Nuevas evidencias apuntan a que Titán, luna de Saturno, no tiene agua líquida en su interior
La hipótesis en la NASA es que Titán, la mayor luna de Saturno , tenía un océano subterráneo que se movía en su interior. Varias evidencias indirectas, obtenidas sobre todo durante la misión Cassini-Huygens, parecían encajar muy bien con la presencia de una capa de agua líquida bajo el hielo. Saturno deformaba a Titán con su fuerza gravitatoria, su inclinación axial era “anómala” y -sobre todo- el calor interno en esta luna, combinado con sustancias como el amoníaco o algunas sales (que bajan el punto de congelación),era compatible con la posibilidad de agua líquida.
Entonces, ¿por qué ahora hay dudas?
El nuevo estudio que publica Nature y que firma Jet Propulsion Laboratory de la NASA, muestra que esa gran deformación que observaron «puede explicarse sin un océano», si el interior contiene una capa de hielo a alta presión muy caliente y deformable, que disipa mucha energía.
Lo han hecho reanalizando los datos gravitatorios recogidos por la misión Cassini entre 2004 y 2017 con técnicas más avanzadas. Las nuevas mediciones indican que Titán disipa muchísima más energía de lo esperado en su interior, algo incompatible con la presencia de un océano enorme bajo su corteza de hielo.
La clave está en las mareas
Al igual que la Luna provoca mareas en la Tierra, Saturno ejerce enormes fuerzas gravitatorias sobre Titán. Estas fuerzas deforman ligeramente la luna y dejan una rastro -una forma- que le llamó la atención a la NASA.
El nuevo análisis ha logrado medir por primera vez no solo la amplitud de esa deformación, sino también el retraso temporal con el que Titán responde a las fuerzas de Saturno. Ese pequeño desfase revela «cuánta energía se pierde en forma de calor dentro del satélite». Son unos 4 teravatios de energía, una cifra enorme que “si existiera un océano líquido, sería mucho menor”, explican los autores. Los nuevos datos encajan mejor con un interior completamente sólido.
Un interior helado
La nueva medición no desestima la posibilidad de que ese interior solidos sea hielo sometido a altísimas presiones, muy cerca de su punto de fusión. Este hielo “blando” y caliente podría deformarse con facilidad y generar lo que la NASA había interpretado como mareas.
En lugar de un océano enorme y subterraneo, la nueva teoría es que Titán podría albergar una especie de capa pastosa, con bolsas locales de agua líquida atrapadas entre distintos tipos de hielo. Aunque este escenario reduce las posibilidades de un gran océano habitable, no descarta por completo la presencia de agua líquida en pequeñas cuevas de hielo en el interior.
El hallazgo tiene implicaciones importantes para la búsqueda de vida en el Sistema Solar. Titán había sido considerado uno de los mejores ejemplos de “mundo oceánico”, junto a lunas como Europa o Encélado. Si finalmente no posee un océano subterráneo, estos mundos podrían ser menos comunes de lo que se pensaba.
Aun así, los científicos subrayan que Titán sigue siendo un laboratorio natural extraordinario. Su compleja química orgánica, y la posible existencia de agua lo convierten en un objetivo clave para la exploración futura. La misión Dragonfly, que la NASA lanzará en los próximos años, permitirá verlo de cerca y poner fin al misterio.