Alimentos que sobran: por qué el desperdicio comienza en el hogar – Siete24 Noticias
Ciudad de México.— En los días de reuniones familiares y mesas llenas, una parte de los alimentos comprados termina fuera del plato y dentro del cesto de basura, con un costo que suele pasar inadvertido, pero que puede representar entre mil y tres mil 500 pesos por hogar de acuerdo con datos de especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Cuando la compra supera al consumo
Durante las fiestas de fin de año se incrementa la adquisición de alimentos que no se consumen en su totalidad, explicó el investigador de la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad de la UNAM, Luis Fernando González Martínez, quien precisó que este fenómeno se traduce en un impacto directo en el gasto familiar.
El académico detalló que existe una diferencia entre pérdida y desperdicio de alimentos, ya que la primera ocurre desde la cosecha hasta que el producto llega al mostrador de las tiendas, mientras que el desperdicio comienza en los almacenes y se consolida en los hogares, donde los alimentos dejan de consumirse pese a ser aptos.
El peso del desperdicio en el gasto familiar
En México, señaló el también profesor de la Facultad de Economía, las familias de menores ingresos destinan alrededor del 50 por ciento de su gasto total a la compra de alimentos, proporción que durante la temporada navideña se eleva hasta 65 por ciento, lo que implica que cerca de mil pesos pueden terminar en los desechos.
En contraste, los hogares con mayores ingresos en la Ciudad de México destinan habitualmente 28 por ciento de su gasto a la alimentación, cifra que en diciembre alcanza 36 por ciento, lo que equivale a un desperdicio aproximado de tres mil 500 pesos en alimentos no consumidos.
Problema documentado desde hace años
El desperdicio alimentario no es un fenómeno reciente, ya que en 2013 el Banco Mundial publicó el informe “Pérdidas y Desperdicios de Alimentos en México”, donde se documentó que cada año se desaprovecha 28.7 por ciento de las tortillas producidas, 43.1 por ciento del pan blanco, 35.4 por ciento de la carne de res, 37.2 por ciento del arroz y 38.7 por ciento del pescado.
El mismo documento señaló que 48.7 por ciento del camarón, 43.1 por ciento de la leche y 40.2 por ciento de la carne de puerco no llegan al consumo final, cifras que reflejan un patrón constante en distintos productos básicos de la dieta nacional.
Práctica con impacto global
González Martínez indicó que, a nivel mundial, alrededor de 30 por ciento de los alimentos producidos no se consumen, lo que representa recursos económicos y naturales que se pierden en toda la cadena alimentaria.
Datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura señalan que 14 por ciento de los comestibles, con un valor estimado de 400 mil millones de dólares, se pierde entre la cosecha y la distribución, mientras que 17 por ciento se desperdicia durante la distribución y en los hogares.
Lo que más se tira en fin de año
Una encuesta reciente realizada por la startup Cheaf identificó los alimentos que con mayor frecuencia terminan en los residuos durante los festejos decembrinos, donde los panes como bolillos y baguettes encabezan la lista con cerca de 47 por ciento de menciones.
En segundo lugar aparecen las guarniciones, entre ellas pastas, ensaladas, arroz y purés, con alrededor de 45 por ciento, lo que evidencia que gran parte del desperdicio proviene de platillos preparados en exceso.
Consecuencias ambientales del desperdicio
El investigador explicó que, si los desperdicios de alimentos se concentraran en un solo territorio, su tamaño equivaldría al de un país y ocuparía el tercer lugar como emisor de gases de efecto invernadero a nivel mundial.
Se estima que la pérdida de alimentos y de su valor económico contribuye con cerca de 10 por ciento de las emisiones globales de estos gases, ya que al descomponerse generan metano, un compuesto considerado más contaminante que el dióxido de carbono y que se libera a la atmósfera.
Estas emisiones, añadió, se relacionan con fenómenos climáticos extremos como sequías, lluvias intensas y descensos de temperatura, cuyos efectos se manifiestan de manera creciente en distintas regiones.
México y las cifras del impacto
México se ubica entre los países con mayor desperdicio de alimentos, situación que contrasta con la existencia del segundo banco de alimentos más grande del mundo, de acuerdo con lo expuesto por González Martínez.
Datos del Banco Mundial indican que el desperdicio alimentario genera cada año alrededor de 36 millones de toneladas de dióxido de carbono en el país, una cantidad similar a las emisiones producidas por casi 16 millones de automóviles.
Otra forma de dimensionar el problema es que, si se midiera en transporte de residuos, cada minuto se llenarían cuatro tráileres de basura únicamente con comida desechada.
Planeación y aprovechamiento como alternativas
Para reducir el desperdicio, el académico planteó que el primer paso consiste en planear con mayor precisión los alimentos que se prepararán, como definir el número de personas que asistirán a las reuniones, con el fin de ajustar las compras y porciones.
También señaló que la economía circular puede contribuir a disminuir el problema mediante la reutilización de alimentos, el almacenamiento adecuado para prolongar su frescura, la compra de productos de temporada y el aprovechamiento de sobrantes para nuevas preparaciones.
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