Fabián Debora, activista chicano que usa el arte como herramienta de resistencia
Fabián Debora, activista chicano que usa el arte como herramienta de resistencia
▲ Daddy Loves you More Than Words Would Ever Say (Papá te ama más de lo que las palabras podrían decir), de 2024, forma parte de Love Letters, con la que se inauguró una nueva sala de la galería.Foto Cortesía del Inbal
Ángel Vargas
Periódico La Jornada
Sábado 20 de diciembre de 2025, p. 2
“Somos más que los errores que hemos cometido”, afirma Fabián Debora, artista y activista chicano que transformó su experiencia de ex pandillero y ex convicto en un proyecto social en el que emplea el arte como elemento de resistencia y resiliencia con el fin de devolver la humanidad a quienes se ven envueltos en una situación similar a la que él padeció.
Nacido en El Paso Texas, en 1975, el pintor y gestor cultural avecindado en Los Ángeles, California, donde encabeza el Homeboy Industries y el Homeboy Art Academy –proyecto comunitario y escuela de arte para pandilleros–, presenta por vez primera en México una muestra de su quehacer artístico.
Se trata del proyecto Love Letters (Cartas de amor), con el cual la galería José María Velasco, tras un proceso de renovación, inauguró una nueva sala en la que se exhiben de forma permanente dos murales de Daniel Manrique.
Uno de ellos es El poder de los oficios (Tepito mítico, Tepito real y Tepito, ¿quién sabe hasta cuándo seguirá siendo Tepito?), realizado en 2005. Frente a esa obra fundamental del arte de Tepito y comunitario, se presenta el titulado Nuestra dramática transformación cultural.
Traída desde Los Ángeles y abierta al público hasta el 6 de abril de 2026, Love Letters es resultado de un proyecto artístico y social que surgió de la experiencia personal del autor con el encarcelamiento y de la convicción que las cartas de amor representan para quienes atraviesan esa realidad, un espacio de esperanza, autenticidad y resiliencia.
La muestra reúne a 10 personas anteriormente privadas de la libertad en el condado de Los Ángeles, que comparten sus historias, gestos y palabras a través de retratos figurativos y cartas manuscritas que revelan su humanidad plena.
Es la tercera ocasión que Fabián Debora visita el país. En la primera, colaboró con un grupo de indígenas otomíes en transformar, con la pintura mural, un estacionamiento en un tianguis donde ellos venden sus mercancías. “La policía los molestaba y les tiraba sus productos”, cuenta el artista en entrevista.
La segunda fue para pintar un mural en la cárcel de Santa Martha Acatitla. “Estuve adentro con los prisioneros, o como les digan aquí. Conviví con ellos una semana y ahí aprendí cómo estaba el pedo con las cárceles, muy diferente al de Estados Unidos”.
Esta tercera ocasión es para mostrar su arte y el trabajo que hace en Estados Unidos: “es algo muy grande para mi carrera, pero más para la humanidad, porque el tema de los pandilleros, la percepción que la gente tiene de ellos, no es buena. Ven un cholo y lo humillan, lo juzgan o lo oprimen”.
El principal objetivo del creador es “dar a entender que no por venir de esa tela no somos humanos. También tenemos corazón, respeto, modales y una moral que nos han dado nuestros abuelos y padres. Quiero que se entienda eso y ayudar también a que se comprenda que a veces uno toma la decisión de ser pandillero no porque quiera; eso no es parte del sueño.
“Uno siente los fracasos del inmigrante. Mis padres son de Ciudad Juárez, Chihuahua. Se vinieron primero a El Paso, Texas, donde nací, y a los cinco años nos movimos a Los Ángeles. Llegamos en 1980 y no había tantos recursos, menos para el inmigrante. Allí empiezan los fracasos.
“En los barrios de donde vengo, que son departamentos de bajos recursos, había muchas pandillas, drogas y violencia. Es muy fácil caer allí cuando ya no miras tu futuro. Ser pandillero viene de la opresión, el racismo, el fracaso de la esperanza.”
“Pasé por la lumbre”
Estar en México representa para este artista y gestor cultural “regresar a la tierra, a la motherland” y tener la oportunidad de establecer un diálogo en el que se comprueba, una vez más, que no somos tan diferentes. “Esta visita me recordó el valor y el orgullo de ser mexicano. No importa si es en México o en Los Ángeles, el corazón retumba igual”.
Cuenta Fabián Debora que decidió hacerse artista tras “recuperar” su vida y reconocer que debía hacerse responsable de tener ese don: “ya que pasé por toda la lumbre, todo lo que tuve que superar. Gracias a Dios logré salir de todo eso, porque muchos no pueden. Me pregunté cómo podía usar mi arte para empoderar la imagen del pandillero y regresarle su humanidad”.
Antes, fueron 15 años enredado en una vida de crimen, droga y encarcelamiento recurrente. “Estaba perdido; empecé a los 12, 13 años. Me metieron a la juvenil; a los 18 me mandaron a la grande; entraba y salía de prisión. A los 30 decidí recuperar mi vida. Ahora tengo 20 años libre de alcohol y drogas. Soy líder en la comunidad, una persona respetada en Los Ángeles”.
De Love Letters resalta que es un proyecto que inició hace dos años como una manera de usar el arte para confrontar la justicia social, a partir de saber que se trata de un medio poderoso y que puede utilizarse para invitar al diálogo.
“Ahora, todas mis obras vienen con un tema para invitar a la gente a entender los dilemas de estas poblaciones, sea el inmigrante o el pandillero”, señala.
“Cuando pinto, uso los temas de identidad, cultura, religión y género para corresponder a los dilemas que impactan no sólo al pandillero, sino a todos los marginados.”
Uno de los distintivos de la exposición es que las pinturas de las 10 personas participantes están inspiradas en “el estilo de los retratos presidenciales”, retomado por el artista de la Galería Nacional de retratos del Instituto Smithsonian. “Vi las obras de los presidentes, puros blancos, y dije: ‘¿y por qué mis homeboys y homegirls no son presidenciales?’ Busco revelar la dignidad y regresar la humanidad a la imagen del pandillero”.
Como parte del proyecto, el creador realizó también un documental de 15 minutos, con apoyo de su amigo Sergio Torres. “Es una ventana más grande a las vidas de estos 10 sujetos. Es una forma de ponerlos enfrente de la gente para que puedan articular sus historias, porque cuando llegas a conocer a alguien, ya no lo puedes juzgar.
“Los demás entienden el por qué y piensan que con ese tipo de vidas hasta ellos se hubieran metido en esos pedos. El mundo a veces no tiene la paciencia o la urgencia de entender; es más fácil tirar a la persona que llegar a conocerla.”
Fabián Debora deja en claro que no sólo en esta muestra, sino detrás de todo su trabajo hay una apuesta política: “Si a los políticos les duele, pues algo hay allí. La sociedad a veces rechaza al pandillero, dice que no hay esperanza. Esto invita a los que están en el poder a que pongan atención. Hay que crear acceso”.
Para concluir, es contundente con su opinión respecto del actual clima antiinmigrante en el país del norte. “El inmigrante no viene a quitar. ¿Qué chingados le van a robar a Estados Unidos? Viene a levantar. Ese país fue construido en las espaldas del inmigrante y no sería nada sin él. ¿Cuál es el pinche pedo y el miedo?
“Ellos (los gringos) ya se sienten superados porque somos mayoría. Es un problema que viene de mucho más abajo, de la nueva administración. Ellos nomás están amplificando el racismo. No quieren a la gente de color, y lo demuestran usando su poder para humillarla y oprimirla.”
Antes de volver a Estados Unidos el artista ofrecerá hoy a las 12 horas la charla Barrio, comunidad y sanación, como parte de su muestra en la galería José María Velasco (Peralvillo 55, colonia Morelos), donde también se proyectará el citado documental.