su principal mercado regional, que es Brasil. Además, también está la competencia por el lado de las importaciones. Por eso hay que tener cuidado, porque es un sector que impacta fuerte en el empleo”. advierte.
En materia de industria, el complejo farmacéutico exportó en el primer semestre por US$645 millones y el siderúrgico por US$470 millones, muy por detrás del resto de los complejos. La Argentina exporta mayormente commodities pero, advierte el especialista de Cippec, “hay que tener mecanismos de amortiguación de los ciclos de precio e incrementar la canasta exportadora”.
Según recopila Bircher, Brasil continúa siendo el principal socio comercial de la Argentina y concentra el 14,8% de las exportaciones del año en curso. Lo siguen de cerca China, con el 9,3%, y Estados Unidos, con el 9%. Juntos, estos tres destinos explican un tercio de todos los envíos al exterior (33,1%), un dato que refleja la marcada dependencia de pocos mercados.
Para el especialista de Cippec, aunque siempre esquivo, está el acuerdo de la Unión Europea con el Mercosur. Si se concreta va a ayudar a la Argentina a abrir otros mercados. Según Marcelo Elizondo, especialista en negocios internacionales, podría darse “por lo menos en reducción de aranceles”. Pero hay más, “el tratado con EFTA (formado por Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza), está muy avanzado y el bilateral con Estados Unidos podría ser anunciado en breve”, adelanta.
Hay otros procesos de negociación, pero menos avanzados, por ejemplo con Canadá. Y otros, como la ampliación del acuerdo con la India, Corea del Sur y Japón que Elizondo cree que deberían ampliarse. Además, “debería preverse la celebración de acuerdos de libre comercio con más mercados asiáticos. Si se incrementan las exportaciones de acá a 2030-2031 en un 80%, como todos dicen, el gran mercado va a ser Asia”, sostiene Elizondo.
“Por otro lado, el 30% de nuestras exportaciones van a países Brics, me refiero a Brasil, India y China, y 18% van a la Unión Europea y Estados Unidos. Por eso necesitamos tener una mirada abierta, no podemos perder mercados”, recomienda Carciofi.
El economista y ex ministro de Producción Dante Sica define que hoy la Argentina “es una nación que tiene muchas de las soluciones que hoy requiere la demanda internacional”. Para esto, asegura, “se necesita una macro sana, estable, y estar más integrados al mundo”.
En el debe, asegura que hacen falta consensos en determinadas políticas que no cambien a pesar de los sucesivos gobiernos. “Nos deberíamos poner de acuerdo en temas como un saneamiento fiscal y un Banco Central independiente. Y, la competencia en los mercados es el condimento para poder avanzar. Después, obviamente, hay que ajustar los marcos regulatorios para que esto suceda”, explica Sica.
Agrega que los convenios colectivos son incompatibles con una economía más estable, más abierta, más integrada. Además, asegura que “no debería venir de nuevo nadie a decir que emitir dinero no genera inflación, o que con déficit fiscal podemos crecer. Si fuera cierto, tendríamos que ser una súper potencia”.
El economista da un ejemplo concreto: el de un fabricante de zapatos que dejó de exportar y un día volvió al mercado internacional. “Seguramente le digan: qué bueno que volviste. Ahora, no me hagas lo de siempre, que es que cuando hay una variación del tipo de cambio me dejás de vender”, refiere.
“Para exportar se necesita regularidad. Sin embargo, los cambios de reglas de juego y la macro inestable, en temas tan sensibles como cerrar las exportaciones de determinados productos o cerrar las importaciones de insumos, hacían que se pierdan los mercados y la confianza de los compradores. Con estabilidad macro se empieza a pensar en eficiencia, en cambiar las máquinas, en renovar, en tecnología. Todo esto potencia las exportaciones, en especial del sector industrial. A eso hay que apuntar. Pero no se puede un día abrir la economía y al otro día cerrarla”, finaliza, reforzando la idea de que hay que lograr acuerdos para el crecimiento que se sostengan en el tiempo.