“El neoliberalismo nunca se fue”: por qué el triunfo de Kast en Chile revive el fantasma de Pinochet
Washington, DC – En un impactante resultado electoral que replanteó las suposiciones sobre la dirección política de Chile, José Antonio Kast se impuso en la presidencia con el 58,1% de los votos, logrando una remontada que pocos habrían anticipado después de su derrota hace cuatro años.
El líder ultraconservador derrotó a la candidata del Partido Comunista, Jeannette Jara, en una contienda definida por las preocupaciones sobre la delincuencia, la inmigración y una economía que no ha logrado elevar los niveles de vida de amplios sectores de la población.
La victoria de Kast lo convierte en el primer presidente de extrema derecha desde el final de la dictadura de Augusto Pinochet en 1990, reavivando una corriente política que muchos chilenos creían enterrada por la historia.
Y en el centro del resultado se encuentra una contradicción más profunda.
En el 2019, millones de chilenos salieron a las calles para protestar contra un modelo económico gestado bajo el régimen militar, basado en la privatización, la desregulación y una intervención estatal limitada.
Sin embargo, acaban de elegir a un presidente que defiende abiertamente esa misma filosofía de primacía del mercado.
Relacionado
Según Patricio Navia, reconocido politólogo chileno con una cátedra en la Universidad de Nueva York, el resultado responde menos a un voto por ideología que a una evaluación del desempeño.
“La razón más probable de la victoria de Kast este año es que la gente estaba descontenta con las reformas implementadas por Boric y con los resultados de esas reformas”, explica Navia a TRT World.
“Desde hace mucho tiempo, los chilenos vienen expresando su malestar con el hecho de que el modelo económico no está produciendo crecimiento ni oportunidades para todos. No quieren un modelo económico distinto. Quieren que el modelo de mercado funcione bien para ellos”, añade el experto.
Y bajo este contexto, Kast, que perdió frente a Gabriel Boric en 2021, centró su campaña en restaurar el orden y reactivar el crecimiento.
El ahora presidente electo prometió en su campaña disminución de impuestos, desregulación e incentivos a la inversión extranjera, con el compromiso de “darle libertad al potencial del sector privado”, mientras opera dentro de las instituciones democráticas.
Ese mensaje tuvo eco entre los votantes frustrados por el bajo crecimiento, la alta inflación y la percepción de que la agenda reformista de Boric se había estancado.
La economía chilena creció un 1,6% interanual en el tercer trimestre de 2025, impulsada por la demanda interna, pero se contrajo levemente en términos trimestrales. Y para muchos hogares, las cifras macroeconómicas han ofrecido poco alivio.
En opinión de Navia, el triunfo de Kast expresa más una exigencia de ajustes que una ruptura: “Kast ganó porque los chilenos quieren cambio. No quieren un cambio radical, pero sí un cambio favorable al mercado”.
Y luego añadió que “la candidata derrotada, Jeannette Jara, es miembro del Partido Comunista. Los chilenos quieren cambio, pero no ese tipo de cambio”.
Para comprender por qué este argumento sigue teniendo peso, habría que regresar a los orígenes del modelo económico chileno.
En las décadas de 1950 y 1960, en plena competencia de la Guerra Fría en América Latina, Estados Unidos respaldó un intercambio académico entre la prestigiosa Universidad de Chicago y la Pontificia Universidad Católica de Santiago, una de las instituciones más reconocidas de Sudamérica.
Como resultado, jóvenes economistas chilenos formados bajo figuras clave del monetarismo, como Milton Friedman y Arnold Harberger, regresaron al país imbuidos de la doctrina del libre mercado.
Golpe y reestructuración
Su momento llegó tras el golpe de Estado de 1973 que derrocó al presidente socialista Salvador Allende.
A partir de entonces, bajo la dictadura de Augusto Pinochet, los llamados Chicago Boys recibieron un poder extraordinario. Redujeron aranceles, privatizaron empresas estatales, desregularon las finanzas y achicaron de forma drástica el papel del Estado.
Como resultado, los primeros años resultaron especialmente duros, con un desempleo que alcanzó cerca del 30% durante la crisis de deuda de comienzos de la década de 1980. Con el tiempo, sin embargo, Chile logró estabilizarse y, posteriormente, superar a varios de sus vecinos en términos económicos.
Para la década de 1990, el país era elogiado como el alumno ejemplar de América Latina.