La minería, el hidrógeno y la eólica marina llegan al año clave para su expansión en Galicia
2026 se perfila como el año clave para el despertar de sectores emergentes en Galicia. El mes de agosto es la fecha límite para que los Estados miembro de la Unión Europea implementen y certifiquen todas las inversiones y reformas bajo el Plan de Recuperación y Resiliencia (PRTR).
Los 160.000 millones de euros reservados a España en el marco de los fondos Next Generation entran en el tiempo de descuento y lo hacen todavía con incógnitas por despejar. Desde el enigma con la planta de Altri en Palas de Rei hasta la implantación de los principales proyectos de hidrógeno.
¿El despegue de la eólica marina?
Pero además de las iniciativas que optan a estos recursos con los que la Unión Europea busca acelerar la transición ecológica, Galicia se sitúa en las posiciones de cabeza para el despliegue de nuevas fuentes de energía. Es el caso de, por ejemplo, la eólica marina. La Sección Marina de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA Marina) expresó el pasado mes de octubre su decepción ante la indefinición por parte del Gobierno sobre la convocatoria de la subasta de eólica marina.
El sector esperaba que el Ejecutivo central abordase esta subasta ya a finales de 2025, algo que finalmente no se ha producido. Hasta el momento, el Consejo de Ministros ha dado luz verde a los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo y a un Real Decreto que regula la producción de energía eólica marina y otras energías renovables del mar.
Se trata de dos medidas que establecen las reglas de juego para la veintena de proyectos que firmas como Iberdrola, Repsol, Capital Energy, Cobra o Ferrovial quieren impulsar en la costa gallega. En total son unos 10.000 megavatios los que se encuentran esperando en el cajón solo en Galicia (más de un tercio de los 28.000 megavatios proyectados en el conjunto de España) sin que, por el momento, se haya perfilado una fecha concreta para unas subastas que, además, se enfrentan a un cuello de botella normativo.
Y es que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima de España (PNIEC) contempla el despliegue de 3 gigavatios de cara al año 2030, lo que representa apenas una décima parte de los 28 gigavatios a los que asciende la potencia total de estos proyectos en liza.
A la espera del hidrógeno
Además de la generación de energía eólica con parques offshore, Galicia también ha acogido en los últimos años un aluvión de proyectos para la producción de hidrógeno verde. El Ministerio para la Transición Energética ya destinó 126,4 millones a proyectos de hidrógeno verde mientras que la Comisión aprobó un esquema de ayuda de 400 millones de euros para instalar electrolizadores de hasta 345 megavatios de capacidad.
Sin embargo, el sector todavía aguarda por avances a nivel normativo relativos a esquemas de incentivos, ayudas Auctions-as-a-Service del Banco Europeo del Hidrógeno o el acceso a la red eléctrica. Una de las apuestas estrellas para el sector es la puesta en marcha por parte de Enagás del corredor H₂Med, una particular autopista para el hidrógeno que conectará la Península con Francia y Alemania mediante 6.000 kilómetros de tuberías y que se espera que esté operativo en 2032.
Según la Asociación Española del Hidrógeno son un total de 399 los proyectos que se encuentran encima de la mesa. Entre todos ellos podrían movilizar una inversión por valor de 33.000 millones de euros.
En clave gallega, el hidrógeno acapara buena parte de los focos en los proyectos industriales estratégicos. Mediante esta figura, la Xunta reduce los plazos de tramitación de determinadas iniciativas. Hasta el momento son 15 los proyectos que han recibido tal distinción, de los cuales una quinta parte (tres) giran en torno al hidrógeno.
As Pontes y Meirama, concellos afectados por el cierre de las térmicas, se habían perfilado como los principales polos para el despliegue de esta tecnología. En la localidad de Ferrolterra se ubicarían proyectos como el H2Pole de Reganosa y EDP (apuntaba a una capacidad inicial de 100 megavatios una vez entrase en operación en 2026) o el UH2 de Universal Kraft, con capacidad inicial para producir 120 megavatios de hidrógeno y amoníaco verde, elevables hasta los 1.000 a largo plazo.
A la falta de avances en estos proyectos se suma la cancelación, por parte de Repsol, Naturgy y Reganosa, del proyecto de hidrógeno que tramitaban en Meirama. Las tres firmas contemplaban una inversión cercana a los 64 millones de euros para desplegar una potencia inicial de 30 megavatios escalable hasta los 200, pero la subida de costes y la judicialización de los nuevos proyectos eólicos ha obligado a dejar este proyecto en stand by.
Sí mantienen su rumbo Foresa (filial de Finsa) e Iberdrola con su planta de metanol verde en Caldas de Reis o Acciona y Plug Power para la puesta en marcha de cuatro electrolizadores de 5 megavatios cada uno en Morás (Arteixo).
El despertar de la minería
Pero además de la energía, Galicia también se asoma a un 2026 que se perfila como clave para el aprovechamiento de otro de sus grandes recursos: los minerales. En este sentido, la sueca Eurobattery Minerals vaticina que en la segunda mitad del año obtendrá un flujo de caja positivo con sus operaciones en la mina de wolframio y estaño de San Juan (A Gudiña).
La compañía ha anunciado que participará con la mina de A Gudiña en la segunda ronda de proyectos estratégicos europeos para la obtención de materias primas críticas. La primera convocatoria declaró estratégicas a un total de seis minas en España, de las cuales una (la de Beariz, de litio y wolframio) se ubica en suelo gallego. Esta, a diferencia de la de San Juan (que ya tiene todos los permisos) se encuentra a la espera de la resolución de su solicitud de concesión.
Recursos Minerales de Galicia, la filial de la aragonesa Samca que capitanea este proyecto, prevé que el inicio de obras pueda tener lugar ya en 2026, si bien la extracción de litio no comenzaría hasta alrededor de 2028 siempre y cuando se cumpla con el calendario previsto.
Además del wolframio y el litio, Galicia cuenta con proyectos de calado para la extracción de cobre. Es el caso del proyecto de Cobre San Rafael para reactivar la mina de Touro 40 años después. Se trata de una iniciativa que cuenta con la consideración de estratégica por parte de la Xunta de Galicia.
Cobre San Rafael todavía debe obtener tanto la declaración de impacto ambiental favorable como la autorización ambiental integrada para la puesta en marcha de esta explotación. A ella tiene previsto dedicar una inversión cercana a los 1.200 millones de euros con el objetivo de extraer 8 millones de toneladas de mineral al año.