Ser vecino de una mina de cobre eleva el riesgo de parto prematuro extremo y de … – EL PAÍS
Al cobre, junto con el cobalto, el grafito, el níquel y otros materiales, se le denomina “mineral crítico para la transición energética y la electromovilidad”, es decir, elementos fundamentales para fabricar turbinas eólicas, paneles solares o vehículos eléctricos. Con un aumento de la demanda de este mineral cada año, un nuevo estudio, al que EL PAÍS ha tenido acceso, ha encontrado que vivir en los alrededores de una mina de cobre aumenta significativamente el riesgo de parto prematuro antes de las 28 semanas y de malformaciones del sistema circulatorio y de osteomuscular en los fetos.
Este documento, titulado Riesgos perinatales asociados a la minería de cobre en México, ha sido elaborado por la asociación civil mexicana CartoCrítica, dedicada a la investigación ambiental. Lo que hicieron fue analizar los datos de 76.000 nacimientos en localidades vecinas a grandes explotaciones mineras de México en 11 Estados, encontrando que los recién nacidos a menos de 10 kilómetros tenían un 56% más de riesgo de nacer en un parto prematuro extremo, que es cuando un bebé nace antes de las 28 semanas de gestación. Este peligro, cuya prevalencia ya es alta en México, es muy grave para la salud de los recién nacidos. Según la Organización Mundial de la Salud, las complicaciones derivadas de un nacimiento prematuro son la principal causa de mortalidad entre menores de cinco años.
El documento, que se presenta este martes, también analizó que los recién nacidos gestados en los alrededores de una mina de cobre tienen un 366% más de posibilidades de sufrir una malformación del sistema circulatorio, y en un rango de 20 kilómetros, tienen un 126% de nacer con malformaciones osteomusculares. México produce sobre 750.000 toneladas anuales de cobre, siendo es el décimo productor mundial. Se calcula que, justo por la transición energética, la demanda de cobre y otros “minerales críticos” puede aumentar casi cuatro veces para 2030.
“La contaminación de la minería de cobre es profunda, y su nivel de toxicidad es tan alta que estos contaminantes no solo llegan a la madre embarazada, sino que atraviesan la placenta y afecta directamente a una persona que ni ha nacido”, reflexiona Manuel Llano, director de CartoCrítica, y autor junto con Carla Flores Lot del estudio. “De la mina de cobre se levanta polvo y partículas suspendidas, también su drenaje ácido; todo esto libera metales pesados como plomo, arsénico o cadmio, y estos llegan a la madre por los alimentos, el aire o el agua”, añade.
“Hay que fortalecer la regulación minera y prohibir prácticas como la minería a cielo abiero”, apunta Llano. En México, cuatro de cada diez minas metálicas no tienen una evaluación de impacto ambiental y, de las que cumplen, la inmensa mayoría, no entregan sus emisiones de contaminantes a la Administración Pública. “Esta falta de estudios y reportes tiene consecuencias directas sobre las comunidades cercanas, ya que sin un monitoreo adecuado y evaluación de los impactos ambientales, las comunidades permanecen expuestas a riesgos significativos para su salud”, concluye.
En total, este estudio analiza las poblaciones alrededor de 17 minas en activo desde 2017, que solo tengan producción de cobre y que esta sea, de al menos, 1.000 toneladas al año. Esto incluye Buenavista del Cobre, la explotación de Grupo México en Sonora, que extrae casi la mitad de todo el cobre del país. Fue ahí, en 2014, donde ocurrió el peor derrame tóxico de la historia de México. Ahí, la ruptura de una de las presas donde se almacenaban los desechos de la mina contaminó los ríos Bacanuchi y Sonora, impactando en la salud y la vida de 22.000 personas, en sus campos y sus animales, dejando una población enferma. Más de una década después, los afectados denuncian que Grupo México nunca ha cumplido con sus promesas de remediación ambiental.