Un robot que se creía perdido bajo el hielo de la Antártida reaparece con mediciones inéditas. Luego de ocho meses a …
Durante meses, nadie sabía dónde estaba. El pequeño vehículo autónomo del programa Argo había quedado atrapado bajo las plataformas de hielo de Denman y Shackleton, en el remoto sector oriental de la Antártida. Incapaz de ascender para transmitir sus datos por satélite, su misión parecía condenada. Pero el robot siguió trabajando. Perfil tras perfil, registró temperatura, salinidad, presión, oxígeno, pH y nitratos desde el fondo del océano hasta la base misma del hielo. Ocho meses después, reapareció. Y lo que traía consigo era una de las colecciones de mediciones más valiosas jamás obtenidas en esta región del planeta.
El hallazgo, publicado en Science Advances por investigadores del CSIRO y del Australian Antarctic Program Partnership, abre una ventana científica a un entorno prácticamente imposible de observar por métodos tradicionales: el océano oculto bajo las plataformas de hielo orientales. Un territorio que, hasta ahora, sobrevivía más en las hipótesis que en los datos reales.
El robot que siguió midiendo aunque nadie lo escuchara
El dispositivo llevaba más de dos años y medio viajando con las corrientes frías del este antártico. Su labor era rutinaria: sumergirse, medir, ascender, enviar datos. Pero el tramo crítico llegó cuando quedó atrapado bajo el hielo. Sin línea de comunicación, cada intento de emerger lo estrellaba contra la base helada.
En lugar de apagarse o perderse, siguió activo. Cada cinco días completaba un perfil completo —del fondo al hielo— sin posibilidad de avisar al exterior. Su silencio obligó al equipo a considerar lo peor: que había quedado inutilizado o destruido.
Cuando finalmente reapareció en aguas abiertas, los investigadores descubrieron que había logrado algo que hasta ahora parecía inalcanzable: el primer transecto completo bajo una plataforma de hielo del este antártico, una zona tan remota que ninguna misión tripulada podría explorar.
Un rompecabezas científico para reconstruir su recorrido
Había un problema: el robot no tenía forma de registrar su posición. Para descubrir dónde había estado exactamente durante esos ocho meses, los investigadores tuvieron que recurrir a un método “detectivesco”.
Cada vez que chocaba contra la base del hielo, registraba la profundidad en ese punto. El equipo comparó esas mediciones con mapas satelitales de espesor de hielo para reconstruir su ruta completa. Fue un rompecabezas improbable, pero funcionó: ahora se sabe desde qué zonas y a qué profundidades obtuvo cada dato.
Ese mapa escondido bajo kilómetros de hielo, hasta ahora inaccesible, comienza a revelarse.
Lo que revelan los datos: estabilidad en Shackleton, señales alarmantes en Denman
Los perfiles revelan contrastes importantes entre dos gigantes glaciares:
- La plataforma de Shackleton: Parece relativamente estable. No muestra exposición directa a aguas cálidas capaces de acelerar la fusión basal. Es una noticia esperanzadora… por ahora.
- El glaciar Denman: Aquí, la historia es distinta. Los datos detectan intrusión de agua templada circulando bajo el hielo, una señal preocupante. Pequeñas variaciones en el grosor de esa capa cálida podrían acelerar la fusión y conducir a un retroceso inestable del glaciar. Y Denman no es cualquier glaciar: su cuenca alberga suficiente hielo como para elevar el nivel del mar global varios metros si colapsara completamente.
La interfaz donde ocurre el intercambio de calor —una capa delgada de apenas 10 metros entre océano y hielo— es crucial para modelar la evolución futura de la región. Y es precisamente la zona que este robot logró registrar con un nivel de detalle sin precedentes.
Por qué estos datos cambian el panorama climático
Los modelos actuales sobre el futuro de la Antártida oriental siguen teniendo grandes márgenes de incertidumbre. Entre otras razones, porque nunca habíamos obtenido mediciones directas desde debajo de estas plataformas de hielo.
Ahora sí.
Los investigadores creen que con más flotadores como este desplegados a lo largo de la plataforma continental antártica se podría transformar por completo nuestra comprensión sobre su vulnerabilidad. Saber cómo circula el agua templada, dónde entra, qué capas toca y cuánto calor transfiere al hielo es esencial para anticipar el ascenso del nivel del mar en las próximas décadas.
“Dada la inmensidad de esta región salvaje, esta es una historia asombrosa”, señaló la investigadora Delphine Lannuzel. “Un instrumento diminuto ha logrado datos que jamás podríamos haber obtenido de otra manera”.
Un vistazo al futuro: robots como mensajeros del océano oculto
El regreso de este robot no solo confirma que los flotadores del programa Argo pueden sobrevivir y trabajar en condiciones extremas. También prueba que son la mejor herramienta disponible para explorar el vasto mundo oculto bajo las plataformas de hielo.
Un mundo que, hasta ahora, apenas intuíamos. Uno que podría determinar cómo y cuándo subirá el nivel del mar. Uno que, gracias a un robot perdido durante ocho meses, comienza por fin a tomar forma.