Muestra en Templo Mayor sigue los pasos de un pueblo de Aztlán a Tenochititlan
▲ El cocurador de la exhibición Eduardo Matos Moctuezuma explica la cosmovisión de los mexicas.Foto María Luisa Severiano
Ana Mónica Rodríguez
Periódico La Jornada
Miércoles 17 de diciembre de 2025, p. 3
Piezas originales, “producto casi todas de las excavaciones en el Templo Mayor y la zona aledaña, las cuales están vinculadas con el imperio y el pueblo mexica”, integran, junto con reproducciones facsímilares, acuarelas y textiles, la exposición Tenochtitlan: Origen y vocación de una ciudad, que “se explica en un proceso histórico de 700 años”.
La muestra temporal, que se inauguró ayer en el museo de sitio de la zona arqueológica, contó con la presencia del fundador del Templo Mayor y cocurador Eduardo Matos Moctezuma, quien junto con otros especialistas, como Antonio Saborit, Manuel A. Hermann Lejarazu, María Castañeda de la Paz, Miguel Pastrana Flores, Patricia Ledesma Bouchan y Salvador Rueda Smithers, plantearon un recorrido a través de tres de salas, con alrededor de 65 piezas que dan cuenta de la migración de un pueblo, desde su salida de Aztlán, hasta lo sucedido después de la Conquista española.
En las cédulas se explica: “Aztlán,de acuerdo con sus crónicas, era una isla ubicada en un lejano y vago norte, de la que tuvieron que salir, según algunas versiones, por los malos tratos que recibían de los gobernantes locales conocidos como aztecas. Su dios Huitzilopochtli les ordenó salir de dicho lugar y buscar una nueva tierra donde establecerse”.
Miguel Pastrana Flores, investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México, explicó: “quisimos enmarcar la fundación no sólo en el hecho mismo, sino en la historia previa que le da razón de ser y algunos aspectos de lo que después fue la ciudad, por eso el subtítulo de origen y vocación de una ciudad”.
El historiador precisó que las piezas no están necesariamente exhibidas en orden cronológico. “De la salida de Aztlán, el periodo de migración y la fundación (de Tenochititlan) no tenemos prácticamente materiales, pero sí historias, crónicas, relaciones, monumentos posteriores que aluden a ese relato, porque recordemos que Tenochtitlanfue una ciudad devastada por la Conquista y luego destruida durante 300 años, que se usó como material de relleno para otros edificios. Por esa razón no tenemos piezas de ese momento, pero sí contamos con las tradiciones históricas que nos hablan de toda la trayectoria anterior a la fundación”.
Y detalló: “todos los materiales de la dos primeras salas, reproducidos u originales, son anteriores a la Conquista, salvo, por supuesto, algunos códices, pero las piezas arqueológicas sí lo son. Los códices también sufrieron mucha destrucción, (por lo que se preserva) son copias, recreaciones o relaboraciones de información anterior. Pero cómo podemos confiar en que lo sean, esto (se descifra) por el sistema de escritura, porque si fueran hispanizados estarían en caracteres latinos, pero están en signos nahuas. La forma de expresión es el códice, no el libro europeo, lo cual nos permite afirmar que estamos ante materiales que recogen de la manera más cercana esas tradiciones”.
▲ La exposición Tenochtitlan: Origen y vocación de una ciudad cuenta con alrededor de 65 objetos distribuidos en tres salas.Foto María Luisa Severiano
Pastrana Flores explicó que aunque las salas no tienen nombre, se recrea “desde la salida de Aztlán hasta la fundación de Tenochtitlan, así como cuáles son los elementos simbólicos que se manifiestan, mientras en la última parte se da cuenta de cómo los elementos mesoamericanos fueron reciclados, reinterpretados y reutilizados por las sociedades colonial y nacional para crear los propios símbolos identitarios”.
Con esta exposición, puntualizó el investigador, “respondemos a una necesidad social porque fue un año de mucha inquietud sobre el tema de la fundación y nosotros lo quisimos enmarcar en un proceso histórico, no de observar el evento aislado, sino lo que da significado por la concatenación de hechos anteriores y posteriores”.
El recorrido cronológico “parte desde 1325, cuyo registro más antiguo es totalmente mesoamericano y es el Teocalli de la Guerra Sagrada, que tenemos en un desplegado, pues no se pudo traer el original del Museo Nacional de Antropología por cuestiones técnicas y de conservación”.
Luego se da cuenta de la fundación de Tenochtitlan, su caída en 1521, los primeros años de la Colonia y, desde 1821, “cómo ese emblema y signo se retoma como escudo nacional, el cual permea en la cultura popular y en la identidad”.
Durante el recorrido, Matos Moctezuma, comentó que los mexicas fueron un pueblo cuyo sustento era agricultura, lo cual se destacó en las láminas o cédulas: “para el mexica, la práctica agrícola era fundamental, ya que garantizaba el sustento de la población. De igual forma, era importante la correcta ejecución de los rituales a fin de que la tierra fuera generosa y las lluvias llegaran a tiempo y de manera óptima con el objetivo de nutrir los campos de cultivo. Por ello, la pirámide principal tenía dos capillas en la cúspide, una dedicada al dios de la guerra y la otra a la deidad del agua. De esta forma se condensaba en el templo la cosmovisión dual mexica”.
Entre las piezas destaca una pequeña réplica de la escultura de Huitzilopochtli, cuyo original está en Francia; además, se observa una piedra tallada en alto relieve, estucada y pintada con forma de biznaga, así como una almena con el mismo aspecto; un Cuauhxicalli (recipiente de águila), el caballero águila, facsimilares del Códice Boturini, entre armas como el lanzadardo, flechas con punta de sílex, arco y bolsa de red.