Las caricaturas fueron la base de la Revolución Mexicana: El Fisgón
▲ El caricaturista presentó en la FIL el segundo tomo de una saga dedicada a la ilustración satírica política.Foto Arturo Campos Cedillo
Juan Carlos G. Partida
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 2 de diciembre de 2025, p. 3
Guadalajara, Jal., El colmillo público y El ahuizote jacobino fueron precursores de la Revolución Mexicana al convertirse en revistas que nacieron y se desarrollaron para criticar el ánimo dictatorial y releccionista de Porfirio Díaz y, pese a la represión y encarcelamientos que sufrieron sus colaboradores y directores, incluidos los hermanos Flores Magón, sentaron las bases además de un movimiento cultural transformador, sostuvo Rafael Barajas El Fisgón.
El caricaturista presentó el segundo volumen de la saga Caricaturistas precursores de la Revolución Mexicana en el contexto de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.
Rafael Barajas (Ciudad de México, 1956) recordó que ambas publicaciones fueron dignas sucesoras de El hijo del ahuizote, revista que se caracterizó por buscar la concientización del pueblo mediante caricaturas que, además de exponer la realidad del país, se daba el lujo de burlarse y ridiculizar a las figuras del poder.
Editado por el Fondo de Cultura Económica, el Instituto Nacional de Antropología e Historia y la Secretaría de Cultura federal, el ejemplar de 510 páginas documenta la contribución periodística y de caricatura política que sirvió para formar los núcleos que lograron ser decisivos durante la Revolución Mexicana y luego durante los primeros años de los gobiernos emanados de la misma.
“El ahuizote siempre destacó por ser una revista de lucha, todos sus miembros eran parte del grupo de Tuxtepec, que estaba enojado con Porfirio Díaz. Lanzaron luego El hijo del ahuizote que criticó la relección de Díaz, pero la gente no lo peló porque en ese entonces Díaz tenía un prestigio extraordinario.”
Los caricaturistas lo retrataban como un rey en busca de la permanencia en el trono, ya no con un cetro, sino con la espada. Durante años nadie tomó en cuenta la publicación, y en 1893 surgió un primer movimiento antirreleccionista; a partir de ahí, el porfiriato tomó más en serio a la revista, “que hay que decir fue muy reprimida”.
Ante las críticas, Díaz estableció la “ley mordaza”, pese a lo cual la publicación siguió saliendo, lo cual obligó al Presidente a tomar otras medidas, como encarcelar a los caricaturistas y al director.
Los hermanos Jesús y Ricardo Flores Magón entraron en escena, muy jóvenes en ese movimiento antirreleccionista, pero les pusieron tal golpiza que se retiraron del activismo, además de que el director de la revista, Daniel Cabrera, fue llevado a juicio, durante el cual le dio un infarto cerebral y quedó hemipléjico, por lo que decidió entregar la dirección a su sobrino Luis Cabrera, de 19 años, quien a la postre sería el ideólogo del carrancismo.
Los Flores Magón regresaron a la vida pública con la revista Regeneración para defender a Cabrera, quien estaba encarcelado, y la revista poco a poco se fue radicalizando: de liberales consecuentes se volvieron socialistas.
El recuento histórico de Barajas, quien obtuvo la beca John Simon Guggenheim en 2002 por su trabajo de investigación sobre la caricatura política, detalló que por primera vez el porfiriato se vio mermado por la incidencia real de la crítica que logró “tumbar” de su cargo a Bernardo Reyes, mano derecha de Porfirio Díaz y secretario de Guerra y Marina.
El proyecto de nación de Ricardo Flores Magón se publicó en El colmillo público, para ponerlo a discusión pública. Luego se llevó a Regeneración y al poco tiempo se convirtió en un programa y en la base de la Constitución de 1917.
“Las caricaturas fueron la base de la Revolución Mexicana; fueron cruciales y después ignoradas por mucho tiempo. El arte puede transformar a la sociedad y aquí está un ejemplo; lo hace vinculándose a movimientos políticos, articulándose e impulsando. Es un arte de compromiso”, dice Barajas.